lunes, 19 de septiembre de 2016

El anarquismo peruano (2)

De libertarios a marxistas

“Estos lobeznos con piel de mansos corderitos llegaron a decir que estaban de acuerdo con las ideas anarquistas, pero que el bolcheviquismo era el puente para llegar a ella. Por lo que no podíamos dividirnos siendo tan pocos”.
Federación Anarquista Peruana (1961)[1]

Tras el impacto de la revolución rusa, el anarcosindicalismo tuvo que enfrentar la competencia del socialismo autoritario. En los años 20, José Carlos Mariátegui y Octavio Carbajo introdujeron ideas marxistas en las organizaciones sindicales, creando polémicas internas. Las heroicas jornadas de esos años, fueron utilizadas astutamente por los socialistas, la UPGP se convirtió en semillero de ideas marxistas. Delfín Lévano defendió los principios libertarios desde La Protesta, hasta que dejó de publicarse el periódico (1926).
La FORP se convirtió en Federación Obrera Local (FOL), en su segundo congreso de 1927 se acordó la unidad proletaria pero la represión interrumpió el evento, con más de 40 dirigentes detenidos. La organización no pudo recuperarse, Mariátegui fundó la Central General de Trabajadores del Perú (CGTP) dándole orientación marxista.
Pero por su parte, Víctor Raúl Haya de la Torre fundó en México la Alianza Popular Revolucionaria de América (APRA) que pretendía ser un movimiento continental pero sólo fue un partido nacional de tendencia socialista, vertical y caudillista. Haya se proclamó “heredero” de Gonzales Prada.
Mientras tanto, un grupo de cusqueños formaron la primera célula comunista en 1928, pero no se quisieron unir a Mariátegui porque lo consideraban moderado. El mismo año, Mariátegui fundó el partido socialista, agrupando a intelectuales y sindicalistas que abandonaron el anarquismo, como Julio Portocarrero. En Arequipa, integrantes del anarquista Grupo Rojo formaron una célula comunista. Tras la muerte de Mariátegui (1930) el partido se llamó Comunista y abandonó el “mariateguismo”, es decir los componentes indigenistas y de herencia gonzalespradista. El PC se puso bajo la dirección de Moscú. Los grupos comunistas de Cusco y Arequipa se unieron al partido.
En el norte, muchos sindicalistas se pasaron al Apra, como el famoso “Búfalo” Barreto, que murió en el levantamiento aprista de Chanchán (1932), y fueron estos ex anarquistas los que le dieron el carácter insurreccional al Apra “auroral” de esos días, mucho antes de que el Apra empezara su viraje al centro y la derecha. Apristas y comunistas se repartieron el movimiento social, creando organizaciones nacionales adscritas a sus partidos. Pero tuvieron que combatir “la herencia anarcosindicalista”. La represión y persecución estatal se incrementaba, muchos anarquistas fueron deportados o fallecieron en los siguientes años, lo que sumado a la presión de apristas y comunistas; hizo que el anarquismo quedara reducido a grupos culturales.

El repliegue

“No estábamos podridos, teníamos una moral revolucionaria, no había partidos políticos que a fuerza de consignas manejen y manipulen a la clase obrera, las decisiones se tomaban en y por las bases”.
Carlos Barba[2]

Tras el viraje del Apra, que se volvió de derecha, y ante la influencia de la revolución cubana (1959), en los años 60 se consolidó el predominio marxista en las organizaciones populares, centralizadas por la CGTP. En una entrevista de los años 70, el sindicalista Carlos Barba comparaba las organizaciones de su época, bajo orientación anarcosindicalista, con las que veía en su vejez, la CGTP bajo orientación marxista. La autonomía y la creatividad habían sido desplazadas por el centralismo y el dogma. El movimiento sindical peruano era grande y organizado, pero autoritario.
En el campo estudiantil proliferaron grupos marxistas, algunos de estos armaron las guerrillas del ELN o el MIR (1965). En el medio rural, una oleada de movilizaciones campesinas se desató en Cajamarca, la sierra central y Cusco, los grupos comunistas fueron a darles “línea” a estos movimientos. El troskysta Hugo Blanco se dejó envolver por la cultura campesina de La Convención y protagonizó las tomas de tierras (1961) que llevaron a la primera reforma agraria.
En esos años, los anarquistas que mantuvieron sus ideas quedaron dispersos y con esfuerzos mayormente individuales. El zapatero Víctor Serna intentó el autogobierno en el barrio Leticia en 1930.[3] El ebanista Manuel Uchofen continuó publicando en Chiclayo hasta su muerte (1947). Otro tanto pasó con el grupo cusqueño entorno a la revista Alma Quechua (1932-1936). Subsistieron algunas organizaciones con presencia ácrata como la Federación de Panaderos Estrella del Perú, bajo el liderazgo de Teobaldo Cayetano Morales, quien también participó en las luchas del centro del país en los años 60.

En 1947 O. Zavala vuelve a publicar la Protesta pero sólo un año, en 1948 se organiza la Federación Anarquista del Perú, con Wenceslao Zavala como secretario general. Aparece también la Agrupación Sindical Libertaria, ambas organizaciones de vida breve. En 1967 Agustín Candía y otros crean las Organizaciones Libertarias del Perú (OLP), que activan al menos tres años.

En 1961 se funda la Federación Anarquista del Perú, que no pasó de ser un grupo pequeño. En el año 1973 activaba un grupo libertario en el distrito San Martín de Porres (Lima)[4], entre 1972 y 1973 aparece la Organización Horizontal Obrera en Arequipa, dirigida por Gustavo Ruiz de Somocurcio. Esos años el instituto INDEICOC[5] propugnaba una vía libertaria dentro del gobierno militar nacionalista de Velasco (1969-1975), en el mismo gobierno laboró el anarquista español Abraham Guillén. A fines de esa década Agustín Candía fundó el Movimiento Anarquista del Perú en Cusco, que se quedó en un esfuerzo individual, durante 30 años publicó el periódico Movimiento, donde realizaba duras críticas a la izquierda marxista.

