Los últimos días se ha
incrementado la controversia por la realización de la 3ra Feria Internacional
del Libro (FIL) de Cusco en el estacionamiento del mall Real Plaza. Sin
embargo, circulan opiniones y artículos que se han desviado del tema inicial,
combinando denuncias, indicios, suspicacias, chismes y ofensas a las personas
involucradas en la organización de este evento, llegando a ataques personales
que desmerecen la crítica. Por otra parte, los defensores de la Fil también
vienen respondiendo con bajezas a quienes critican el evento.
Personalmente decidí visitar el lugar
para tener una opinión más objetiva, confieso que he asistido poco por lo mal
que me siento en ese lugar. Atravesando ese templo de consumismo y enajenación
que es el mall, ingresé a la Fil para constatar algunas cosas y apreciar otras
que no había visto hasta el momento.
Reincidencia
La crítica fundamental en las 3
ediciones de la Fil está centrada en el lugar en el que lo realizan: el
estacionamiento de un centro comercial, un lugar que fomenta la alienación y
todas las injusticias de la sociedad actual. Al sólo ingresar a ese lugar los
escaparates y la publicidad nos dicen que somos feos, pobres, indios; que una
chica debe ser blanca y delgada para sentirse bien, que debemos comprar sus
ofertas para “ser como ellos”. Tal vez por eso en la Fil no vemos una señora
similar a la que figura en su afiche, porque el mall es un lugar excluyente.
Las críticas que ha soportado la
feria están vinculadas al local: ambiente tétrico, pésima acústica, ausencia de
baños, ausencia de lugares donde sentarse, asistencia mínima de público en las
actividades internas. A lo que se suma la poca señalización para ingresar a la
feria. Tal parece que el principal objetivo de la elección del local es
favorecer al mall y fomentar en la población la alienación cultural. Esto es
grave si tomamos en cuenta que un buen sector del público son los estudiantes
traídos de instituciones educativas, un público apetecido por el Real Plaza.
La organización estuvo nuevamente
en manos de un grupo de profesionales apodados “los jotitas de Lucho Nieto”,
pues aunque este prestigioso escritor ya no trabaja en la DDC, la organización
de la feria sigue en manos del equipo que trabajaba estrechamente con él.
Discrepo con quienes han llevado la crítica a temas personales, pero coincido
en que la principal motivación de esa lluvia de críticas es originada por la
actitud arrogante de estas personas, al no haber tomado en cuenta nuestras
múltiples opiniones y exigencias de que el evento se realizara en otro lugar. La
indignación se incrementó cuando, en una actitud entre inocente y cínica,
convocaron a elegir el color del fondo del afiche. Tal parece que aplican la
misma lógica nefasta con que las mineras aplican la Consulta Previa.
Recargados
Por la razón anterior (los oídos
sordos), en esta edición los problemas vienen recargados.
Debido al cuestionamiento de varios
escritores y su negativa a participar en la feria, este evento me recuerda a
esas olimpiadas durante la “guerra fría”, cuando EEUU boicoteó las olimpiadas
de Moscú y estas se desarrollaron sin la participación de varios países,
haciendo que Rusia se lleve muchas medallas y algunos que nunca ganaban
pudieran obtener las suyas.
En la 3ra Fil, los invitados
locales son escritores no muy conocidos, sucede lo mismo con muchos
comentaristas. Al margen de la calidad de su trabajo, el hecho es que figuran
gracias a que no están los “famositos”. Está muy bien promover a todos los
escritores posibles, pero tampoco excluir a quienes han tenido una opinión
crítica. Que un prestigioso escritor local haya declinado en presentar su libro
que ya estaba programado en la Fil (con una sentida carta) dice mucho sobre
este aspecto. Aunque la comparación no es muy adecuada, mencionaré que cuando
en un hospital se requiere una cirugía importante no se llama a los
practicantes.
Entre comentaristas locales de
prestigio, hay uno que participa 8 veces y otra en 6, esa reiteración evidencia
el vacío que ha dejado la no participación de los escritores críticos a la Fil.
En mi caso personal fui invitado a participar en una actividad, pero a última
hora me dijeron que asuma otra.
Resentidos
Ante la lluvia de críticas, Luis Nieto
escribió en su Facebook que se trataba de “resentidos”. Esta opinión (no sólo
de Nieto) requiere algunas aclaraciones.
La mayoría de las críticas a la
Fil no mencionan la incuestionable calidad literaria o artística de por ejemplo
Lucho Nieto o Jorge Vargas, lo que se cuestiona es la forma en que están
cumpliendo (o cumplieron) su trabajo administrativo en la DDC, específicamente
la organización de la Fil. Aunque hay unos pocos que aprovecharon la ocasión
para denigrar a los responsables de la Fil, no es el caso de la mayoría.
