lunes, 11 de noviembre de 2013

El compañero Hugo Blanco

Para la revista Inkari-Qollari (Proyecto Qosqoruna Intercultural del Gobierno Regional del Cusco) me pidieron escribir sobre un personaje histórico del Cusco, revisando entre tantas personas admirables que ha producido esta tierra, llegué a la conclusión de que el personaje más importante (por su trascendencia histórica) del siglo XX era el compañero Hugo Blanco, así que escribí este texto. Pero parece que a alguien no le pareció y no fue publicado, no sé si por sensura o por sonsera, la cosa es que aquí lo publico de todas maneras.

Nacido en Huanoquite en 1934, creció entre indios, piqchando coca y hablando quechua. Como muchos jóvenes de su tiempo, Hugo Blanco Galdós viajó a estudiar agronomía en Argentina. Allá se dio cuenta que acabando sus estudios tendría que trabajar para los abusivos gamonales, así que dejó la universidad y se fue a trabajar con los obreros. Volvió al Perú con ideología trotskista y se unió a los sindicatos campesinos de La Convención, convirtiéndose en un campesino más.
Desde la hacienda Chaupimayo, terminó liderando la rebelión campesina más importante del Perú del siglo XX. En 1962 los campesinos de la Convención se cansaron de esperar la reforma agraria y decidieron hacerla ellos mismos, tomando las tierras de sus patrones. Para defenderse de la policía organizaron una brigada liderada por Hugo Blanco, los hacendados dijeron que era una “guerrilla”. Blanco fue apresado difícilmente, aún hoy se cuenta que cuando estaban por atraparlo se convertía en burro, en zorro, en otros animales y evadía a sus perseguidores. Cayó finalmente, pero el gobierno militar de entonces tuvo que emitir una Ley reconociendo la reforma agraria en La Convención y Lares.
Hugo, el compañero de los campesinos, fue condenado a 25 años de prisión. Lo querían condenar a pena de muerte, pero protestó gente de todo el mundo y le redujeron la pena. Fue liberado por el gobierno de Velasco Alvarado en 1970, pero luego el mismo gobierno lo deportó por discrepancias en la aplicación de la Ley de Reforma Agraria (la que decretó Velasco, y que liquidó el gamonalismo en la sierra).
Estuvo en Chile hasta que el golpe de Pinochet lo hiso refugiarse en Suecia. Volvió al Perú en 1976, fue elegido miembro de la Asamblea Constituyente con una de las más altas votaciones de esas elecciones. Fue diputado hasta 1985, después volvió a activar como integrante de la Confederación Campesina del Perú y casi es eliminado en una represión del gobierno aprista en Pucallpa. Fue senador en 1990, pero ante el golpe de Fujimori prefirió salir del país, amenazado de muerte por el gobierno y por el grupo extremista Sendero Luminoso.
En México conoció a los zapatistas y decidió apoyar fuertemente los movimientos indígenas en defensa de sus derechos y en defensa de Pachamama. Volvió al Perú para participar en las luchas contra la dictadura fujimorista. En 2003 estuvo a punto de morir, pero nuevamente, la solidaridad internacional salvó su vida. Desde el 2006 dirige el periódico “Lucha Indígena”, un medio alternativo de los pocos que difunden las noticias de los pueblos indígenas del Perú.

El 2008 fue detenido por el gobierno aprista, pero otra campaña internacional muy rápida logró liberarlo inmediatamente. Hugo sigue siendo el compañero, ahora el compañero que cuenta su historia y acompaña a quienes quieren vivir en un mundo más justo y armónico con la naturaleza, especialmente sus hermanos indígenas de aquí y de todo el mundo. El hombre que desafió a los poderosos de hace 60 años, ahora acompaña y da fuerza a quienes hoy desafían a los poderosos de turno.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

La lista de pueblos indígenas es incompleta


El Ministerio de Cultura ha publicado la lista de pueblos indígenas identificados en el Perú, la lista incluye un total de 52 pueblos, la mayoría en la Amazonía y en la sierra solo 4 pueblos: quechua, aymara, uro y jaqaru.
La lista parece ignorar a los pueblos que no conservan su lengua originaria, aunque se contradice con lo que el propio Indepa dice en su propia página: 
"La lengua constituye una de las principales instituciones sociales y culturales de un pueblo indígena u originario. Por ello es uno de los criterios objetivos considerados por el Viceministerio para identificar a un pueblo indígena u originario; sin embargo, no es un factor determinante. Un pueblo puede no conservar su lengua ancestral, pero conservar otras instituciones sociales y culturales propias, como por ejemplo, su organización, sus ritos sagrados, entre otros".
Como ejemplo cita al pueblo uro que actualmente ha perdido su idioma original y se comunican en aymara. Pero de acuerdo a esta consideración, entonces también habría que incluir en la lista a los pueblos de la sierra norte y de la costa que no conservan sus idiomas originarios, tales como los wayakundos, tallanes, moches, kullis. Pueblos que cumplen con otros de los criterios de selección.
Pregunto por ejemplo si la comunidad indígena de San Pedro de Lloc (La Libertad) dejó de ser indígena solo porque le cambiaron el nombre de comunidad indígena a comunidad campesina (de ser el caso lo mismo ocurriría con los quechuas y aymaras).
¿Y los quechuas que perdieron el uso de la lengua quechua en el último siglo, como los Huarochiris por ejemplo?
La lista del Ministerio es arbitraria e incompleta, aunque entre sus méritos está el reconocimiento implícito a la identidad indígena de los cañaris de Lambayeque, al incluir su nombre como una de las variedades del pueblo quechua. En este aspecto también es necesario incluir todas las variadas denominaciones de estos pueblos, producto de la existenccia de varias nacionalidades que aún se mantienen bajo la denominación generalizada de quechuas (como los k'anas del sur de Cusco, por poner un ejemplo).
A los señores del ministerio les pediríamos que trabajen, y no solo copien lo ya difundido comunmente; su tarea es identificar las identidades ocultadas por el colonialismo imperante.

domingo, 6 de octubre de 2013

“¿Cuáles terroristas?”

Criminalización de la protesta en Cusco durante la guerra interna






Roberto Ojeda Escalante


“En los tiempos de mi abuelo a los que pensaban diferente les decían masones, en los tiempos de mi padre a los que pensaban diferente les decían comunistas, en estos tiempos a los que pensamos diferente nos dicen terroristas”
(Testimonio anónimo)


Finalizando el año 2002 tuve la suerte de colaborar con la Comisión de la Verdad y Reconciliación en el tema de historias regionales, allí elaboramos un registro histórico de los sucesos relacionados a la guerra interna en el Cusco, el mismo que 10 años después ha vuelto a formularme nuevas interrogantes que intento responder en estas páginas.
La guerra interna tuvo como principales escenarios a las regiones del centro-sur andino peruano y la capital, por lo que existen varios estudios sobre estas regiones. Sin embargo, es importante recordar que llegó a extenderse casi a todo el territorio peruano, y resulta intersante conocer cómo fue vivida en las zonas “periféricas” del conflicto. En el caso cusqueño, la guerra prácticamente rodea la región, penetrando por el sur y el norte del departamento, pero sin llegar a instalarse en el centro del Cusco. En este lugar, Sendero enfrentó una fuerte resistencia de la izquierda local, una historia poco conocida hoy en día y que merece ser contada para conocer la complejidad del conflicto interno.

