domingo, 6 de octubre de 2013

“¿Cuáles terroristas?”

Criminalización de la protesta en Cusco durante la guerra interna






Roberto Ojeda Escalante


“En los tiempos de mi abuelo a los que pensaban diferente les decían masones, en los tiempos de mi padre a los que pensaban diferente les decían comunistas, en estos tiempos a los que pensamos diferente nos dicen terroristas”
(Testimonio anónimo)


Finalizando el año 2002 tuve la suerte de colaborar con la Comisión de la Verdad y Reconciliación en el tema de historias regionales, allí elaboramos un registro histórico de los sucesos relacionados a la guerra interna en el Cusco, el mismo que 10 años después ha vuelto a formularme nuevas interrogantes que intento responder en estas páginas.
La guerra interna tuvo como principales escenarios a las regiones del centro-sur andino peruano y la capital, por lo que existen varios estudios sobre estas regiones. Sin embargo, es importante recordar que llegó a extenderse casi a todo el territorio peruano, y resulta intersante conocer cómo fue vivida en las zonas “periféricas” del conflicto. En el caso cusqueño, la guerra prácticamente rodea la región, penetrando por el sur y el norte del departamento, pero sin llegar a instalarse en el centro del Cusco. En este lugar, Sendero enfrentó una fuerte resistencia de la izquierda local, una historia poco conocida hoy en día y que merece ser contada para conocer la complejidad del conflicto interno.

En este artículo también intento explorar cómo el concepto de “terrorismo” fue creciendo hasta que su sola pronunciación generaba miedo. Lo hago desde Cusco, usando como principal fuente los archivos del diario El Sol, que muestra las posiciones oficiales y en cierta medida la opinión pública (fue similar con los demás medios, pero prefiero ver cómo esa percepción se va modificando dentro del mismo periódico), a través de hechos no tan conocidos, pero que van recordándonos que, aunque la guerra aquí no fue tan fuerte, logró destruir los poderosos movimientos sociales de la región.

El “Cusco rojo” en tiempos “infantiles”

La izquierda cusqueña tuvo una larga tradición en la segunda mitad del siglo XX, incluyendo la rebelión campesina de La Convención a inicios de los 60, las guerrillas derrotadas en 1965, las tomas de tierras que siguieron a la reforma agraria, las huelgas universitarias de los 70. Estos hechos impulsaron el crecimiento de organizaciones marxistas que le denominaron “Cusco rojo”. Tal era el crecimiento de la izquierda en Cusco que la principal oposición del gobierno reformista de Velasco fue ejercida por grupos comunistas.

En ese panorama, Sendero Luminoso era uno de los grupos a quienes los partidos más importantes calificaban de “infantiles de izquierda” (nombre derivado de un escrito de Lenin), pues proponían iniciar una revolución radical cuanto antes, suponiendo que el pueblo iba a seguirlos. Los infantiles planteaban la necesidad de usar la violencia extrema como método, es falso que el estado desconociese su existencia antes de 1980, lo que sucedía era que nadie les daba mayor importancia.

“…Era tal su lejanía y tan escasa su presencia en el movimiento de masas que ni siquiera fueron perseguidos. A diferencia de las otras organizaciones, ningún dirigente senderista fue deportado y solamente Guzmán fue detenido, por error, pero liberado rápidamente…” (Hinojosa 1999:85)

Veamos testimonios cusqueños de la época: “A esto debemos sumar que las organizaciones campesinas influenciadas por el anarco-infantilismo de Bandera Roja y Sendero Luminoso, como Federación Departamental de Ayacucho, bases de Ancash y Cusco, se encuentran desarmadas y con una dirección … de manera parcial y sin ninguna perspectiva…” (PCR 1977)

El informe de la CVR también concluye que en el Cusco, Sendero “…representaba una organización minúscula en ese mundo político copado por fuerzas políticas de la izquierda no senderista, que dominaba el escenario social, tanto campesino como urbano”. (CVR 2003:287)

La guerra ajena

En Cusco los primeros años de la guerra interna se vieron como una guerra cercana pero a la vez ajena, algo que sucedía en Ayacucho y Apurimac. El gobierno de turno calificó a los senderistas como “delincuentes terroristas” y así se inició el uso del término. También generalizaron a todos los izquierdistas como simpatizantes de Sendero, y esta criminalización de los izquierdistas llegó a Cusco más que el propio Sendero.

