De libertarios a marxistas
“Estos lobeznos con piel de mansos
corderitos llegaron a decir que estaban de acuerdo con las ideas anarquistas,
pero que el bolcheviquismo era el puente para llegar a ella. Por lo que no
podíamos dividirnos siendo tan pocos”.
Federación Anarquista Peruana (1961)[1]
Tras el impacto de la revolución rusa, el anarcosindicalismo tuvo que
enfrentar la competencia del socialismo autoritario. En los años 20, José
Carlos Mariátegui y Octavio Carbajo introdujeron ideas marxistas en las
organizaciones sindicales, creando polémicas internas. Las heroicas jornadas de
esos años, fueron utilizadas astutamente por los socialistas, la UPGP se
convirtió en semillero de ideas marxistas. Delfín Lévano defendió los principios
libertarios desde La Protesta, hasta que dejó de publicarse el periódico
(1926).
La FORP se convirtió en Federación Obrera Local (FOL), en su segundo
congreso de 1927 se acordó la unidad proletaria pero la represión interrumpió
el evento, con más de 40 dirigentes detenidos. La organización no pudo
recuperarse, Mariátegui fundó la Central General de Trabajadores del Perú
(CGTP) dándole orientación marxista.
Pero por su parte, Víctor Raúl Haya de la Torre fundó en México la
Alianza Popular Revolucionaria de América (APRA) que pretendía ser un
movimiento continental pero sólo fue un partido nacional de tendencia
socialista, vertical y caudillista. Haya se proclamó “heredero” de Gonzales
Prada.
Mientras tanto, un grupo de cusqueños formaron la primera célula
comunista en 1928, pero no se quisieron unir a Mariátegui porque lo
consideraban moderado. El mismo año, Mariátegui fundó el partido socialista,
agrupando a intelectuales y sindicalistas que abandonaron el anarquismo, como
Julio Portocarrero. En Arequipa, integrantes del anarquista Grupo Rojo formaron
una célula comunista. Tras la muerte de Mariátegui (1930) el partido se llamó
Comunista y abandonó el “mariateguismo”, es decir los componentes indigenistas
y de herencia gonzalespradista. El PC se puso bajo la dirección de Moscú. Los
grupos comunistas de Cusco y Arequipa se unieron al partido.
En el norte, muchos sindicalistas se pasaron al Apra, como el famoso
“Búfalo” Barreto, que murió en el levantamiento aprista de Chanchán (1932), y
fueron estos ex anarquistas los que le dieron el carácter insurreccional al
Apra “auroral” de esos días, mucho antes de que el Apra empezara su viraje al
centro y la derecha. Apristas y comunistas se repartieron el movimiento social,
creando organizaciones nacionales adscritas a sus partidos. Pero tuvieron que
combatir “la herencia anarcosindicalista”. La represión y persecución estatal
se incrementaba, muchos anarquistas fueron deportados o fallecieron en los
siguientes años, lo que sumado a la presión de apristas y comunistas; hizo que
el anarquismo quedara reducido a grupos culturales.
El repliegue
“No estábamos podridos, teníamos una
moral revolucionaria, no había partidos políticos que a fuerza de consignas
manejen y manipulen a la clase obrera, las decisiones se tomaban en y por las
bases”.
Carlos Barba[2]
Tras el viraje del Apra, que se volvió de derecha, y ante la influencia
de la revolución cubana (1959), en los años 60 se consolidó el predominio
marxista en las organizaciones populares, centralizadas por la CGTP. En una
entrevista de los años 70, el sindicalista Carlos Barba comparaba las
organizaciones de su época, bajo orientación anarcosindicalista, con las que
veía en su vejez, la CGTP bajo orientación marxista. La autonomía y la
creatividad habían sido desplazadas por el centralismo y el dogma. El
movimiento sindical peruano era grande y organizado, pero autoritario.
En el campo estudiantil proliferaron grupos marxistas, algunos de estos
armaron las guerrillas del ELN o el MIR (1965). En el medio rural, una oleada
de movilizaciones campesinas se desató en Cajamarca, la sierra central y Cusco,
los grupos comunistas fueron a darles “línea” a estos movimientos. El troskysta
Hugo Blanco se dejó envolver por la cultura campesina de La Convención y
protagonizó las tomas de tierras (1961) que llevaron a la primera reforma
agraria.
En esos años, los anarquistas que mantuvieron sus ideas quedaron
dispersos y con esfuerzos mayormente individuales. El zapatero Víctor Serna
intentó el autogobierno en el barrio Leticia en 1930.[3]
El ebanista Manuel Uchofen continuó publicando en Chiclayo hasta su muerte
(1947). Otro tanto pasó con el grupo cusqueño entorno a la revista Alma Quechua
(1932-1936). Subsistieron algunas organizaciones con presencia ácrata como la
Federación de Panaderos Estrella del Perú, bajo el liderazgo de Teobaldo
Cayetano Morales, quien también participó en las luchas del centro del país en
los años 60.