En este artículo también intento explorar cómo el concepto de “terrorismo” fue creciendo hasta que su sola pronunciación generaba miedo. Lo hago desde Cusco, usando como principal fuente los archivos del diario El Sol, que muestra las posiciones oficiales y en cierta medida la opinión pública (fue similar con los demás medios, pero prefiero ver cómo esa percepción se va modificando dentro del mismo periódico), a través de hechos no tan conocidos, pero que van recordándonos que, aunque la guerra aquí no fue tan fuerte, logró destruir los poderosos movimientos sociales de la región.

El “Cusco rojo” en tiempos “infantiles”

La izquierda cusqueña tuvo una larga tradición en la segunda mitad del siglo XX, incluyendo la rebelión campesina de La Convención a inicios de los 60, las guerrillas derrotadas en 1965, las tomas de tierras que siguieron a la reforma agraria, las huelgas universitarias de los 70. Estos hechos impulsaron el crecimiento de organizaciones marxistas que le denominaron “Cusco rojo”. Tal era el crecimiento de la izquierda en Cusco que la principal oposición del gobierno reformista de Velasco fue ejercida por grupos comunistas.

En ese panorama, Sendero Luminoso era uno de los grupos a quienes los partidos más importantes calificaban de “infantiles de izquierda” (nombre derivado de un escrito de Lenin), pues proponían iniciar una revolución radical cuanto antes, suponiendo que el pueblo iba a seguirlos. Los infantiles planteaban la necesidad de usar la violencia extrema como método, es falso que el estado desconociese su existencia antes de 1980, lo que sucedía era que nadie les daba mayor importancia.

“…Era tal su lejanía y tan escasa su presencia en el movimiento de masas que ni siquiera fueron perseguidos. A diferencia de las otras organizaciones, ningún dirigente senderista fue deportado y solamente Guzmán fue detenido, por error, pero liberado rápidamente…” (Hinojosa 1999:85)

Veamos testimonios cusqueños de la época: “A esto debemos sumar que las organizaciones campesinas influenciadas por el anarco-infantilismo de Bandera Roja y Sendero Luminoso, como Federación Departamental de Ayacucho, bases de Ancash y Cusco, se encuentran desarmadas y con una dirección … de manera parcial y sin ninguna perspectiva…” (PCR 1977)

El informe de la CVR también concluye que en el Cusco, Sendero “…representaba una organización minúscula en ese mundo político copado por fuerzas políticas de la izquierda no senderista, que dominaba el escenario social, tanto campesino como urbano”. (CVR 2003:287)

La guerra ajena

En Cusco los primeros años de la guerra interna se vieron como una guerra cercana pero a la vez ajena, algo que sucedía en Ayacucho y Apurimac. El gobierno de turno calificó a los senderistas como “delincuentes terroristas” y así se inició el uso del término. También generalizaron a todos los izquierdistas como simpatizantes de Sendero, y esta criminalización de los izquierdistas llegó a Cusco más que el propio Sendero.

En respuesta a estos hechos se funda uno de los primeros comités de derechos humanos del país, el CODEH-Cusco, que fue presidido por el izquierdista Daniel Estrada Pérez. En la provincia de Canchis, Sendero llegó a realizar 27 acciones, pero su líder Edmundo Cox es capturado prontamente en 1981. Mientras tanto, el gobierno empieza a detener dirigentes acusándolos de “terroristas”, como ejemplo en junio de 1983 dirigentes de Izquierda Unida (IU) son detenidos en una asamblea, acusados de terrorismo. Hecho que motivó que llegara desde lima una comisión de IU encabezada por el diputado Manuel Damnert.

A fines de 1982 el gobierno entrega la zona en emergencia de Ayacucho a las Fuerzas Armadas. La guerra crece y Sendero realiza ataques armados, asesinatos públicos y masacres; mientras el ejército realiza otras tantas violaciones de derechos humanos. La idea de que estamos ante terroristas se va convirtiendo en sentido común, sin embargo, Cusco aún no siente su brutalidad. El 8 de julio de 1983 aparecen pintas de Sendero con la sigla PCP y el símbolo de la hoz y el martillo en los muros inkas de Hatunrumiyoc, produciendo indignación de un buen sector de la población, que empezaba a valorar el patrimonio monumental inka como parte de la identidad cusqueña. Sendero se mostraba ajeno al sentimiento local.

En 1983 Daniel Estrada es electo alcalde por IU. La izquierda cusqueña crece también en la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco (UNSAAC), donde se producen enfrentamientos violentos en julio de 1983, enero y agosto de 1984, noviembre de 1985; protagonizados por partidos como FER, PCR e IU, enfrentados al ARE (juventud del socialdemócrata APRA); Sendero solo figura como infiltrado.

El Cusco es doblemente cercado

A fines de 1984 surge el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), una guerrilla de corte “guevarista” con poca presencia en Cusco durante esa década y apenas si se diferenciaba de otros partidos. El gobierno aprista inicia en 1985 reduciendo las acciones militares y el conflicto parece disminuir. Pero esto se desvanece cuando el gobierno masacra a presos senderistas amotinados en penales de Lima en 1986, como respuesta crece la violencia senderista, el MRTA reinicia acciones y crece también la represión.

Sendero realiza varios ataques a puestos policiales y autoridades, entre 1984 y 1986 se concentra en la provincia de La Convención. El 24 de noviembre de 1984, fuerzas represivas provenientes de Ayacucho masacran a comuneros de Lucmahuayco y apresan a los sobrevivientes acusándolos de senderistas, la provincia es declarada en Estado de Emergencia, a pesar de que un cabildo abierto el 25 de mayo de 1985 se opone a esta medida.

Mientras tanto, el movimiento social cusqueño se fortalecía organizando el Frente Único de Defensa de los Intereses del Cusco (FUDIC). Al no poder convencerlos, Sendero se enfrenta a la izquierda, incluso el FER Bolchevique se arma para defenderse de los senderistas. En julio de 1987 y noviembre de 1988 se dan enfrentamientos. En abril de 1989 Sendero embandera la universidad, el 6 de julio mata al estudiante Walter Huayllani, dirigente del PC. En setiembre de ese año se producen enfrentamientos con petardos en la universidad. El 12 de julio de 1991 matan al catedrático Iván Pérez Ruibal, asesor del alcalde Estrada, el 14 de agosto de 1991 queman ánforas en las elecciones de la Federación Universitaria de Cusco (FUC) y matan al dirigente izquierdista Guyen Hilares.