El renacimiento contracultural
Concierto de Aeropajitas en La Grieta (Cusco 2005)
“Ay anarko, anarko borracho
Sólo eres anarko, cuando estás borracho”.
Canción de La Base (Cusco)[6]

El anarquismo reapareció en Lima como ingrediente de la “movida subterránea”, esa corriente contracultural que estalló en el país a partir de 1984, teniendo como máxima expresión el rock y el punk. Eran los años de apogeo de la izquierda pero también los más crudos momentos de la guerra interna que había desatado el grupo maoísta Sendero Luminoso, eran años en que la población sentía el descontento con el estado y la visión estatal de la izquierda. El Apra llegó al gobierno para terminar desencantando al pueblo.
El “socialismo real” que gobernaba en Europa del este se cayó por la presión de sus propias poblaciones y se instauró el neoliberalismo en la mayoría de países entonces comunistas. La izquierda peruana tenía en esos países su ejemplo y guía, sin ellos, no tenía su principal soporte y justo por esa dependencia se cayó tan fácilmente. En 1989, el historiador Alberto Flores Galindo reflexionó sobre el dogmatismo de esta izquierda, “demasiado acostumbrados a leer y repetir, saber citar”.[7]
Los movimientos sociales quedaron desvinculados y rápidamente fueron atrapados por el clientelismo neoliberal de Fujimori, a la vez, este aplicó una dura represión con el pretexto de “derrotar al terrorismo”. En esos momentos críticos brotaron ideales que habían estado opacados por el marxismo, dejados en segundo plano. Indigenismo, ecologismo y anarquismo se hicieron presentes lentamente, el feminismo tardó un poco más en hacerse visible, completando los múltiples rostros de la rebeldía. Algunos “subtes” se articularon o crearon colectivos que incursionaron en la temática política y años después ya existía una movida anarquista en varias ciudades del país.
La irrupción del movimiento zapatista en México desde 1994, volvió a traer ideas que se consideraban vencidas: los principios libertarios y los valores indígenas, combinados y con fuerte presencia feminista. Ese ejemplo recorrió el mundo y en ambientes culturales y contra culturales peruanos se convirtieron en un nuevo paradigma. Junto a la foto del Che, que había señoreado como héroe durante décadas, ahora estaba ese encapuchado llamado Marcos.
El movimiento contracultural creció por todo el país, lo que inicialmente era algo marginal y una moda de jóvenes clasemedieros, contribuyó al surgimiento de colectivos libertarios y experiencias casi fugaces como la Escuala Libre Puerto Huamaní (Ica), el bar La Grieta (Cusco), el Centro Social Okupa (Lima). Aparecieron varios colectivos libertarios en Lima, Huancayo, Arequipa, Cusco, Puno, Cajamarca, etc[8]. Muchos de ellos de corta existencia, pero que luego se reagrupan y renombran. En los últimos años, el hip hop le dio un nuevo matiz a la contracultura, más político, más autónomo y más peruano.

El anarquismo reciente

“Con las esperanzas rojinegras
[cada vez más negras y menos rojas]
cada vez más Stirner, más Montseny, más Malatesta”.
Redi Akila (Huancayo)[9]

A fines del 2014 el país se sorprendió ante una multitudinaria protesta juvenil contra una ley que les cortaba derechos laborales, la llamada “Ley Pulpín”. Millares de personas se movilizaron en Lima y no marcharon a las sedes del gobierno, sino a la Confiep, la organización de los empresarios. La protesta llevó en total 5 marchas movilizando millares en Lima y otros tantos en todas las ciudades del país, hasta que la Ley fue derogada el 25 de enero de 2015.
Fue una sorpresa para muchos, pero no para los activistas que venían trabajando ya varios años, en los que habían surgido colectivos bastante activos y creativos. Una de las organizaciones que se hicieron visibles fue el Bloque Hip hop. En esas jornadas se creó una novedosa organización horizontal que dividió Lima en Zonas, sin que ninguna fuera más importante que la otra. Las Zonas aplicaron principios libertarios casi de forma espontánea, y en su seno los anarcos tuvieron que debatir con partidistas y reformistas de todo tipo, finalmente, tras meses de acción, las Zonas se redujeron poco a poco.
La creación del Movimiento Sembrar liderado por Verónika Mendoza, atrajo a muchos de los que habían participado en la lucha anti Pulpín, más cuando este movimiento se integró al Frente Amplio. Por su parte, los libertarios continuaron acompañando diversas luchas y a fines de año promovieron la lucha contra el TPP[10]. La campaña electoral del 2016 y el movimiento antifujimorista absorbieron los esfuerzos de la mayoría, y aunque se trató de una contienda electoral, la espontaneidad y la indignación desbordaron a los partidos y colectivos promotores. Pero esta unidad se rompió en la última marcha antikeiko el 31 de mayo, cuando el FA impuso una consigna contra el voto viciado y los que proponían esta alternativa terminaron agredidos.
La movilización Ni Una Menos (agosto 2016) ha sido mayor que las pulpines y antikeikos, posicionando el feminismo y el antimachismo con fuerza, la Juventud Anarquista criticó la orientación reformista de las organizadoras de la marcha, proponiendo darle más importancia a la auto organización. Hay un sentimiento subalterno que se ha impregnado en la sociedad, todos reclaman que los problemas los solucione el Estado, ni piensan en la autogestión. El reto para los anarquistas está en recuperar esa idea, tal vez se necesite volver a encontrarse con el mundo andino. Si bien luego de la reforma agraria las comunidades han perdido mucho de sus valores ancestrales, estos todavía subsisten y son el motor de las luchas contra el extractivismo actual.