En 1947 O. Zavala vuelve a publicar la Protesta pero sólo un año, en 1948 se organiza la Federación Anarquista del Perú, con Wenceslao Zavala como secretario general. Aparece también la Agrupación Sindical Libertaria, ambas organizaciones de vida breve. En 1967 Agustín Candía y otros crean las Organizaciones Libertarias del Perú (OLP), que activan al menos tres años.
En 1947 O. Zavala vuelve a publicar la Protesta pero sólo un año, en 1948 se organiza la Federación Anarquista del Perú, con Wenceslao Zavala como secretario general. Aparece también la Agrupación Sindical Libertaria, ambas organizaciones de vida breve. En 1967 Agustín Candía y otros crean las Organizaciones Libertarias del Perú (OLP), que activan al menos tres años.
En 1961 se funda la Federación Anarquista del Perú, que no pasó de ser un
grupo pequeño. En el año 1973 activaba un grupo libertario en el distrito San
Martín de Porres (Lima)[4], entre 1972 y 1973 aparece la Organización Horizontal Obrera en Arequipa, dirigida por Gustavo Ruiz de Somocurcio. Esos años el instituto INDEICOC[5]
propugnaba una vía libertaria dentro del gobierno militar nacionalista de
Velasco (1969-1975), en el mismo gobierno laboró el anarquista español Abraham Guillén. A fines de esa década Agustín Candía fundó el Movimiento Anarquista
del Perú en Cusco, que se quedó en un esfuerzo individual, durante 30 años
publicó el periódico Movimiento, donde realizaba duras críticas a la izquierda
marxista.
El
renacimiento contracultural
Concierto de Aeropajitas en La Grieta (Cusco 2005) |
“Ay
anarko, anarko borracho
Sólo
eres anarko, cuando estás borracho”.
Canción de La Base (Cusco)[6]
El anarquismo reapareció en Lima como ingrediente de la
“movida subterránea”, esa corriente contracultural que estalló en el país a partir
de 1984, teniendo como máxima expresión el rock y el punk. Eran los años de
apogeo de la izquierda pero también los más crudos momentos de la guerra
interna que había desatado el grupo maoísta Sendero Luminoso, eran años en que
la población sentía el descontento con el estado y la visión estatal de la
izquierda. El Apra llegó al gobierno para terminar desencantando al pueblo.
El “socialismo real” que gobernaba en Europa del este se cayó por la
presión de sus propias poblaciones y se instauró el neoliberalismo en la mayoría
de países entonces comunistas. La izquierda peruana tenía en esos países su
ejemplo y guía, sin ellos, no tenía su principal soporte y justo por esa
dependencia se cayó tan fácilmente. En 1989, el historiador Alberto Flores
Galindo reflexionó sobre el dogmatismo de esta izquierda, “demasiado
acostumbrados a leer y repetir, saber citar”.[7]
Los movimientos sociales quedaron desvinculados y rápidamente fueron
atrapados por el clientelismo neoliberal de Fujimori, a la vez, este aplicó una
dura represión con el pretexto de “derrotar al terrorismo”. En esos momentos
críticos brotaron ideales que habían estado opacados por el marxismo, dejados
en segundo plano. Indigenismo, ecologismo y anarquismo se hicieron presentes
lentamente, el feminismo tardó un poco más en hacerse visible, completando los
múltiples rostros de la rebeldía. Algunos “subtes” se articularon o crearon
colectivos que incursionaron en la temática política y años después ya existía
una movida anarquista en varias ciudades del país.
La irrupción del movimiento zapatista en México desde 1994, volvió a
traer ideas que se consideraban vencidas: los principios libertarios y los
valores indígenas, combinados y con fuerte presencia feminista. Ese ejemplo recorrió
el mundo y en ambientes culturales y contra culturales peruanos se convirtieron
en un nuevo paradigma. Junto a la foto del Che, que había señoreado como héroe
durante décadas, ahora estaba ese encapuchado llamado Marcos.
El movimiento contracultural creció por todo el país, lo que
inicialmente era algo marginal y una moda de jóvenes clasemedieros, contribuyó
al surgimiento de colectivos libertarios y experiencias casi fugaces como la
Escuala Libre Puerto Huamaní (Ica), el bar La Grieta (Cusco), el Centro Social
Okupa (Lima). Aparecieron varios colectivos libertarios en Lima, Huancayo,
Arequipa, Cusco, Puno, Cajamarca, etc[8]. Muchos
de ellos de corta existencia, pero que luego se reagrupan y renombran. En los
últimos años, el hip hop le dio un nuevo matiz a la contracultura, más
político, más autónomo y más peruano.
El anarquismo reciente
“Con las
esperanzas rojinegras
[cada vez más
negras y menos rojas]
cada vez más Stirner, más Montseny, más Malatesta”.