En respuesta a estos hechos se funda uno de los primeros comités de derechos humanos del país, el CODEH-Cusco, que fue presidido por el izquierdista Daniel Estrada Pérez. En la provincia de Canchis, Sendero llegó a realizar 27 acciones, pero su líder Edmundo Cox es capturado prontamente en 1981. Mientras tanto, el gobierno empieza a detener dirigentes acusándolos de “terroristas”, como ejemplo en junio de 1983 dirigentes de Izquierda Unida (IU) son detenidos en una asamblea, acusados de terrorismo. Hecho que motivó que llegara desde lima una comisión de IU encabezada por el diputado Manuel Damnert.

A fines de 1982 el gobierno entrega la zona en emergencia de Ayacucho a las Fuerzas Armadas. La guerra crece y Sendero realiza ataques armados, asesinatos públicos y masacres; mientras el ejército realiza otras tantas violaciones de derechos humanos. La idea de que estamos ante terroristas se va convirtiendo en sentido común, sin embargo, Cusco aún no siente su brutalidad. El 8 de julio de 1983 aparecen pintas de Sendero con la sigla PCP y el símbolo de la hoz y el martillo en los muros inkas de Hatunrumiyoc, produciendo indignación de un buen sector de la población, que empezaba a valorar el patrimonio monumental inka como parte de la identidad cusqueña. Sendero se mostraba ajeno al sentimiento local.

En 1983 Daniel Estrada es electo alcalde por IU. La izquierda cusqueña crece también en la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco (UNSAAC), donde se producen enfrentamientos violentos en julio de 1983, enero y agosto de 1984, noviembre de 1985; protagonizados por partidos como FER, PCR e IU, enfrentados al ARE (juventud del socialdemócrata APRA); Sendero solo figura como infiltrado.

El Cusco es doblemente cercado

A fines de 1984 surge el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), una guerrilla de corte “guevarista” con poca presencia en Cusco durante esa década y apenas si se diferenciaba de otros partidos. El gobierno aprista inicia en 1985 reduciendo las acciones militares y el conflicto parece disminuir. Pero esto se desvanece cuando el gobierno masacra a presos senderistas amotinados en penales de Lima en 1986, como respuesta crece la violencia senderista, el MRTA reinicia acciones y crece también la represión.

Sendero realiza varios ataques a puestos policiales y autoridades, entre 1984 y 1986 se concentra en la provincia de La Convención. El 24 de noviembre de 1984, fuerzas represivas provenientes de Ayacucho masacran a comuneros de Lucmahuayco y apresan a los sobrevivientes acusándolos de senderistas, la provincia es declarada en Estado de Emergencia, a pesar de que un cabildo abierto el 25 de mayo de 1985 se opone a esta medida.

Mientras tanto, el movimiento social cusqueño se fortalecía organizando el Frente Único de Defensa de los Intereses del Cusco (FUDIC). Al no poder convencerlos, Sendero se enfrenta a la izquierda, incluso el FER Bolchevique se arma para defenderse de los senderistas. En julio de 1987 y noviembre de 1988 se dan enfrentamientos. En abril de 1989 Sendero embandera la universidad, el 6 de julio mata al estudiante Walter Huayllani, dirigente del PC. En setiembre de ese año se producen enfrentamientos con petardos en la universidad. El 12 de julio de 1991 matan al catedrático Iván Pérez Ruibal, asesor del alcalde Estrada, el 14 de agosto de 1991 queman ánforas en las elecciones de la Federación Universitaria de Cusco (FUC) y matan al dirigente izquierdista Guyen Hilares.

Las acciones de Sendero crecen en provincias altas, y mientras la izquierda resiste la violencia senderista, el gobierno criminaliza a esa izquierda. El Apra conforma un Frente de Defensa de la Democracia en febrero de 1987, que exigía al gobierno “…mano férrea en su lucha contra la subversión…”, realiza marchas por “la democracia” el 18 de febrero y el 18 de mayo, un día antes del paro nacional. A pesar de estos hechos el 1 de mayo de 1989, el propio Comandante de la IV Región Militar afirma que los últimos atentados “…no fueron atentados sino más que nada un asunto de políticos que quisieron hacer notar su presencia en razón a un congreso en esta ciudad de otro partido político” (El Sol 1-5-1989). El gobierno inflaba la presencia de Sendero en Cusco, pero los hechos lo contradecían.