Roberto Ojeda Escalante




[1] Anarquismo y anarcosindicalismo en el Perú. Anarcrítica, Lima, 2014.
[2] Anarquismo y anarcosindicalismo en el Perú.  Ob cit.
[3] Hechos y figuras del anarquismo, en La Protesta N° 3, Lima, 2004. Luego continuó difundiendo el anarquismo en el distrito de Magdalena, hasta su muerte en 1947
[4] Idem.
[5] Instituto de Estudios e Investigación de Cooperativas y Comunidades, impulsado por Gerardo Cárdennas, Jaime Llosa, Jorge Choster, Víctor Gutiérrez.
[6] Banda que dice hacer “punk vernacular”, la canción es de mediados de los años 2000.
[7] Reencontremos la dimensión utópica. Artículo publicado en varios medios de esos años.
[8] Podemos mencionar la la USL en Lima y Huancayo, la Juventud Anarquista de Lima, Amor y Odio en Arequipa, la Red Anarquista de Puno, el colectivo El Muro en Cusco, etc.
[9] Poetisa de Huancayo. Tomado de: La lira rebelde libertaria, breve recopilación de poesía reciente de libertarios (región peruana). Marlet Ríos. Lima,
[10] El Acuerdo Trans Pacífico que involucra a 12 países encabezados por Estados Unidos y es muy perjudicial para la población y la naturaleza.

domingo, 18 de septiembre de 2016

El anarquismo peruano (1)

“Soy indio: mi pluma es flecha, mi numen arco.
Soy hijo de esclavos del trabajo
y de la miseria y del agio formidable tajo
Es mi orgullo ser indio y ser anarco”.
Delfín Lévano (1920)[1]

De las varias corrientes críticas al capitalismo que surgieron en la Europa del siglo XIX, la más satanizada fue el anarquismo, por su crítica radical y por proponer algo que parece utópico: la reorganización de una sociedad eliminando todas las formas de dominación, explotación y marginación.
Mientras liberalismo, marxismo y demás, buscan implementar sus ideas desde algún espacio de poder real, “desde arriba”. El anarquismo propone esos cambios “desde abajo” y aunque no es el único que lo plantea, sí es quien lo tiene como bandera irrenunciable. El silenciamiento sobre la historia de las luchas anarquistas y sus principios fue obra tanto de la derecha como de la izquierda.
El anarquismo tiene muchas formas de entenderlo y se amolda a cada contexto, por eso se puede hablar de un anarquismo propio en cada país donde llegó a desarrollarse y en cada época.

La utopía anarquista[2]

“No hay más que uno en cien y sin embargo existen
La mayoría hijos de nada o hijos de muy poco
Que no se los ve jamás sino cuando se les teme:
Los anarquistas”
Canción de Léo Ferré (Francia 1969)

Anarquía significa “sin dominio”, el término fue utilizado por primera vez por el francés Proudhon en 1849, como una forma de diferenciarse de todas las corrientes políticas jerárquicas. El anarquismo fue desarrollado por varios autores, proponiendo un socialismo libertario, que rechazaba todo verticalismo y autoritarismo, teniendo como principios la ayuda mutua, la autogestión, la autonomía, la horizontalidad, la acción directa y el federativismo.
Los anarquistas llamaron “socialismo autoritario” al marxismo, pues mientras este propone la organización de un partido centralizado y la toma del poder para implementar reformas que lleven al comunismo, el anarquismo cuestiona al mismo Estado, proponiendo asociaciones libres y federadas entre sí. El debate que iniciaron Marx y Bakunin se prolongó hasta nuestros días, aunque las experiencias del “socialismo real” del siglo XX le dieron la razón al segundo.
Existen muchas corrientes: anarcosindicalistas, autonomistas, insurreccionalistas, pacifistas, primitivistas, individualistas, etc. A veces se contraponen y a veces se combinan, además, estas ideas han sido asumidas de diferentes maneras en cada lugar del planeta. El anarquismo adquirió presencia durante la existencia de la Asociación Internacional del Trabajo o “primera internacional”, se difundió en muchos sindicatos y protagonizó la lucha por las 8 horas en Chicago en 1886, que dieron origen a la celebración del 1 de mayo.
Los anarquistas tuvieron destacada participación en las revoluciones de México (1910), Rusia (1917) y España (1936), en las que fueron derrotados por la traición más que por la represión. Los diferentes fascismos los reprimieron en Italia, Japón, Corea o Argentina. El anarquismo también se retroalimentó con movimientos como el indigenismo, el feminismo, el “mayo francés”, la ecología social y los movimientos antiglobales. A pesar de que a mediados del siglo XX ya había sido desplazado por el marxismo en los movimientos sociales, persistieron individuos y pequeñas organizaciones que intentaron introducir sus ideales en la sociedad de su entorno. A fines del siglo, con el comunismo disminuido por sus propias contradicciones y la arremetida neoliberal, resurgió la presencia anarca.
Actualmente los procesos revolucionarios anticapitalistas tienen un sello anarquista: zapatismo, confederalismo democrático kurdo, autogestión griega, fábricas bajo control obrero. En todos los casos, estos movimientos responden a particularidades locales y por eso el anarquismo se amolda y transforma de una región a otra, como veremos en el caso peruano.