Las acciones de Sendero crecen en provincias altas, y mientras la izquierda resiste la violencia senderista, el gobierno criminaliza a esa izquierda. El Apra conforma un Frente de Defensa de la Democracia en febrero de 1987, que exigía al gobierno “…mano férrea en su lucha contra la subversión…”, realiza marchas por “la democracia” el 18 de febrero y el 18 de mayo, un día antes del paro nacional. A pesar de estos hechos el 1 de mayo de 1989, el propio Comandante de la IV Región Militar afirma que los últimos atentados “…no fueron atentados sino más que nada un asunto de políticos que quisieron hacer notar su presencia en razón a un congreso en esta ciudad de otro partido político” (El Sol 1-5-1989). El gobierno inflaba la presencia de Sendero en Cusco, pero los hechos lo contradecían.

Entre 1987 y 1990 las páginas del diario El Sol registran al menos 9 casos de violaciones de derechos humanos por parte del gobierno, incluyendo cuatro homicidios, detenciones arbitrarias, represión a protestas, golpizas policiales; la mayoría contra dirigentes o izquierdistas (curiosamente no hay mención a dos masacres de campesinos en Chumbivilcas). El “Cusco Rojo” resistía así las agresiones de Sendero y de la represión estatal.

Los abigeos que fingían ser terroristas

Sendero ingresó a las “provincias altas” enfrentando al abigeato para ganarse la simpatía de las comunidades, pero halló el rechazo de federaciones campesinas como la de Espinar, que en 1987 crearon rondas campesinas para enfrentar el abigeato, las que pronto se extienden a otras provincias, (Bonilla 1995; Ideele 1999) Con las rondas Sendero pierde su principal “caballito de batalla” en la zona y se vengará matando ronderos en 1991.

Un caso no bien estudiado es la presencia de “falsos terroristas”, grupos de asaltantes y abigeos que para causar miedo decían ser senderistas. Su presencia está registrada en Acomayo (1988), Curahuasi y Limatambo (1989), Chinchaypucyo y Espinar (1990), Tancarpata (1991), Chumbivilcas (1992) y en Quincemil (1993), pero en este último se hacían pasar del MRTA, quizás porque esos años Sendero ya se hallaba debilitado y resultaría difícil creerles una repentina reaparición. En algunos de esos lugares los pobladores aún cuentan como esos abigeos “fingían ser terrucos”.

En Espinar un poblador declara “…ni la policía ni las autoridades judiciales de Espinar quieren capturarlos y sancionarles de acuerdo a Ley, porque parece que tienen temor” (El Sol, 16-3-1990). Parece que los delincuentes usaban el nombre de Sendero para causar mayor temor a la población. Esto muestra que ese nombre estaba identificado con el terror en la mente de la población, pero también devela que en esas zonas Sendero no tenía tanta fuerza, pues de lo contrario los delincuentes hubieran tenido miedo a sus represalias.

La agonía del Cusco rojo

Mientras Sendero y la represión sembraban el terror en provincias altas, el MRTA lograba regular presencia en La Convención. Mientras tanto, en la zona central de la región el movimiento social se fortalecía, el 12 de octubre de 1990 las principales autoridades y organizaciones constituyeron el Frente de Defensa de los Intereses de la Región Inca. Cusco había resistido al terrorismo presisamente cuando este crecía enormemente en el país, pero ahora le tocaba resistir la represión y criminalización del gobierno.

El 19 de marzo de 1991 El Sol acusa al senador Hugo Blanco de estar “… azuzando a los productores agrícolas a romper el asfalto y colocar grandes rocas en las carreteras”. El día siguiente la policía mata de un balazo a un campesino en Pucyura, durante la huelga agraria, el Sol insinúa que la culpa era de los “azuzadores”.

En conferencia de prensa el Frente pide se derogue el D.S: 009 que militariza provincias altas, el dirigente campesino Crecencio Merma “denunció que se ha llegado al extremo de prohibir que las campesinas usen faldas de color rojo y que los varones tampoco utilicen ponchos de ese color porque según indicó el rojo es el símbolo comunista” (El Sol 25-4-91)

El 10 de julio concluye el estado de emergencia en provincias altas y se retira el ejército. Pero la unidad del movimiento social se va deteriorando por discrepancias y caudillismos internos, el 1 de mayo de 1992 se realizan dos mítines por el día del trabajo, FDTC en la plaza Limacpampa y FEDETAC en la plaza San Francisco.

Los terroristas todavía tendrán fuerza para realizar un motín en Quencoro a fines de 1991, con el saldo de 21 heridos. Pero luego del “autogolpe” de Fujimori la situación cambia. Operativos policiales ingresan a la Universidad, el gobierno anuncia cadena perpetua y 30 años para los terroristas, así como la realización de sus procesos en los penales, con jueces “sin rostro” (anónimos). También creará la ley de arrepentimiento, que liberaba a acusados de terrorismo que denunciaran a otros subversivos. Esta ley sirvió para inculpar a mucha gente, especialmente izquierdistas. Así, quienes más habían luchado contra Sendero ahora eran perseguidos como “terroristas”.

Los principales dirigentes del MRTA y Sendero son capturados el año 1992, estos grupos quedan debilitados y poco a poco caen detenidos sus militantes. Sendero perdía el temor que había causado, el 29 de setiembre de 1992 El Sol informa que los pasajeros de un carro entre Espinar y Santo Tomás atraparon a dos terroristas que intentaron asaltarlos. En marzo de 1993 se produce una fuga de senderistas y emerretistas del penal de Qenqoro, el MRTA desplaza a Sendero en la cantidad de acciones, pero finalmente es desarticulado.

La guerra prolongada

El 27 de agosto de 1993 se anuncia de los primeros 6 que se acogieron a la ley de arrepentimiento en Cusco, luego la policía instala comités de autodefensa y el 13 de noviembre se anuncia nueva declaratoria de emergencia en cuatro provincias. En lugar de anunciar el triunfo en la guerra, el gobierno fujimorista prolonga sus leyes “anti terroristas”, que se extienden persiguiendo y criminalizando a todo “sospechoso”. En Cusco la policía presenta varios detenidos que a fines de los 90 serían liberados, al probarse que no pertenecían a dichos grupos.

La represión era tanta que muchos ocultaron y hasta quemaron sus libros, para que no los inculparan por comunistas. El régimen de Fujimori convirtió “terrorismo” en sinónimo de “comunismo”, la hoz y el martillo fu vista por la opinión pública como un símbolo terrorista.

Al movimiento social cusqueño le costó más de 15 años reorganizarse. A partir del 2008 estallaron rebeliones populares contra políticas económicas extractivistas: Canchis, Chumbivilcas, Espinar, La Convención; curiosamente estos movimientos sociales han surgido en las provincias más golpeadas por la guerra en los años pasados. Aunque los líderes de estas protestas son críticos de Sendero y del comunismo, los gobiernos de turno los han acusado de ser o estar azuzados por comunistas, “chavistas” o terroristas; se ha criminalizado la protesta y reprimido violentamente.

