Podría parecer una frase bastante
ingenua. Muchos dirán que ya sabemos lo malo que fue Sendero Luminoso (SL) y
que todos están de acuerdo en eso, sin embargo, si bien hay coincidencia en la
idea de que Sendero fue malo para el país, no existe consenso en lo que hizo
que esta organización política se convirtiese en ese mal que azotó al Perú a
fines del siglo XX.
Sé que en el oscurantismo
neoliberal en que vivimos, escribir esto me arriesga a ser blanco de
observación de los servicios de inteligencia y anti terroristas del país. Si
estos mismos leyeran el texto entenderían que no tienen nada de qué preocuparse
por lo que diré adelante, aunque dudo que logren entenderlo, conocemos la poca
inteligencia de la policía de investigación del país.
Pero pensando en el público que
sí busca entendimientos, expondré mis ideas en dos apartados fácilmente
identificables, según la forma en que el recuerdo de Sendero es visto desde la
derecha o desde la izquierda.
Visión derecha:
Para los liberales y neoliberales
peruanos, la maldad de Sendero Luminoso radicó en el hecho de haberse rebelado.
Los crímenes y excesos que cometieron son vistos como una extensión del haberse
rebelado y, por lo tanto, cualquier otra rebelión podría cometer las mismas
atrocidades. Para ellos terrorismo es sinónimo de subversión, y esta es
sinónimo de insurgencia, rebeldía, protesta.
Está claro que para la derecha,
lo malo no fue la violencia senderista. Por eso no condenan con la misma
energía los crímenes que también cometió el Estado esos años, a través de sus
fuerzas armadas. La opinión del fujimorismo es la más explícita en este
sentido, consideran que los crímenes de Fujimori y las fuerzas armadas se
justifican porque se dieron en defensa del Estado, reconociendo apenas algunos
“excesos”. Pero de acuerdo a esa lógica, entonces los crímenes de SL también
serían solo “excesos”.
Lo mismo vemos en los argumentos
del Apra para defender sus crímenes o de otros sectores defendiendo los
crímenes de Belaúnde. Existe un sector de la derecha que condena la violencia
represiva, pero sin dejar de justificar el origen de su existencia, en tanto
era una respuesta a la guerra iniciada por Sendero.
La más clara muestra es la
calificación de terrorista al grupo MRTA, que también puso su cuota de sangre
en la guerra interna. A pesar de que este grupo no aplicó la violencia
desmedida de Sendero y ni siquiera se aproxima a los “excesos” de las fuerzas
armadas. El MRTA es condenado por igual que SL por haber iniciado una rebelión
armada.
La cosa no queda ahí, pues la
constante designación de “terroristas” contra todos los que protestan, muchas
veces alterando las leyes (paros, bloqueos, etc), es una muestra de que la maldad
del “terrorismo” no se mide por los actos mismos de la guerra, sino por el solo
hecho de haberse rebelado. Aunque de acuerdo a esa lógica, habría que condenar
también todas las rebeliones del pasado, desde Tupac Amaru, pasando por la
Independencia y llegando a personajes liberales como Washington o Piérola, ni
qué decir del Apra que en los años 30 aplicó acciones terroristas. Parece que
la derecha carece de reflexión histórica.
Visión izquierda:
Para la izquierda peruana, lo
malo de SL no fue el acto de rebelarse, pues la rebelión estaría justificada en
un contexto de injusticia y exclusión como el que padecía el Perú. Lo malo está
en los métodos utilizados por esta organización, el uso excesivo de violencia,
el autoritarismo y especialmente que Sendero haya atacado y asesinado a
dirigentes populares. Una revolución por el pueblo pero en contra del pueblo,
eso es lo que la izquierda reprochó a SL desde que esta organización comenzó a
cometer estos actos contradictorios.
Por eso la izquierda sí condena
también el accionar de las fuerzas armadas y los gobiernos de turno, así como
el de las rondas campesinas en varios casos. Lo malo habría sido la forma de
usar la violencia y los crímenes contra los civiles. Por eso también, si bien
su condena al MRTA es más benevolente, también le reprochan el haber caído en
algunos actos parecidos a los de SL.
Hacen una gran diferenciación
entre las guerrillas heroicas de los sesentas y el “terrorismo” de los años
ochenta. Entonces lo malo fue el método, la forma, no el derecho de rebelión,
que más bien se ha visto afectado por el recuerdo negativo de SL, cuyo nombre
es usado por la derecha para deslegitimar cualquier acto de rebeldía. Si bien
todo esto es cierto, no es suficiente explicación.
Visión anarca:
Un pequeño sector reconoce que el
objetivo de SL fue lo que derivó en la guerra cruenta que protagonizaron. Su
objetivo era la toma del poder a través de la guerra, no se trató de una
rebelión que buscaba justicia sino una guerra para imponer un régimen
autoritario, la violencia generalizada fue parte de su estrategia política.
Yapa:
Queda un pequeño sector que no comparte ninguna
de estas visiones, es el senderismo mismo, pero no solo el de los militantes de
SL, sino de grupos similares (principalmente maoístas) que consideran necesaria
una guerra o un gobierno autoritario para solucionar los problemas del país. En
esto son similares al fujimorismo y otras visiones autoritarias de la derecha.
Por eso es importante reflexionar sobre la guerra interna, más allá de las
causas y consecuencias, entender que cuando “el fin justifica los medios” el
desastre es inevitable, poco importa si quien ejecuta esa idea sea de derecha o
izquierda.
Kochero
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