La anarquía llega a los andes

“Aunque el punto luminoso fuese alejándose a medida que avanzáramos y aunque el establecimiento de una sociedad anárquica se redujera al sueño de un filántropo, nos quedaría la gran satisfacción de haber soñado. ¡Ojalá los hombres tuvieran siempre sueños tan hermosos!
Manuel Gonzales Prada (1907)

El anarquismo llegó a Perú junto a las corrientes modernas que venían de Europa a fines del siglo XIX, encontramos al abogado y periodista Luis Felipe Montestruque involucrado en la rebelión indígena del Callejón de Huaylas en 1885[3], fue un ideólogo del movimiento en el que murió luchando, y se sabe que tenía ideas anarquistas[4]. Quizás sea el primer anarquista de trabajo individual del que tenemos registro.
Esos años se habían organizado las primeras asociaciones de artesanos, agrupados para defender sus intereses realizaron fuertes huelgas. En su búsqueda de aliados, los artesanos se aproximaron a los liberales radicales y los masones, que difundían ideas racionalistas desde “logias” casi secretas. Es en ese contexto que aparecen los “profetas” libertarios. Ángel Gasco fue un moqueguano que viajó a Europa, donde se unió al ideal anarquista, vuelto al país radicó en Cusco, donde en 1895 editó el periódico El Cuzco (dirigido por el liberal Juan Pablo Tresierra). Su prédica fue casi solitaria durante esos años.
El principal divulgador del anarquismo aparecerá en 1898, Manuel Gonzales Prada era un famoso escritor de 54 años de edad, que en 1892 había fundado el partido Unión Radical y tras un viaje a Europa, encontró en el anarquismo la ideología que coincidía con su búsqueda, vuelto al país, renunció a su partido y se dedicó a predicar los ideales libertarios (en periódicos como Los Parias), influyendo en los estudiantes pero también entre los artesanos. Su ex correligionario y amigo Christian Dam había fundado la Liga de Librepensadores, como extensión de su logia masónica, la influencia de su amigo llevó a Dam a sumarse al anarquismo.[5]
Los ideales libertarios también eran difundidos por migrantes europeos que llegaron al continente por motivos laborales, este fenómeno fue menor en los países andinos, pero sí estuvo presente. Se tiene documentado el periplo del italiano Inocencio Lombardozzi, que tras fundar centros ácratas en lugares de Argentina y Chile, llegó a Lima en 1905, allí fundo el grupo Por la idea junto a Carlos del Barzo. Luego, con el afroperuano Julio Reynaga (natural del Callao), fundan un centro de estudios sociales en Trujillo. Lombardozzi funda o apoya bibliotecas y grupos en Pomalca, Guaddalupe, Chiclayo y Catacaos, llegando a Guayaquil. Allí enferma y decide ir a Bolivia, pero la enfermedad lo ataca en el camino, falleciendo en un hospital de Puno en 1908. Se sabe que pudo haber otros ácratas peregrinos de los que no ha quedado un registro tan preciso.
Pero no nos engañemos, así como la prédica de Gonzales Prada había reforzado una tendencia radical en intelectuales y trabajadores, la prédica activa de Lombardozzi sólo contribuyó a fortalecer iniciativas locales que ya venían circulando. En Chiclayo se editaba el periódico El Libertario desde 1901 y en Trujillo La Antorcha desde 1903, dirigida por Julio Reynaga (que estuvo dirigida por Lombardozzi cuando Reynaaga estuvo preso por la represión). Para 1905 había además libertarios en Sullana, Arequipa, Moquegua, Puno y Cusco.[6]

“Horas de lucha”

"Empuñamos en una mano el estandarte de la libertad que tremolará siempre orgulloso en la contienda, y llevamos en la otra la espada de la justicia, que mantendremos desnuda para cortar el nudo de la opresión y la tiranía".
La voz del obrero N° 1 (Puno 1914)

Miguelina Acosta
En el mitin del 1 de mayo de 1905, Gonzales Prada llamó a no descansar en la lucha hasta lograr la jornada de 8 horas. Ese año, la Federación de Panaderos “Estrella del Perú” se declaró anarquista, iniciando la difusión del anarcosindicalismo. El líder de esta organización era Manuel Caracciolo Lévano, cercano a Gonzales Prada y Dam. En 1911 Lévano y su hijo Delfín empezaron a editar el periódico La Protesta, portavoz del movimiento anarcosindicalista, el año siguiente varios sindicatos se agruparon en la Federación Obrera Regional Peruana (FORP)
Los sindicatos realizaron varias huelgas por mejoras laborales, tanto en Lima como en Huacho, Chicama y Talara. En 1914 los obreros del Callao logran que se les reconozca la jornada de 8 horas. En 1917, una huelga en Huacho fue duramente reprimida con el saldo de 7 obreros asesinados por la represión, entre ellos dos mujeres. La lucha creció y en 1918, los anarcosindicalistas lograron que el Estado reconozca la jornada de 8 horas. Al año siguiente fueron las famosas luchas del Comité Pro Abaratamiento de las Subsistencias[7]. En esas luchas destacaron los nombres del zapatero Carlos Barba, el ebanista Nicolás Gutarra y el tejedor Adalberto Fonken[8]. En Chiclayo, el ebanista Manuel Uchofen difundía el anarquismo desde el periódico La Abeja (1910-14) y en Puno el tipógrafo Eduardo Fournier lo hacía desde La voz del obrero (1912-1930).
También los jóvenes universitarios realizaron huelgas estudiantiles, en 1907 en Arequipa y en 1909 en Cusco, con participación activa de anarquistas. En el sur, los ideales ácratas se habían difundido entre estudiantes y obreros. Tras la muerte de Gonzales Prada (1918) los estudiantes reunidos en un congreso en Cusco, acordaron fundar la Universidad Popular Gonzales Prada (UPGP), para educar en un sentido liberador al pueblo. La idea fue del trujillano Víctor Raúl Haya d la Torre, que fue su primer rector. La UPGP se activó en Barranco, El Callao, Arequipa, Salaverry, Trujillo, Cusco, Ica, chosica y Jauja. En 1923, Haya y Gutarra formaron un frente de trabajadores manuales e intelectuales y s elanzaron a la protesta, siendo reprimidos (con dos muertos) y Haya deportado.
En todas estas jornadas, la presencia femenina adquirió un matiz propio. Las ideas feministas ya se difundían y surgían organizaciones por los derechos de las mujeres, entonces surgió el feminismo anarquista. Angélica Arratía realizaba sentidas conferencias. Miguelina Aurora Acosta Cárdenas, natural de Yurimaguas, participó de organizaciones feministas y presidió el Comité femenino Pro abaratamiento de las Subsistencias, junto a la indigenista Dora Mayer dirigió la revista anarcofeminista Claridad (1917-1919)[9]. En Huacho, Luzmila La Rosa y Juanita Grados La Rosa fundaron el centro femenino Luz y Libertad en 1918.