Hace 10 años, el informe final de la CVR intentó cerrar el tiempo de la guerra y abrir el tiempo de la reconciliación, pero no se puede reconciliar sin sanciones a los culpables y mientras algunos de los actores del conflicto siguen ocupando instancias de gobierno (el fujimorismo). El gobierno actual intenta impulsar la ley del “negacionismo”, que propone sancionar a todo el que no utilice el término terrorista para referirse a los subversivos del pasado reciente (escribir un artículo como este ya me pone en peligro). El término terrorismo se ha usado tantas veces y de tantas formas que muchos coinciden en señalar que no es una categoría válida para calificar a una organización determinada. Los nazis llamaron terroristas a los rebeldes de Varsovia, Nelson Mandela fue condenado por terrorismo en Sudáfrica, como lo están hoy algunos líderes indígenas en Estados Unidos o Chile. En el Perú actual, “terrorista” es más un insulto que un concepto específico, ¿no sería mejor hacer que el mismo nombre de Sendero quede identificado con la violencia, como son hoy en día los términos nazi o fascista?

Generalmente las guerras terminan con el triunfo de una de las partes en conflicto (en este caso la ultra derecha), pero esto no garantiza la paz. Es necesario recuperar todas nuestras memorias, especialmente de quienes no fueron actores directos del conflicto pero padecieron y enfrentaron -heroicamente- sus violencias.



Referencias bibliográficas

Archivo del Diario El Sol. Cusco, años 1981-1996

BONILLA AGUAYO, Jenifer. Rondas comunales: seguridad, resolución de conflictos y sistema de administración de justicia en comunidades del Cusco. Separata, Cusco 1995.

CVR. Informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Lima, CVR, 2003.

HINOJOSA, Iván. “Sobre parientes pobres y nuevos ricos: las relaciones entre Sendero Luminoso y la izquierda radical peruana”. En Los senderos insólitos del Perú, editado por Steve J. Stern, Lima, IEP-UNSCH, 1999.

IDEELE. “Espinar, rondas en las alturas”. Informe en Ideele N° 122, Lima 1999.

PCR. El campesinado y la revolución democrático popular. Documento del Partido Comunista Revolucionario, Cusco 1977.