Entre 1987 y 1990 las páginas del diario El Sol registran al menos 9 casos de violaciones de derechos humanos por parte del gobierno, incluyendo cuatro homicidios, detenciones arbitrarias, represión a protestas, golpizas policiales; la mayoría contra dirigentes o izquierdistas (curiosamente no hay mención a dos masacres de campesinos en Chumbivilcas). El “Cusco Rojo” resistía así las agresiones de Sendero y de la represión estatal.

Los abigeos que fingían ser terroristas

Sendero ingresó a las “provincias altas” enfrentando al abigeato para ganarse la simpatía de las comunidades, pero halló el rechazo de federaciones campesinas como la de Espinar, que en 1987 crearon rondas campesinas para enfrentar el abigeato, las que pronto se extienden a otras provincias, (Bonilla 1995; Ideele 1999) Con las rondas Sendero pierde su principal “caballito de batalla” en la zona y se vengará matando ronderos en 1991.

Un caso no bien estudiado es la presencia de “falsos terroristas”, grupos de asaltantes y abigeos que para causar miedo decían ser senderistas. Su presencia está registrada en Acomayo (1988), Curahuasi y Limatambo (1989), Chinchaypucyo y Espinar (1990), Tancarpata (1991), Chumbivilcas (1992) y en Quincemil (1993), pero en este último se hacían pasar del MRTA, quizás porque esos años Sendero ya se hallaba debilitado y resultaría difícil creerles una repentina reaparición. En algunos de esos lugares los pobladores aún cuentan como esos abigeos “fingían ser terrucos”.

En Espinar un poblador declara “…ni la policía ni las autoridades judiciales de Espinar quieren capturarlos y sancionarles de acuerdo a Ley, porque parece que tienen temor” (El Sol, 16-3-1990). Parece que los delincuentes usaban el nombre de Sendero para causar mayor temor a la población. Esto muestra que ese nombre estaba identificado con el terror en la mente de la población, pero también devela que en esas zonas Sendero no tenía tanta fuerza, pues de lo contrario los delincuentes hubieran tenido miedo a sus represalias.

La agonía del Cusco rojo

Mientras Sendero y la represión sembraban el terror en provincias altas, el MRTA lograba regular presencia en La Convención. Mientras tanto, en la zona central de la región el movimiento social se fortalecía, el 12 de octubre de 1990 las principales autoridades y organizaciones constituyeron el Frente de Defensa de los Intereses de la Región Inca. Cusco había resistido al terrorismo presisamente cuando este crecía enormemente en el país, pero ahora le tocaba resistir la represión y criminalización del gobierno.

El 19 de marzo de 1991 El Sol acusa al senador Hugo Blanco de estar “… azuzando a los productores agrícolas a romper el asfalto y colocar grandes rocas en las carreteras”. El día siguiente la policía mata de un balazo a un campesino en Pucyura, durante la huelga agraria, el Sol insinúa que la culpa era de los “azuzadores”.

En conferencia de prensa el Frente pide se derogue el D.S: 009 que militariza provincias altas, el dirigente campesino Crecencio Merma “denunció que se ha llegado al extremo de prohibir que las campesinas usen faldas de color rojo y que los varones tampoco utilicen ponchos de ese color porque según indicó el rojo es el símbolo comunista” (El Sol 25-4-91)

El 10 de julio concluye el estado de emergencia en provincias altas y se retira el ejército. Pero la unidad del movimiento social se va deteriorando por discrepancias y caudillismos internos, el 1 de mayo de 1992 se realizan dos mítines por el día del trabajo, FDTC en la plaza Limacpampa y FEDETAC en la plaza San Francisco.

Los terroristas todavía tendrán fuerza para realizar un motín en Quencoro a fines de 1991, con el saldo de 21 heridos. Pero luego del “autogolpe” de Fujimori la situación cambia. Operativos policiales ingresan a la Universidad, el gobierno anuncia cadena perpetua y 30 años para los terroristas, así como la realización de sus procesos en los penales, con jueces “sin rostro” (anónimos). También creará la ley de arrepentimiento, que liberaba a acusados de terrorismo que denunciaran a otros subversivos. Esta ley sirvió para inculpar a mucha gente, especialmente izquierdistas. Así, quienes más habían luchado contra Sendero ahora eran perseguidos como “terroristas”.