El rostro indio de la anarquía

“En estos momentos de prueba para las masas obreras e indígenas de todas partes del mundo cabe a nuestra Federación luchar por la justicia y organizar por doquier entidades que sean de baluarte infranqueable a todas las injusticias que sufrimos”.
Federación Indígena Obrera Regional Peruana (1923)[10]

Pero siendo el país mayormente habitado por indígenas, el anarquismo se ligó al indigenismo y los movimientos comunales. Influyó en personajes como el bandolero justiciero Luis Pardo en Ancash (murió en 1909) o el sargento Teodomiro Gutiérrez, convertido en líder de una rebelión indígena en Azángaro (Puno) con el nombre de “Rumimaki” en 1915.
En Lima, el jurista Joaquín Capelo, la escritora Dora Mayer y el estudiante Pedro Zulen fundaron la Asociación Pro Indígena (API 1909-1917) mientras en Cusco, Luis E. Valcárcel, Uriel García y otros difundían un indigenismo cultural y social (Valcárcel reconoció haber tenido influencia libertaria). Mientras la visión oficial del Estado y las élites intelectuales era educar y civilizar a los indios para que salgan de su pobreza, amestizándose; La Protesta propuso que los indígenas no tenían que ser civilizados por occidente, pues ellos estaban más cerca del comunismo y el anarquismo por su propia tradición. 
El gobierno de Leguía apoyó la organización del Comité Pro Derecho Indígena Tahuantinsuyo (CPDIT), en el que se enrolaron varios integrantes de la API y líderes indígenas. Entre estos había anarquistas como los puneños Hipólito Salazar y Ezequiel Urviola. El primero se apartó del CPDIT y en 1923 organizó la Federación Indígena Obrera Regional Peruana (FIORP), una agrupación más acorde a la realidad nacional, que apoyó abiertamente las rebeliones campesinas que sacudían el país. Por esa postura, Salazar fue deportado. Ezequiel Urviola era un joven abogado que en 1918 abandonó su carrera y se fue a vivir con los indígenas, apoyándolos en su organización y la redacción de memoriales, en su lucha contra los hacendados. Tuvo destacada participación en los congresos indígenas y falleció con tuberculosis en 1924, su entierro fue masivo y se sintió fuertemente en el movimiento indígena y entre los anarquistas[11].
En Jauja, el impresor Máximo Pecho publicaba textos anarquistas e indigenistas. En Cusco, se formó el Centro Gonzales Prada, en el que participaron los indigenistas Luis Velazco Aragón, Humberto Pacheco y Encino del Val. En Puno, junto a Fournier y el maestro José Antonio Encinas, un grupo de jóvenes escritores indigenistas inició un movimiento cultural de trascendencia, liderados por el anarquista Gamaliel Churata[12]. Para ese entonces, el anarquismo también se había expandido a Cajamarca, Huánuco, Jauja, Sayán, Barranca, Ica, etc.

(Continuará)

Roberto Ojeda Escalante



[1] Publicado con el seudónimo de Lirio del Monte en La Protesta N° 20, tomado de Wilfredo Kapsoli, Ayllus del Sol, 1984.
[2] Información tomada de: A la izqierda de la historia, Roberto Ojeda, Cusco, 2008.
[4] Fabiola Escárzaga. La sublevación de Ancash. Proyecto nacional y guerra de razas. En Política y cultura N° 12, México, Universidad de Xochimilco, 1999, pp 166-167.
[5] El movimiento obrero anarquista en el Perú (1890-1930). Joel Delhom, 2001, http://dwardmac.pitzer.edu/Anarchist_Archives/worldwidemovements/peru/Movimiento.html
[6] Franz García. El 1ro de mayo y los anarquistas en el Perú. En Los orígenes libertarios del Primero de Mayo: de Chicago a américa Latina (1886-1930). José Antonio Gutiérrez (compilador), Quiimandú, Santiago de Chile, 2010.
[7] Sobre estas luchas ver Anarquismo y anarcosindicalismo en el Perú. Lima, Anarcrítica, 2014.
[8] El movimiento obrero anarquista del Perú (1890-1930).  Joël Delhom (ponencia). University of Birmingham, 6-8 avril 2001.
[9] Miguelina A. Acosta Cárdenas: Una semblanza. Elizabeth Caviedes Torres, Lima, UNMSM.
[10] Ayllus del sol, pp 167.
[11] Ver “Ayllus del Sol” de Wilfredo Kapsoli, Lima 1984.
[12] Su nombre real era Arturo Peralta, encabezó un vigoroso movimiento cultural en Puno desde 1915, en los años 30 se asentó en La Paz, donde vivió varias décadas. 

lunes, 12 de septiembre de 2016

¿Por qué Sendero fue tan malo?


Podría parecer una frase bastante ingenua. Muchos dirán que ya sabemos lo malo que fue Sendero Luminoso (SL) y que todos están de acuerdo en eso, sin embargo, si bien hay coincidencia en la idea de que Sendero fue malo para el país, no existe consenso en lo que hizo que esta organización política se convirtiese en ese mal que azotó al Perú a fines del siglo XX.
Sé que en el oscurantismo neoliberal en que vivimos, escribir esto me arriesga a ser blanco de observación de los servicios de inteligencia y anti terroristas del país. Si estos mismos leyeran el texto entenderían que no tienen nada de qué preocuparse por lo que diré adelante, aunque dudo que logren entenderlo, conocemos la poca inteligencia de la policía de investigación del país.
Pero pensando en el público que sí busca entendimientos, expondré mis ideas en dos apartados fácilmente identificables, según la forma en que el recuerdo de Sendero es visto desde la derecha o desde la izquierda.