El funeral del cerro

jueves, 22 de agosto de 2013

Los enemigos de Garcilaso: La construcción de la historia de los inkas

Roberto Ojeda Escalante
La historia la conocemos según la versión de quien la relata. Nuestros abuelos nos cuentan lo que quieren que sepamos, del mismo modo lo hacen los profesores, pero mientras los abuelos nos cuentan la versión de nuestra familia, los profesores obedecen a una visión más amplia, que puede ser la del Estado, la de una clase social o la de una ideología a la que ellos pertenezcan. La historia nunca es neutra cuando se relata. Por eso es importante entender cómo se construyen y reconstruyen las diferentes versiones de la historia, y cómo algunas de estas llegan a oficializarse.
Si bien la forma más común en que conocemos la historia es por los relatos de los profesores, estos a su vez obedecen a relatos más estructurados elaborados por los “intelectuales”. Una de las mejores formas de ejemplificar esto es revisando la construcción y reconstrucción de la historia inka durante los últimos 400 años.
La historia prehispánica según los invasores
Una vez conquistado el mundo andino por Europa, la historia de su largo pasado pasó al formato escrito en algunas obras editadas en España a mediados del siglo XVI. Hasta entonces, la historia andina había tenido otras múltiples formas de relatarse, pero con la invasión europea llegó también uno de los pocos inventos[1] que aportarían mucho en esta parte del mundo: la escritura alfabética.[2]
Los primeros textos que se escriben sobre los andes son las crónicas de la conquista, que son relatos de las “hazañas” y de los hechos de los conquistadores, algo así como las crónicas periodísticas de la actualidad[3], sin mayor interés historiográfico. Ya a mediados del siglo XVI aparecen en España los libros de López de Gómara (1552), Cieza de León (1553), Bartolomé de Las Casas y Agustín de Zárate (1555), que relatan la historia prehispánica de América (Gómara y Las Casas) o el Perú (Cieza y Zárate). La intención de estos autores es dar a conocer la historia de los pueblos conquistados, en un afán historiográfico sin desprenderse de los prejuicios propios de su entorno cultural (occidental-católico), aun así, en el caso de Cieza y Las Casas es clara una identificación con los vencidos y su defensa de los indígenas.
Esos textos se convierten en la principal fuente para historiadores posteriores, insertando algunas ideas que se generalizan con el paso de los años. Varios cronistas escriben por encargo de las autoridades durante el siglo XVI, pero sus obras no llegan a publicarse, aunque sus manuscritos suelen ser revisados por autores un poco posteriores, pues los documentos de este tipo circulaban más o menos por los mismos espacios (la escritura no estaba tan difundida en esos años). La mayoría de los escritos que se producen en la segunda mitad del XVI intentan justificar la invasión (eran ordenados por las autoridades) y la principal justificación que encuentran es la necesaria evangelización de los indios. Esto es más organizado durante el gobierno del virrey Toledo (1568-1580), las obras de Polo, Cabello Balboa, Molina y Sarmiento principalmente, pero también las “visitas” que realizan diversos funcionarios.
Visión cristiana de la historia andina
En la década siguiente surge una nueva corriente encabezada por los jesuitas. Esta orden religiosa surgió en la segunda mitad del siglo XVI con el objetivo de combatir la reforma que había dividido a la cristiandad europea, y halló en la evangelización de América la forma de captar nuevos fieles, por lo que había que evitar la esclavización de los indios. Influenciados por Las Casas, defienden la humanidad de los indígenas para así poder cristianizarlos. Los jesuitas ven en el poder político un rival del poder religioso (divino) y esto influye también en sus acciones. En 1584 se realiza un Concilio en Lima, donde las ideas jesuitas adquieren preponderancia, y entre esas ideas se da la necesidad de reescribir la historia prehispánica, que justifique la evangelización pero condene la invasión.
El jefe de la orden en Perú, José de Acosta, publica la “Historia natural y moral de las indias” en 1590, traducida al inglés en 1604 (nótese la rapidez en que la obra se difunde). Aunque el libro parte de una visión religiosa, busca explicaciones científicas más que providencialistas. En el mismo concilio estuvieron los jesuitas Anello de Oliva y Blas Valera, que también escribieron sobre los inkas, pero no publicaron sus obras. Los jesuitas reinterpretan la historia y los mitos andinos, mostrando que los indígenas estaban prestos a la llegada de la evangelización, pero la violencia de conquistadores y funcionarios coloniales dificultaba esta labor.
Esta idea influye también en autores de otras órdenes (el mercedario Morúa, el Agustino Calancha, etc.) y de mayor manera en indígenas y mestizos. El lucana Guaman Poma y el k’ana Santa Cruz Pachacuti, transcriben muchas características de la forma andina de contar la historia, y la hacen encajar en el discurso cristiano. Ellos van más allá, pues relatan que un apóstol ya había cristianizado a los indígenas siglos atrás[4]. Ambos autores no tuvieron contacto entre sí y sus libros no se publicaron hasta el siglo XX, por eso las coincidencias de sus escritos son una importante muestra del pensamiento andino.
El mestizo Garcilaso de la Vega escribió en España, motivado por escritos anteriores que quiso “corregir” con los “Comentarios reales de los incas”. Parece que su principal inspiración fue parte de la obra inédita de Valera, un jesuita mestizo como él que murió en España. Garcilaso pretende engrandecer a los incas para contrarrestar la visión oficial de la historia, y los muestra también esperando la evangelización[5]. El libro se publicó en 1609 sin mucha suerte, pero lo suficiente como para influir en los historiadores coloniales[6]. La edición de 1723 sí se difundió masivamente en territorio sudamericano, convirtiéndose en el soporte ideológico para lo que hoy denominamos “nacionalismo inca”, los caciques “ingas nobles”[7] usan como principal lectura ese libro, tanto que después de la rebelión de los Tupa Amaru (1780-1783) la represión prohíbe la lectura de Garcilaso.
Visión criolla de la historia
Cuando España es desplazada por Inglaterra como primera potencia mundial, las condiciones permiten triunfar a los criollos independentistas, que organizan repúblicas en los antiguos territorios coloniales. Estos usan un discurso nacional para justificar las nuevas entidades políticas, entonces se retoma la lectura de Garcilaso, se ensalza lo inca y lo cristiano, condenándose solo la violencia y la dominación política española. La visión del pasado inka siguió siendo la que los jesuitas habían construido.
Durante muchos años la república estuvo gobernada por caudillos militares que se hacían elegir presidentes con el respaldo de sus tropas, poco a poco estos militares fueron desplazados por partidos políticos que seguían el modelo del electoralismo norteamericano y europeo,[8] hasta que en 1895, los hacendados intentan gobernar todo el país, para lo que había que unificarlo. Surge entonces una nueva resistencia indígena, agravada por el crecimiento de las haciendas. Los intelectuales oficiales (burgueses y hacendados) consideran la diversidad cultural una traba, mientras surgen voces indigenistas que proponen que la base de la nacionalidad peruana es lo indígena andino. En medio de este debate quedan los que proponen el mestizaje como solución.
A inicios del siglo XX creció el gusto por el pasado y mientras se investigaban lugares arqueológicos, también se redescubrieron libros inéditos de tiempos coloniales. Varias crónicas vieron la luz en las primeras décadas del siglo pasado, los escritos de Betanzos, Sarmiento, Guaman Poma y Santa Cruz Pachacuti enriquecieron las fuentes con que contaban los historiadores hasta entonces. La diversidad de crónicas recién publicadas contradecían varias verdades que se repetían desde el libro de Garcilaso.
Retomando los debates de Garcilaso
La arqueología redescubrió sociedades complejas más antiguas al Tawantinsuyu, de las que apenas se hacía mención en las crónicas. E igual de importantes fueron los aportes de la etnohistoria, que impulsaron a interpretar la diversidad de documentos coloniales, tarea iniciada aún con las publicaciones de Jiménez de la Espada en 1881, pero que serían abordados seriamente en la segunda mitad del siglo XX. Los historiadores modernos comenzaron a formular nuevas teorías sobre la época inka, reinterpretando las crónicas, los documentos coloniales y los hallazgos arqueológicos. Recién en esta etapa se habló del imperio Wari, se diferenció las sociedades moche y chimú, se reinterpretaron las instituciones inkaikas, sus lenguas y creencias.
Una de las acciones de los nuevos historiadores fue condenar a Garcilaso, Rostworowski lo llamó mentiroso, Macera criticó su vida acusándolo de oportunista[9], la mayoría no llegó a esos extremos, pero sí se generalizó la idea de que los “Comentarios reales de los incas” no eran una fuente histórica que nos aproximase a la verdad. Garcilaso había escrito para “corregir” a los autores españoles -tal como lo afirma él mismo-, ponderando e idealizando a sus antepasados inkas, extendiendo el tiempo de su gobierno a 400 años y negando la existencia de civilizaciones antes de ellos. Los historiadores y arqueólogos modernos demostraron que ambas afirmaciones eran falsas, no solo la arqueología probaba que la época inka-imperial duró menos de un siglo, lo decían también algunas crónicas. La desmitificación del idílico “buen gobierno” inka fue más fácil.
En vano los esfuerzos de garcilacistas como Valcárcel, que en 1934 halló importantes vestigios arqueológicos en Saqsaywaman (Cusco) basándose exclusivamente en el libro de Garcilaso. Con los años se prefirió revisar las crónicas tempranas (de mediados del siglo XVI) y los documentos dados a conocer por importantes etnohistoriadores. Sin embargo, así como Garcilaso cayó en errores por ese afán “corrector”, quienes pretendieron corregirlo a él también cayeron en errores aún mayores que los del inca.
Visión mestiza de la historia prehispánica
Ya sabemos las intenciones de Garcilaso al idealizar lo inka, falta saber cuáles fueron las intenciones de quienes pretendieron corregirlo en el siglo XX. Ellos decían que solo el afán de hallar la verdad, pero esto es tan legítimo como las motivaciones de Garcilaso. Nos ayudará a entenderlos el saber de “dónde” vienen, es decir cuál fue el entorno cultural que pudo influir en las hipótesis que formularon y que hoy tomamos como verdades, así como hace 100 años se tomaba como verdad la palabra de Garcilaso.
En el siglo XX, en los países industrializados se impuso la visión científica para comprender la sociedad, crecieron las disciplinas llamadas ciencias sociales y la historia fue incluida en este paradigma. Al ser nuestros países sociedades colonizadas y subalternas, pronto esa nueva tendencia se impuso también aquí. La historia pasó a ser cuestión de especialistas que estudiaban en las universidades, en la segunda mitad del siglo lo principal de la intelectualidad peruana se concentró en las universidades de San Marcos y la Católica. El centralismo de lo académico casi nunca es mencionado, pero basta revisar cómo los autores de Lima casi nunca citan autores provincianos, marginándolos así de su élite.
Los historiadores más difundidos y aceptados son mayormente limeños de un regular o buen nivel socioeconómico, que en su antigarcilasismo podrían esconder una actitud antiandina, propia de la cultura en la que se criaron[10]. Esos años el discurso oficial del Estado ponderaba el mestizaje y la necesidad de unir la nación en un sentido moderno, por lo que seguir avivando las contradicciones entre indigenistas e hispanistas era considerado negativo, visto como una rémora. Había que golpear a los inkaístas, disminuir la idealización del inkario así como la satanización de la colonia, reduciendo los temas raciales.
Por otra parte, la izquierda marxista necesitaba legitimar su discurso en la historia nacional, así que se dedicó a hacerla encajar en sus moldes, encontrando explotación donde Garcilaso veía armonía, y degradación del indígena donde los indigenistas veían resistencia cultural. Así fue que no solo bastó probar que los inkas no eran buenos, había que mostrarlos malos; no bastó con decir que Garcilaso era un apasionado, se llegó a decirle mentiroso. Y a la invasión española se la explicó desde el imperialismo y contradicciones de clase, que no obedecían a una cuestión racial, como lo sentían muchos indigenistas.
400 años después
Y fueron surgiendo hipótesis como que los chancas o los aymaras fueron invasores que destrozaron las culturas pre-existentes; fue el boliviano-polaco Posnasky quien formuló esta idea aún bastante difundida, en la que los actuales aymaras son casi igualados a los españoles en tanto invasores de una civilización anterior. Pero la arqueología no encuentra restos de esas supuestas invasiones sino más bien una continuidad, los aymaras y los chankas simplemente son descendientes de los tiwanakus y waris.
Relacionado a lo anterior es el tema del idioma. La teoría más aceptada sobre el origen de las lenguas quechua y aymara las hace nacer en la costa central, usando entre sus fuentes una mención de la crónica de Morúa. Pero La forma en que las lenguas quechua y aymara habrían viajado desde la costa central hasta el Titicaca contradice la dinámica móvil y cambiante de los idiomas, además, ¿cómo es posible que un idioma nacido junto al mar no conozca la palabra mar?[11] Algunos autores están replanteando estas teorías, ubicando el origen del quechua y aymara en la dispersión que pudo ocasionar la expansión tiwanaku-wari.[12]
No solo Garcilaso fue desdeñado, pasó lo mismo con los cronistas indígenas, incluso apareció la novelesca teoría de que Guaman Poma no fue autor de su libro[13]. Pero ¿qué hay detrás de todo esto? En la sociedad del espectáculo, cada profesional no debe contentarse con hacer su trabajo, está presionado a realizar algo espectacular, algo que lo haga conocido, famoso. Entonces se inventan y reinventan teorías que llamen la atención. Además, estas teorías van acorde al pensamiento hegemónico de turno, cuando el marxismo estaba de moda, algunos autores vieron en los inkas una sociedad casi socialista, con el avance de los estudios científicos se prefirió verlos como un imperio al estilo asiático y así también se quiso ver a los waris. La intención era probar la universalidad de la interpretación marxista de la historia, pero con los años y mayores estudios, estas visiones se van desvaneciendo.[14]
El redescubrimiento de la cultura Caral hiso replantear las explicaciones de cómo se había desarrollado la cultura en los andes, pues demostraba que la civilización nació junto al mar, en pueblos de pescadores que no conocían la cerámica. Habiéndose propagado luego por la zona andina. Lo curioso es que las leyendas sí hablaban de estos lugares y estos procesos.[15] ¿La explicación prehispánica de la historia vuelve a estar presente?
Hoy en día existen conflictos sociales y culturales entre el capitalismo neoliberal y su globalización por un lado, y los pueblos y movimientos indígenas en el otro. Cada “bando” usa su propio discurso histórico. Por un lado, desde la academia se trata de hacer ver que los indígenas eran igual de malos y abusivos que los europeos (invasores aymaras y chankas, guerreros violentos moches e inkas). Por el otro, se llega a idealizar lo prehispánico e indígena para presentarlo como una alternativa ante la crisis de la civilización moderna. Ambas tendencias hacen perder la posibilidad de conocer realmente nuestra historia sin prejuicios.
Pero lo que está claro es que seguimos siendo una sociedad subalterna y es importante liberarnos del síndrome colonial[16] que nos impide aceptar nuestro pasado en su enormidad. Arqueólogos e historiadores siguen andando aislados, no existen cátedras de historia oral en el país (siendo la oralidad la principal forma de transmitir historia en las comunidades), las teorías siguen produciéndose con la venia de la Universidad Católica para tener éxito (si la Católica no lo difunde no es valorado). Hoy tenemos más herramientas que Garcilaso para “corregir” la historia, aprendiendo del pasado para no llegar a exageraciones, pero haciendo que la historia sea útil para nuestros pueblos, que les de fuerza para afrontar los problemas del presente.