Los principales dirigentes del MRTA y Sendero son capturados el año 1992, estos grupos quedan debilitados y poco a poco caen detenidos sus militantes. Sendero perdía el temor que había causado, el 29 de setiembre de 1992 El Sol informa que los pasajeros de un carro entre Espinar y Santo Tomás atraparon a dos terroristas que intentaron asaltarlos. En marzo de 1993 se produce una fuga de senderistas y emerretistas del penal de Qenqoro, el MRTA desplaza a Sendero en la cantidad de acciones, pero finalmente es desarticulado.

La guerra prolongada

El 27 de agosto de 1993 se anuncia de los primeros 6 que se acogieron a la ley de arrepentimiento en Cusco, luego la policía instala comités de autodefensa y el 13 de noviembre se anuncia nueva declaratoria de emergencia en cuatro provincias. En lugar de anunciar el triunfo en la guerra, el gobierno fujimorista prolonga sus leyes “anti terroristas”, que se extienden persiguiendo y criminalizando a todo “sospechoso”. En Cusco la policía presenta varios detenidos que a fines de los 90 serían liberados, al probarse que no pertenecían a dichos grupos.

La represión era tanta que muchos ocultaron y hasta quemaron sus libros, para que no los inculparan por comunistas. El régimen de Fujimori convirtió “terrorismo” en sinónimo de “comunismo”, la hoz y el martillo fu vista por la opinión pública como un símbolo terrorista.

Al movimiento social cusqueño le costó más de 15 años reorganizarse. A partir del 2008 estallaron rebeliones populares contra políticas económicas extractivistas: Canchis, Chumbivilcas, Espinar, La Convención; curiosamente estos movimientos sociales han surgido en las provincias más golpeadas por la guerra en los años pasados. Aunque los líderes de estas protestas son críticos de Sendero y del comunismo, los gobiernos de turno los han acusado de ser o estar azuzados por comunistas, “chavistas” o terroristas; se ha criminalizado la protesta y reprimido violentamente.

Hace 10 años, el informe final de la CVR intentó cerrar el tiempo de la guerra y abrir el tiempo de la reconciliación, pero no se puede reconciliar sin sanciones a los culpables y mientras algunos de los actores del conflicto siguen ocupando instancias de gobierno (el fujimorismo). El gobierno actual intenta impulsar la ley del “negacionismo”, que propone sancionar a todo el que no utilice el término terrorista para referirse a los subversivos del pasado reciente (escribir un artículo como este ya me pone en peligro). El término terrorismo se ha usado tantas veces y de tantas formas que muchos coinciden en señalar que no es una categoría válida para calificar a una organización determinada. Los nazis llamaron terroristas a los rebeldes de Varsovia, Nelson Mandela fue condenado por terrorismo en Sudáfrica, como lo están hoy algunos líderes indígenas en Estados Unidos o Chile. En el Perú actual, “terrorista” es más un insulto que un concepto específico, ¿no sería mejor hacer que el mismo nombre de Sendero quede identificado con la violencia, como son hoy en día los términos nazi o fascista?

Generalmente las guerras terminan con el triunfo de una de las partes en conflicto (en este caso la ultra derecha), pero esto no garantiza la paz. Es necesario recuperar todas nuestras memorias, especialmente de quienes no fueron actores directos del conflicto pero padecieron y enfrentaron -heroicamente- sus violencias.



Referencias bibliográficas

Archivo del Diario El Sol. Cusco, años 1981-1996

BONILLA AGUAYO, Jenifer. Rondas comunales: seguridad, resolución de conflictos y sistema de administración de justicia en comunidades del Cusco. Separata, Cusco 1995.

CVR. Informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Lima, CVR, 2003.

HINOJOSA, Iván. “Sobre parientes pobres y nuevos ricos: las relaciones entre Sendero Luminoso y la izquierda radical peruana”. En Los senderos insólitos del Perú, editado por Steve J. Stern, Lima, IEP-UNSCH, 1999.

IDEELE. “Espinar, rondas en las alturas”. Informe en Ideele N° 122, Lima 1999.

PCR. El campesinado y la revolución democrático popular. Documento del Partido Comunista Revolucionario, Cusco 1977.

El funeral del cerro