Visión derecha:
Para los liberales y neoliberales peruanos, la maldad de Sendero Luminoso radicó en el hecho de haberse rebelado. Los crímenes y excesos que cometieron son vistos como una extensión del haberse rebelado y, por lo tanto, cualquier otra rebelión podría cometer las mismas atrocidades. Para ellos terrorismo es sinónimo de subversión, y esta es sinónimo de insurgencia, rebeldía, protesta.
Está claro que para la derecha, lo malo no fue la violencia senderista. Por eso no condenan con la misma energía los crímenes que también cometió el Estado esos años, a través de sus fuerzas armadas. La opinión del fujimorismo es la más explícita en este sentido, consideran que los crímenes de Fujimori y las fuerzas armadas se justifican porque se dieron en defensa del Estado, reconociendo apenas algunos “excesos”. Pero de acuerdo a esa lógica, entonces los crímenes de SL también serían solo “excesos”.
Lo mismo vemos en los argumentos del Apra para defender sus crímenes o de otros sectores defendiendo los crímenes de Belaúnde. Existe un sector de la derecha que condena la violencia represiva, pero sin dejar de justificar el origen de su existencia, en tanto era una respuesta a la guerra iniciada por Sendero.
La más clara muestra es la calificación de terrorista al grupo MRTA, que también puso su cuota de sangre en la guerra interna. A pesar de que este grupo no aplicó la violencia desmedida de Sendero y ni siquiera se aproxima a los “excesos” de las fuerzas armadas. El MRTA es condenado por igual que SL por haber iniciado una rebelión armada.
La cosa no queda ahí, pues la constante designación de “terroristas” contra todos los que protestan, muchas veces alterando las leyes (paros, bloqueos, etc), es una muestra de que la maldad del “terrorismo” no se mide por los actos mismos de la guerra, sino por el solo hecho de haberse rebelado. Aunque de acuerdo a esa lógica, habría que condenar también todas las rebeliones del pasado, desde Tupac Amaru, pasando por la Independencia y llegando a personajes liberales como Washington o Piérola, ni qué decir del Apra que en los años 30 aplicó acciones terroristas. Parece que la derecha carece de reflexión histórica.

Visión izquierda:
Para la izquierda peruana, lo malo de SL no fue el acto de rebelarse, pues la rebelión estaría justificada en un contexto de injusticia y exclusión como el que padecía el Perú. Lo malo está en los métodos utilizados por esta organización, el uso excesivo de violencia, el autoritarismo y especialmente que Sendero haya atacado y asesinado a dirigentes populares. Una revolución por el pueblo pero en contra del pueblo, eso es lo que la izquierda reprochó a SL desde que esta organización comenzó a cometer estos actos contradictorios.
Por eso la izquierda sí condena también el accionar de las fuerzas armadas y los gobiernos de turno, así como el de las rondas campesinas en varios casos. Lo malo habría sido la forma de usar la violencia y los crímenes contra los civiles. Por eso también, si bien su condena al MRTA es más benevolente, también le reprochan el haber caído en algunos actos parecidos a los de SL.
Hacen una gran diferenciación entre las guerrillas heroicas de los sesentas y el “terrorismo” de los años ochenta. Entonces lo malo fue el método, la forma, no el derecho de rebelión, que más bien se ha visto afectado por el recuerdo negativo de SL, cuyo nombre es usado por la derecha para deslegitimar cualquier acto de rebeldía. Si bien todo esto es cierto, no es suficiente explicación.

Visión anarca:
Un pequeño sector reconoce que el objetivo de SL fue lo que derivó en la guerra cruenta que protagonizaron. Su objetivo era la toma del poder a través de la guerra, no se trató de una rebelión que buscaba justicia sino una guerra para imponer un régimen autoritario, la violencia generalizada fue parte de su estrategia política.

Yapa:
Queda un pequeño sector que no comparte ninguna de estas visiones, es el senderismo mismo, pero no solo el de los militantes de SL, sino de grupos similares (principalmente maoístas) que consideran necesaria una guerra o un gobierno autoritario para solucionar los problemas del país. En esto son similares al fujimorismo y otras visiones autoritarias de la derecha. Por eso es importante reflexionar sobre la guerra interna, más allá de las causas y consecuencias, entender que cuando “el fin justifica los medios” el desastre es inevitable, poco importa si quien ejecuta esa idea sea de derecha o izquierda. 

Kochero

jueves, 8 de septiembre de 2016

EL MALL EN CUSCO

¿Acaso estas imágenes te parecen Cusco, la capital arqueológica de América?


El mall en el Cusco, es el mayor símbolo del capitalismo y del consumismo desmedido en nuestra ciudad; porque aquí se es feliz sólo con dinero y no te debe importar si tu consumo contribuye a contaminar más nuestro ambiente o a propiciar el consumo local (pues aquí casi todo es importado y hecho en condiciones de explotación y depredación ambiental). Tampoco te debe importar perder tu identidad (es uno de los lugares más alienados), mucho menos importarte si lo que allí comes está lleno de químicos y aditivos. Y por supuesto si quieres sentirte bien frente a tantas fotografías de modelos extranjeros como prototipos de belleza, entonces renuncia a tu diversidad cuál sea tu identidad sexual, étnica o cultural, y orienta tu vida para ser uno de los estereotipos que allí nos imponen.


Las fotos de los modelos que exhiben en sus tiendas comerciales, son blanc@s, esbelt@s, alt@s, y al parecer también son heterosexuales. Esas imágenes pueden estar hasta en Europa y de seguro no desentonarían, pero están en Cusco… un lugar donde aparentemente nos sentimos orgullosos de nuestra identidad andina y amazónica, y la reivindicamos a través de variedad de expresiones, elementos en nuestros espacios públicos e incluso en nuestro vestir.