[1] Tomando en cuenta de los muchos inventos existentes en los andes, los que trajeron los occidentales no son tantos ni de tanto impacto, salvo algunos cuantos como la rueda, la espada y la escritura, que modificaron la vida antigua.
[2] En las últimas décadas, varios investigadores han ido encontrando suficientes indicios de que sí existía escritura en los andes prehispánicos, pero no llegaba a la tan práctica escritura alfabética que fenicios y griegos heredaron al viejo mundo.
[3] Escritas al gusto del que las paga.
[4] Guaman Poma lo atribuye a San Bartolomé y Pachacuti a Santo Tomás, a quien mezcla con el mítico Thunupa. Ambos autores eran indígenas nobles bastante cristianizados, incluso Guaman Poma tuvo contacto con Morúa y probablemente ilustró algunos dibujos de la crónica del mercedario.
[5] Pone en palabras de Wayna Qapaq la idea de que existía un dios superior al sol.
[6] Montesinos, Cobo, Esquivel y Navia; todos usan como principal fuente a Garcilaso.
[7] Los caciques eran descendientes de los antiguos gobernantes andinos llamados kuraqas, los que descendían de las panakas y funcionarios inkas se llamaban además “ingas nobles”. La mayoría de los líderes rebeldes provenían de este sector.
[8] Los tiempos republicanos tuvieron al país bastante desorganizado, mientras los militares peleaban por el poder como los antiguos romanos, las provincias comenzaron a ser gobernadas en la práctica por los hacendados, cuando estos crecieron como clase dominante, se organizaron y tomaron el poder acaudillados por Piérola en lo que se conoce como la “república aristocrática”.
[9] Años después, Macera mismo participó de un transfuguismo político muy criticado, como prueba de que la historia suele repetirse, a veces como tragedia y a veces como comedia, tal como lo dijo Marx.
[10] Es una curiosa coincidencia que varios tengan apellidos extranjeros y hasta sean extranjeros.
[11] En quechua al mar se le denomina “mama qocha”, madre laguna. A diferencia del quingnam de los chimú que tiene la plabra Ni y que es además su principal deidad.
[12] Ver por ejemplo “La arqueología wari y la dispersión del quechua” de Isbell.
[13] Los famosos documentos Miccinelli aparecidos en Europa y que demostrarían que el libro de Guaman Poma en realidad fue escrito por Valera. Se armó toda una especulación con estos documentos, pero no los mostraron libremente a los escépticos, generando más dudas. Hay suficientes contradicciones lingüísticas para sospechar que se trata de un fraude.
[14] Principalmente porque la sociedad andina muestra características originales y más complejas que las teorías modernas, y porque los propios estudios modernos van encontrando restos arqueológicos que obligan a reinterpretar estas teorías.
[15] El mito de Pachakamak y Wichama (Teruel y Calancha)
[16] Término difundido por los músicos Pablo Ojeda y Manuelcha Prado, para describir esa mentalidad colonial llena de prejuicios que nos persigue casi inconscientemente, haciéndonos desvalorizar lo nuestro.