Redi Akila (Huancayo)[9]
A fines del 2014 el país se sorprendió ante una
multitudinaria protesta juvenil contra una ley que les cortaba derechos
laborales, la llamada “Ley Pulpín”. Millares de personas se movilizaron en Lima
y no marcharon a las sedes del gobierno, sino a la Confiep, la organización de
los empresarios. La protesta llevó en total 5 marchas movilizando millares en
Lima y otros tantos en todas las ciudades del país, hasta que la Ley fue
derogada el 25 de enero de 2015.
Fue una sorpresa para muchos, pero no para los activistas que
venían trabajando ya varios años, en los que habían surgido colectivos bastante
activos y creativos. Una de las organizaciones que se hicieron visibles fue el
Bloque Hip hop. En esas jornadas se creó una novedosa organización horizontal
que dividió Lima en Zonas, sin que ninguna fuera más importante que la otra.
Las Zonas aplicaron principios libertarios casi de forma espontánea, y en su
seno los anarcos tuvieron que debatir con partidistas y reformistas de todo
tipo, finalmente, tras meses de acción, las Zonas se redujeron poco a poco.
La creación del Movimiento Sembrar liderado por Verónika
Mendoza, atrajo a muchos de los que habían participado en la lucha anti Pulpín,
más cuando este movimiento se integró al Frente Amplio. Por su parte, los
libertarios continuaron acompañando diversas luchas y a fines de año
promovieron la lucha contra el TPP[10].
La campaña electoral del 2016 y el movimiento antifujimorista absorbieron los
esfuerzos de la mayoría, y aunque se trató de una contienda electoral, la
espontaneidad y la indignación desbordaron a los partidos y colectivos
promotores. Pero esta unidad se rompió en la última marcha antikeiko el 31 de
mayo, cuando el FA impuso una consigna contra el voto viciado y los que
proponían esta alternativa terminaron agredidos.
La movilización Ni Una Menos (agosto 2016) ha sido mayor que
las pulpines y antikeikos, posicionando el feminismo y el antimachismo con
fuerza, la Juventud Anarquista criticó la orientación reformista de las
organizadoras de la marcha, proponiendo darle más importancia a la auto
organización. Hay un sentimiento subalterno que se ha impregnado en la
sociedad, todos reclaman que los problemas los solucione el Estado, ni piensan
en la autogestión. El reto para los anarquistas está en recuperar esa idea, tal
vez se necesite volver a encontrarse con el mundo andino. Si bien luego de la
reforma agraria las comunidades han perdido mucho de sus valores ancestrales,
estos todavía subsisten y son el motor de las luchas contra el extractivismo actual.
Roberto Ojeda Escalante
[1]
Anarquismo y anarcosindicalismo en el Perú. Anarcrítica, Lima, 2014.
[2]
Anarquismo y anarcosindicalismo en el Perú. Ob cit.
[3]
Hechos y figuras del anarquismo, en La
Protesta N° 3, Lima, 2004. Luego continuó difundiendo el anarquismo en el
distrito de Magdalena, hasta su muerte en 1947
[4]
Idem.
[5]
Instituto de Estudios e Investigación de Cooperativas y Comunidades, impulsado
por Gerardo Cárdennas, Jaime Llosa, Jorge Choster, Víctor Gutiérrez.
[6]
Banda que dice hacer “punk vernacular”, la canción es de mediados de los años
2000.
[7]
Reencontremos la dimensión utópica. Artículo publicado en varios medios de esos
años.
[8]
Podemos mencionar la la USL en Lima y Huancayo, la Juventud Anarquista de Lima,
Amor y Odio en Arequipa, la Red Anarquista de Puno, el colectivo El Muro en
Cusco, etc.
[9] Poetisa
de Huancayo. Tomado de: La lira rebelde
libertaria, breve recopilación de poesía reciente de libertarios (región
peruana). Marlet Ríos. Lima,
[10]
El Acuerdo Trans Pacífico que involucra a 12 países encabezados por Estados
Unidos y es muy perjudicial para la población y la naturaleza.
1 comentario:
Hola, hago una acotación sobre esta parte del párrafo en la parte final:
"la Juventud Anarquista criticó la orientación reformista de las organizadoras de la marcha, proponiendo darle más importancia a la auto organización."
esta parte esta desvirtuada, seria gustoso que precises tu fuente, ya que la Juventud Anarquista no participo como bloque, ni hizo una convocatoria; la banderola, la convocatoria y el pronunciamiento fue impulsado por mujeres organizadas autonomamente y autoconvocadas (no autodenominadas anarquistas)aqui el link de la convocatoria original https://goo.gl/NF1J0h
Otro punto a señalar es una campaña que se impulso durante la lucha contra el nuevo régimen laboral, se formo incluso antes de las zonas. aqui el link, https://goo.gl/UtK87m chequealo
Saludos fraternos
A. Páez
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