De todas las fotografías publicitarias que hay en el mal, casi el 80% son de mujeres solas, que son las más vulnerada en estos espacios. No existen niñas, ni mujeres con rasgos andinos, mestizos, o que muestren parte de nuestra diversidad, todas son mujeres estilizadas, sexualizadas y consumidoras. No importa la identidad, el trabajo, el grupo cultural, los ideales, las condiciones físicas, sociales y económicas porque todas debemos aspirar a ser como ellas.

Para estas empresas comerciales, lo prioritario es hacer sobre todo a las mujeres potenciales consumidoras de sus modelos de belleza y felicidad.


¿Cuál es el impacto que causa ver estas imágenes de única belleza de mujer? ¿Qué pensará la niña con rasgos andinos? ¿O la mujer de una comunidad campesina? ¿La trabajadora del hogar? ¿La trabajadora de limpieza de este mismo mall? ¿La estudiante universitaria? ¿La trabajadora del banco? ¿La lesbiana? ¿La madre de 3 hijos? ¿La feminista? ¿La profesora? Y muchas más…

Qué pasará por la mente de todas las mujeres diversas que somos al ver estas imágenes, lo que es seguro es que para muy pocas esto pasará desapercibido. Quizá algunas tengan claro que estas mujeres no las representan, otras se verán influenciadas para llegar a  ser tal cuál esos modelos (por algo existen altos índices de anorexia y bulimia, así como una creciente industria de la dieta y la belleza), y hasta quizá otras se depriman por no poder alcanzar estos ideales para ser aceptadas socialmente y se menospreciarán a sí mismas. Y para los varones estas imágenes les dan los argumentos para decir quién es bella y quién no, y que la mujer es objeto de consumo. 


Las únicas imágenes en este mall que representen a personas andinas son las que están hechas como caricaturas, ¿Qué nos quieren decir?. Y existen otras 2 propagandas más de una empresa de autos que presenta rostros más diversos e incluso una zona arqueológica.


Así en espacios como éste que se supone son para distraernos y pasarla bien, se nos va alimentando de una violencia invisibilizada pero diaria que nos llena de estereotipos que discriminan y sensaciones de falsa felicidad. Violencia que nos hace rechazar nuestra identidad.

Consumir en este sitio, organizar eventos allí o tan solo considerarlo como punto de reunión… es una gran contradicción a todos aquellos y aquellas que venimos luchando contra este sistema capitalista y patriarcal, buscando que algún día tod@s seamos incluid@s y respetados en nuestras diversidades. Estos espacios comerciales jamás podrán suplantar a los espacios públicos, pues no son espacios neutrales, sino están totalmente diseñados e ideologizados para “consumir y alienar”. Si apostamos por contribuir a la construcción de un lugar diverso, justo y solidario para tod@s, sin discriminación y sin violencias… esto también lo demostramos en nuestras coherencias cotidianas y buen ejemplo de ello, es justamente No ir al mall. 


Nota: Todas las fotos presentadas en este artículo son tomadas en el mall de la ciudad del Cusco,  el día 29 de agosto del 2016.


Claudia M. Palomino Valdivia

sábado, 3 de septiembre de 2016

La “guerra” de los libros en Cusco



Los últimos días se ha incrementado la controversia por la realización de la 3ra Feria Internacional del Libro (FIL) de Cusco en el estacionamiento del mall Real Plaza. Sin embargo, circulan opiniones y artículos que se han desviado del tema inicial, combinando denuncias, indicios, suspicacias, chismes y ofensas a las personas involucradas en la organización de este evento, llegando a ataques personales que desmerecen la crítica. Por otra parte, los defensores de la Fil también vienen respondiendo con bajezas a quienes critican el evento.
Personalmente decidí visitar el lugar para tener una opinión más objetiva, confieso que he asistido poco por lo mal que me siento en ese lugar. Atravesando ese templo de consumismo y enajenación que es el mall, ingresé a la Fil para constatar algunas cosas y apreciar otras que no había visto hasta el momento.

Reincidencia
La crítica fundamental en las 3 ediciones de la Fil está centrada en el lugar en el que lo realizan: el estacionamiento de un centro comercial, un lugar que fomenta la alienación y todas las injusticias de la sociedad actual. Al sólo ingresar a ese lugar los escaparates y la publicidad nos dicen que somos feos, pobres, indios; que una chica debe ser blanca y delgada para sentirse bien, que debemos comprar sus ofertas para “ser como ellos”. Tal vez por eso en la Fil no vemos una señora similar a la que figura en su afiche, porque el mall es un lugar excluyente.
Las críticas que ha soportado la feria están vinculadas al local: ambiente tétrico, pésima acústica, ausencia de baños, ausencia de lugares donde sentarse, asistencia mínima de público en las actividades internas. A lo que se suma la poca señalización para ingresar a la feria. Tal parece que el principal objetivo de la elección del local es favorecer al mall y fomentar en la población la alienación cultural. Esto es grave si tomamos en cuenta que un buen sector del público son los estudiantes traídos de instituciones educativas, un público apetecido por el Real Plaza.
La organización estuvo nuevamente en manos de un grupo de profesionales apodados “los jotitas de Lucho Nieto”, pues aunque este prestigioso escritor ya no trabaja en la DDC, la organización de la feria sigue en manos del equipo que trabajaba estrechamente con él. Discrepo con quienes han llevado la crítica a temas personales, pero coincido en que la principal motivación de esa lluvia de críticas es originada por la actitud arrogante de estas personas, al no haber tomado en cuenta nuestras múltiples opiniones y exigencias de que el evento se realizara en otro lugar. La indignación se incrementó cuando, en una actitud entre inocente y cínica, convocaron a elegir el color del fondo del afiche. Tal parece que aplican la misma lógica nefasta con que las mineras aplican la Consulta Previa.