viernes, 16 de agosto de 2013

Carta a Martín ROMERO PACHECO

Estimado Martín:

Entre el sábado y hoy día, he recibido correos, he visto el video y noticiarios regionales y nacionales, y lo he escuchado en radios, leído en periódicos, etc., sobre un brulote que habrías cometido en el curso del 3er. Congreso Nacional de Cultura al afirmar: “Nos guste o no, hay que decir que el quechua es un enorme peligro, un cáncer, para el pensamiento abstracto. Te bloquea el pensamiento abstracto. Es cierto, puedo tocar algunas sensibilidades. Mi opinión no debe ser compartida por todos”. (Los subrayados son míos). De primera instancia, no es muy ético escudarse con el argumento de la última parte del párrafo, pues siendo como eras Gerente de Cultura, etc., no  dejaría de ser preocupante, pues si es así cómo piensas sobre el quechua, seguramente actuarías en consecuencia. Además, quizá no se hubieran percatado del tamaño del dislate de no habérsete ocurrido usar cáncer como adjetivo. Es tan tonto este calificativo que en un inicio pensé que te referías a la afección oncológica –quizá con intención jocosas o yo qué sé.

Entonces, y en mérito a la amistad, debo decirte que lo afirmado fue una soberana estupidez y de las grandes, como lo has aceptado en posteriores entrevistas. Aunque para tu consuelo, nuestro Aurelio Denegri afirma que la mayor parte de la conducta humana está guiada por la estulticia, que es parte de la condición humana, pero no por eso debemos aceptarla.

Por otro lado, en estas circunstancias es pertinente y hasta obligatorio exponer algunas ideas sobre el tema. En tal sentido y de primera instancia, creo que muchas conductas, aun las académicas, están guiadas por la ignorancia o, como decimos los cuzqueños, por la “mala fe” como sinónimo de mezquindad o prejuicio y, en algunos casos, por una peligrosa mezcla de ambas. Además y después de haber observado tantas rasgaduras de vestidura, parece que nadie, creo, ha intentado dilucidar el quid del asunto. Aunque, claro y dadas las circunstancias, hasta el Ministerio de Cultura se sintió obligado a decir algo al respecto y ¡en quechua! como no podía ser de otro modo; algo asombroso en un Ministerio para el cual la cultura viva se entiende sobre todo, apenas un objeto de las llamadas industrias culturales, mientras que el patrimonio lingüístico ni siquiera se toma en cuenta, como se ve en los Lineamientos de Política Cultural 2013-2016. Claro, Machupicchu genera más recursos, mientras que las 44 lenguas nativas son un estorbo para el neoliberalismo homogeneizante.

Pero veamos el primer aspecto. Seguro sabrás Martín que aun desde los griegos ya se distinguía entre pensamiento y lengua considerándolas como dos aspectos de un mismo fenómeno. En ese sentido, Aristóteles afirmaba que lenguaje es la característica diferenciadora entre animales y humanos y la evolución orgánica es distinta a la cultural en tanto que la frontera lo establecería el lenguaje. Además, el homo sapiens comienza a desarrollarse culturalmente a partir de que aprende a manejar el lenguaje (o lengua) no sólo como medio de comunicación, sino como instrumento que le permite aprehender (no aprender) la realidad. A esta afirmación, Platón añade que el valor significativo de las lenguas son efecto de las convenciones sociales. ¡Imagínate, son afirmaciones de hace dos mil quinientos! Este asunto de la evolución seguramente fue tema de alguna materia en tu formación académica y que tal vez lo hayas olvidado.

Ya en nuestro días y por los hallazgos de las ciencias cognitivas (psicología, lingüística, neurolingüística, etc.) es posible afirmar que efectivamente, el ser humano posee un atributo biológico, propio de la especie, que posibilita el comportamiento cognitivo simbólico y le permite interpretar, sistematizar, acumular y transmitir el conjunto de la experiencia individual y social en el tiempo y el espacio, poniendo en juego una técnica corporal compleja, lo que supone la existencia de la función simbólica y de centros nerviosos genéticamente especializados. A esta condición y en este contexto la llamaremos lenguaje.

Por otro lado, el pensamiento abstracto implica pues pensar no en las cosas en sí mismas sino en sus relaciones. Mediante el pensamiento abstracto se descubren leyes y se formulan teorías. Por ejemplo, un arquitecto francés piensa de manera abstracta para diseñar una casa; un carpintero chino, cuando ve las vigas y las clava juntas y un agricultor quechua al clasificar las variedades de papa, por criterios como tamaño, coloración sabor, requerimiento de tipos de tierra, etc. y cada uno de ellos usa el francés, el chino mandarín o el quechua… pero los mismos procesos cognitivos.

El pensamiento concreto, en cambio, está relacionado a lo real y objetivo y las operaciones se realizan directamente por la manipulación de los datos de la realidad y es una etapa previa al pensamiento abstracto, según Piaget. De otra parte, el pensamiento concreto está relacionado directamente con la experiencia empírica y el abstracto ocurre después de la manipulación de los objetos (Piaget) Si el quechua no permitiese el pensamiento abstracto entonces sus hablantes seríamos eternamente niños o... esquizofrénicos.

Por efecto de lo mismo, las comunidades espacial e históricamente definidas, usamos un sistema estructurado de sonidos orales, siguiendo un patrón o modelo (gramática) de naturaleza social que posibilita la transmisión del conjunto de esas experiencias construidas y acumuladas ‒conocimiento, ciencia, experiencia, sentimientos, etc.‒ por efecto del lenguaje, actividad a la que generalmente llamamos lengua (o idioma, en algunos contextos).

En resumen entonces, todas las lenguas son pues producto de la capacidad del lenguaje. Y adivina qué… ¡las 9609 habladas en el mundo, según catálogo de la UNESCO, son el resultado de esta capacidad! Sean lenguas ágrafas, o no; habladas por comunidades pequeñas o grandes, vivas o muertas. Pero seguro te preguntarás, por qué son tantas si parten o son efecto de la misma capacidad. Pues es sencillo, porque entre el lenguaje (capacidad virtual) y las lenguas (realidad concreta) está la mediación de las culturas, (formas distintas de aprehender el mundo). Cada lengua, sintetizando, expresa una manera particular de ver el mundo y ¡asómbrate! aplicando el mismo atributo biológico.