Se insinúa que las críticas
vienen de gente que no recibió apoyo de la DDC. Este argumento es muy cínico,
pues esos “criticones” tienen razones para estar molestos ante la marginación y
maltrato de una entidad que debiera brindarles todas las facilidades posibles.
Pero además no es cierto, pues entre los críticos también hay personas que han
recibido algún apoyo de la DDC, en mi caso he realizado algunos trabajos con
ellos y están publicando un libro colectivo que yo he impulsado, pero esto no
me obliga a defender lo indefendible (ese apoyo que nos dan no es un favor, es
su deber).
Otro argumento es que se trata de
choque de egos. Algunos escritores se quejaron de que la invitación fuera
tardía y no la hicieran por escrito. En mi caso particular no me importa que me
inviten por Facebook, pero comprendo que personas con cierta trayectoria
esperen por lo menos una invitación formal, un pequeño gesto de reconocimiento.
Al caldearse los humos, han
saltado muchas críticas sobre maltratos a los artistas y probables casos de
corrupción. Estos temas deberán ser aclarados o denunciados, pero aunque
entiendo la indignación de escritores y artistas, los llamo a no desviarnos del
tema central: la Fil y su empecinada realización en el estacionamiento del
mayor lugar de alienación en Cusco.
Reaccionarios
Esta feria parece haber dividido
a los trabajadores de la cultura en Cusco en dos bandos. Los defensores de la
feria tienen una actitud que la izquierda solía llamar de “reaccionarios”,
porque se trata de una reacción defensiva ante los cuestionamientos. En la
mayoría de casos se trata de amigos de los organizadores, que repiten esa fea
costumbre de defender a sus amigos o familiares al margen de lo bien o mal que
estén haciendo las cosas.
Esa defensa se dedica a agredir y
desprestigiar a los críticos, en una actitud similar al fujimorismo ante las
masivas marchas en su contra, en la pasada campaña electoral. Es curioso que
algunos de los que participaron en las marchas antikeiko ahora hagan
exactamente lo que le critican al fujimorismo. Otro error es creer que si uno
critica la feria no tendría que participar en ella, y quienes participan
debieran estar callados, felizmente la mayoría está aclarando que no comparte
los extremos pero tiene una posición propia, y ya es casi un consenso que no se
debería realizar en ese lugar.
Leí por ahí que las críticas las
hacían unos “autodenominados escritores”, como si el haber publicado libros y
ganado premios no fuera suficiente para ser considerados escritores. Pero
además de esto, pareciera que fuera un tema sólo de escritores reconocidos,
como si los demás no tuvieran el derecho de opinar. No señores, el público
asistente, los lectores, también tienen derecho a opinar sobre el asunto.
Algunos defensores de la feria -“jotitas”
voluntarios- argumentan cosas que incrementan la indignación. Alguno dice por
ahí que en Cusco no existe otro lugar techado de la extensión que requiere la
feria, demostrando simplemente que no conoce el Cusco. Hay defensores de la
feria que se han convertido en defensores del mall, argumentando que esa es la
cultura moderna. Así queda claro que el objetivo del evento es atraer más gente
al mall, “civilizar a estos indios” que por extrañas razones aún siguen
comprando en ferias y mercados tradicionales.
Riesgos y retos
El reto ahora es superar todas
estas deficiencias en eventos posteriores, pero esto no sólo pasa por el cambio
de personal en la DDC o incluso el cambio de local. El problema no son las
personas sino la lógica que está detrás. Los intereses económicos y culturales
que exigen hacer la Fil en el estacionamiento del mall, son tan fuertes que aun
sacando a los “jotitas” de la DDC, podría reincidirse en esta terquedad; o
podría llevarse el evento a otro centro comercial.
Y para todos los que han
levantado su voz de indignación y crítica, el reto es organizar una feria del
libro, más modesta, pero más autónoma y participativa. Demostrarles que todo lo
que hemos dicho se puede hacer, lo podemos hacer.
Y un reto adicional es detener la
invasión de esa lógica consumista y alienante del neoliberalismo, que pretende
arrasar con todas nuestras culturas. Difundir las razones de porqué está mal
que se construyan más malls y centros comerciales, rescatar espacios amenazados
como la ex Estación de Wanchaq, que podría convertirse en un parque
(respondiendo a la falta de áreas verdes en la ciudad) pero pretenden
convertirla en un segundo mall, y esto sólo como un ejemplo.
Roberto Ojeda
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