Recargados
Por la razón anterior (los oídos sordos), en esta edición los problemas vienen recargados.
Debido al cuestionamiento de varios escritores y su negativa a participar en la feria, este evento me recuerda a esas olimpiadas durante la “guerra fría”, cuando EEUU boicoteó las olimpiadas de Moscú y estas se desarrollaron sin la participación de varios países, haciendo que Rusia se lleve muchas medallas y algunos que nunca ganaban pudieran obtener las suyas.
En la 3ra Fil, los invitados locales son escritores no muy conocidos, sucede lo mismo con muchos comentaristas. Al margen de la calidad de su trabajo, el hecho es que figuran gracias a que no están los “famositos”. Está muy bien promover a todos los escritores posibles, pero tampoco excluir a quienes han tenido una opinión crítica. Que un prestigioso escritor local haya declinado en presentar su libro que ya estaba programado en la Fil (con una sentida carta) dice mucho sobre este aspecto. Aunque la comparación no es muy adecuada, mencionaré que cuando en un hospital se requiere una cirugía importante no se llama a los practicantes.
Entre comentaristas locales de prestigio, hay uno que participa 8 veces y otra en 6, esa reiteración evidencia el vacío que ha dejado la no participación de los escritores críticos a la Fil. En mi caso personal fui invitado a participar en una actividad, pero a última hora me dijeron que asuma otra.

Resentidos
Ante la lluvia de críticas, Luis Nieto escribió en su Facebook que se trataba de “resentidos”. Esta opinión (no sólo de Nieto) requiere algunas aclaraciones.
La mayoría de las críticas a la Fil no mencionan la incuestionable calidad literaria o artística de por ejemplo Lucho Nieto o Jorge Vargas, lo que se cuestiona es la forma en que están cumpliendo (o cumplieron) su trabajo administrativo en la DDC, específicamente la organización de la Fil. Aunque hay unos pocos que aprovecharon la ocasión para denigrar a los responsables de la Fil, no es el caso de la mayoría.
Se insinúa que las críticas vienen de gente que no recibió apoyo de la DDC. Este argumento es muy cínico, pues esos “criticones” tienen razones para estar molestos ante la marginación y maltrato de una entidad que debiera brindarles todas las facilidades posibles. Pero además no es cierto, pues entre los críticos también hay personas que han recibido algún apoyo de la DDC, en mi caso he realizado algunos trabajos con ellos y están publicando un libro colectivo que yo he impulsado, pero esto no me obliga a defender lo indefendible (ese apoyo que nos dan no es un favor, es su deber).
Otro argumento es que se trata de choque de egos. Algunos escritores se quejaron de que la invitación fuera tardía y no la hicieran por escrito. En mi caso particular no me importa que me inviten por Facebook, pero comprendo que personas con cierta trayectoria esperen por lo menos una invitación formal, un pequeño gesto de reconocimiento.
Al caldearse los humos, han saltado muchas críticas sobre maltratos a los artistas y probables casos de corrupción. Estos temas deberán ser aclarados o denunciados, pero aunque entiendo la indignación de escritores y artistas, los llamo a no desviarnos del tema central: la Fil y su empecinada realización en el estacionamiento del mayor lugar de alienación en Cusco.

Reaccionarios
Esta feria parece haber dividido a los trabajadores de la cultura en Cusco en dos bandos. Los defensores de la feria tienen una actitud que la izquierda solía llamar de “reaccionarios”, porque se trata de una reacción defensiva ante los cuestionamientos. En la mayoría de casos se trata de amigos de los organizadores, que repiten esa fea costumbre de defender a sus amigos o familiares al margen de lo bien o mal que estén haciendo las cosas.
Esa defensa se dedica a agredir y desprestigiar a los críticos, en una actitud similar al fujimorismo ante las masivas marchas en su contra, en la pasada campaña electoral. Es curioso que algunos de los que participaron en las marchas antikeiko ahora hagan exactamente lo que le critican al fujimorismo. Otro error es creer que si uno critica la feria no tendría que participar en ella, y quienes participan debieran estar callados, felizmente la mayoría está aclarando que no comparte los extremos pero tiene una posición propia, y ya es casi un consenso que no se debería realizar en ese lugar.
Leí por ahí que las críticas las hacían unos “autodenominados escritores”, como si el haber publicado libros y ganado premios no fuera suficiente para ser considerados escritores. Pero además de esto, pareciera que fuera un tema sólo de escritores reconocidos, como si los demás no tuvieran el derecho de opinar. No señores, el público asistente, los lectores, también tienen derecho a opinar sobre el asunto. 
Algunos defensores de la feria -“jotitas” voluntarios- argumentan cosas que incrementan la indignación. Alguno dice por ahí que en Cusco no existe otro lugar techado de la extensión que requiere la feria, demostrando simplemente que no conoce el Cusco. Hay defensores de la feria que se han convertido en defensores del mall, argumentando que esa es la cultura moderna. Así queda claro que el objetivo del evento es atraer más gente al mall, “civilizar a estos indios” que por extrañas razones aún siguen comprando en ferias y mercados tradicionales.

Riesgos y retos
El reto ahora es superar todas estas deficiencias en eventos posteriores, pero esto no sólo pasa por el cambio de personal en la DDC o incluso el cambio de local. El problema no son las personas sino la lógica que está detrás. Los intereses económicos y culturales que exigen hacer la Fil en el estacionamiento del mall, son tan fuertes que aun sacando a los “jotitas” de la DDC, podría reincidirse en esta terquedad; o podría llevarse el evento a otro centro comercial.
Y para todos los que han levantado su voz de indignación y crítica, el reto es organizar una feria del libro, más modesta, pero más autónoma y participativa. Demostrarles que todo lo que hemos dicho se puede hacer, lo podemos hacer.

Y un reto adicional es detener la invasión de esa lógica consumista y alienante del neoliberalismo, que pretende arrasar con todas nuestras culturas. Difundir las razones de porqué está mal que se construyan más malls y centros comerciales, rescatar espacios amenazados como la ex Estación de Wanchaq, que podría convertirse en un parque (respondiendo a la falta de áreas verdes en la ciudad) pero pretenden convertirla en un segundo mall, y esto sólo como un ejemplo. 

Roberto Ojeda