Dicho sea de paso, lo que ahora interesa a las ciencias cognitivas, ya no es la descripción de la gramática particular de cada lengua, sino la lógica que explique el paso de la experiencia (empírica o razonada) al nivel de su simbolización; es decir, la aplicación de los recursos de abstracción, generalización, síntesis, análisis, etc., en la construcción del conocimiento o, como tú dices, pensamiento, entendiendo pensamiento, en términos generales, como el conjunto de productos generados por la mente como efecto de… adivinaste de los procesos abstractivos, los que sumados constituyen el conocimiento, entendido como el inventario de experiencias sistematizadas por el individuo y que se convierten en información cuando se expresan a través de un código lingüístico o lengua.

También es bueno señalar que las diferencias entre el pensamiento abstracto y el concreto se hacen claras si comparamos a una persona normal con otra que haya sufrido lesiones extensas en la parte frontal del cerebro (la zona del pensamiento). Una persona con este tipo de lesión cerebral no puede pensar de forma abstracta. De ser así, los quechua hablantes somos esquizofrénicos… con alteraciones en la percepción, como los indios en la conquista considerados seres sin alma, incapaces de aprehender el mundo.]

Dos conclusiones elementales de esta parte: todos los humanos poseemos esa capacidad y… no hay lenguas que sean mejores o inferiores que otras. Entonces, estimado Martín, cualquier afirmación en sentido contrario, es resultado de  ignorancia en grado supino, salvo que esté motivada por el prejuicio y la mala intención o ¡vamos! digámoslo!, por la mezquindad y este tema es la segunda parte de esta reflexión.

Aunque parezca curioso, la verdad es que los conquistadores debieron fundamentar éticamente y ante el consenso de las demás potencias, su derecho a poseer estos territorios del Tawantinsuyo y de lo que ahora se llama América. Por entonces, y estoy seguro que tú sabes más que yo sobre este tema, pensamiento, lógica y lengua se consideraban como una unidad y ninguna de las casi mil lengua que se usaban en estos amplios territorios, se parecían siquiera a alguna de las europeas hegemónicas, la mayor parte de ellas de origen indoeuropeo, con predomino de las románicas. Así fue fácil demostrar que estos códigos no eran lenguas, sino apenas dialectos que no servían para procesos de razonamiento complejos porque no reflejaban las categorías gramaticales que, según ellos, eran sinónimos de las categorías de la lógica. En consecuencia, no podíamos ser considerados al par de los europeos.

Por lo dicho, es fácil ahora desbaratar tal afirmación interesada, apenas poniendo como ejemplo Tipón, (y no al manoseado Machupicchu) en cuya construcción se habría aplicado el cálculo logarítmico. Y te cuento que según la Asociación de Ingenieros Civiles de Estados Unidos, esta obra se considera como una de las maravillas de la ingeniería civil. ¿Podría una cultura sin capacidad abstractiva haber domesticado 553 plantas entre frutos y frutas, como lo demuestra Antonio Brack Egg recientemente? Vamos, pensemos primero antes de hacer afirmaciones en temas que no conocemos.

Sin embargo, la idea de que nosotros los quechua hablantes pertenecemos a una categoría inferior ha sido y todavía lo es, una constante en el imaginario de quienes  pertenecerían al segmento de los mistis, afirmación también generalmente asumida por los quechuas. El conflicto deviene en actitudes y comportamientos de desprecio, y aun de auto despección  expresadas en afirmaciones como la tuya. Lo trágico del caso es que muchos de los que nos llamamos o sentimos quecha hablantes, procuramos hacernos notar como mistis, apenas cambiamos de situación social, por efecto de la movilidad social y como producto, entre otras causas, por la educación, que en nuestro sistema educativo, se lleva en castellano.

No voy a extenderme en este aspecto, pues hay mayor información en nuestro medio sobre sus implicancias que sobre el primer aspecto. Pero sumando la ignorancia y el prejuicio, no es raro pues llegar afirmaciones como las que motivan este comentario. Los herederos de los extirpadores de idolatrías y los inquisidores culturales, ahora visten de terno y corbata, muchos hablan quechua dizque para estar cerca de nuestros hermanos quechua hablantes; algunos hasta dirigen organismos educativos y aun ocupan cargos que, se supone, ¡defienden la interculturalidad!, como cierto alto ex-funcionario en la Dirección Nacional de Educación Bilingüe ‒que en privado afirmaba que el quechua era un obstáculo para el progreso (¿?)  y otra autoridad educativa regional, actual declarado enemigo del EIB en cuyas bocas no seria raro parafrasear a Juan Ginés de Sepúlveda: Con perfecto derecho los españoles imperan sobre estos bárbaros del Nuevo Mundo e islas adyacentes, los cuales en prudencia, ingenio, virtud y humanidad son tan inferiores a los españoles como niños a los adultos y las mujeres a los varones, habiendo entre ellos tanta diferencia como la que va de gentes fieras y crueles a gentes clementísimas.

Como ves Martín no estarías solo si lo que dijiste es precisamente lo que sientes, pues como afirmas después, fuiste mal interpretado. El quechua y sus hablantes tienen muchos enemigos embozados, como aquel profesor que te escribe en la red: Estimado Martín, aun cuando hayan argumentos que sustenten tu punto de vista, considero que fue un juicio alocado muy muy inoportuno de tu parte… ¿Recuerdas a Fukuyama? Abajo las ideologías, un solo pensamiento, una sola cultura: la del hot dog… y una sola lengua que ni siquiera sería tu amado castellano.

En fin. Espero no haberte hecho sentir más mal del que supongo te sentirás después de tanto varapalo. Pero, después de todo, algunos aprendizajes entran con sangre.

Otro si digo. Martín, primero, no hay mal que por bien no venga porque sin querer queriendo, has puesto al quechua, a los quechua hablantes y, tangencialmente, a los que se supone deben defenderla, en el tapete de la controversia, más allá de lo que hacen en este sentido, personas e instituciones que tienen esa obligación, como el Ministerio de Cultura y el poco entusiasmo del de Educación en la EIB, siguiendo el ejemplo del gobierno anterior, cuyo recorrido conoces muy bien. Y has podido constatar también la furia de su indignación aunque sus argumentos hayan sido más bien emocionales.
Segundo, a la luz de tus declaraciones posteriores, tal vez quisiste decir que el quechua era una traba para aprender a pensar en castellano, porque no se aplican los métodos adecuados en los programas de EBI y que el subconsciente te ganó…. pero esa es otra historia.

Estimado Martín, nos has tratado mal a los quechua hablantes y si esto no lo escribo en runa simi es porque supongo que no lo hablas o tal vez te daría vergüenza reconocerlo. Además, lamento no haberlo hecho antes; pensé que lo habrías dicho en un contexto relajado y porque, el maremágnum de la finalización del semestre me tuvo más ocupado que de costumbre. (No conozco tu correo, pero estoy seguro que lo leerás en algún momento)

Saludos,


Jaime PANTIGOZO MONTES.
      D.P.D.E.

Dep. Académico de Lingüística
Universidad San Antonio Abad de Cusco