jueves, 22 de agosto de 2013

Los enemigos de Garcilaso: La construcción de la historia de los inkas

Roberto Ojeda Escalante
La historia la conocemos según la versión de quien la relata. Nuestros abuelos nos cuentan lo que quieren que sepamos, del mismo modo lo hacen los profesores, pero mientras los abuelos nos cuentan la versión de nuestra familia, los profesores obedecen a una visión más amplia, que puede ser la del Estado, la de una clase social o la de una ideología a la que ellos pertenezcan. La historia nunca es neutra cuando se relata. Por eso es importante entender cómo se construyen y reconstruyen las diferentes versiones de la historia, y cómo algunas de estas llegan a oficializarse.
Si bien la forma más común en que conocemos la historia es por los relatos de los profesores, estos a su vez obedecen a relatos más estructurados elaborados por los “intelectuales”. Una de las mejores formas de ejemplificar esto es revisando la construcción y reconstrucción de la historia inka durante los últimos 400 años.
La historia prehispánica según los invasores
Una vez conquistado el mundo andino por Europa, la historia de su largo pasado pasó al formato escrito en algunas obras editadas en España a mediados del siglo XVI. Hasta entonces, la historia andina había tenido otras múltiples formas de relatarse, pero con la invasión europea llegó también uno de los pocos inventos[1] que aportarían mucho en esta parte del mundo: la escritura alfabética.[2]
Los primeros textos que se escriben sobre los andes son las crónicas de la conquista, que son relatos de las “hazañas” y de los hechos de los conquistadores, algo así como las crónicas periodísticas de la actualidad[3], sin mayor interés historiográfico. Ya a mediados del siglo XVI aparecen en España los libros de López de Gómara (1552), Cieza de León (1553), Bartolomé de Las Casas y Agustín de Zárate (1555), que relatan la historia prehispánica de América (Gómara y Las Casas) o el Perú (Cieza y Zárate). La intención de estos autores es dar a conocer la historia de los pueblos conquistados, en un afán historiográfico sin desprenderse de los prejuicios propios de su entorno cultural (occidental-católico), aun así, en el caso de Cieza y Las Casas es clara una identificación con los vencidos y su defensa de los indígenas.
Esos textos se convierten en la principal fuente para historiadores posteriores, insertando algunas ideas que se generalizan con el paso de los años. Varios cronistas escriben por encargo de las autoridades durante el siglo XVI, pero sus obras no llegan a publicarse, aunque sus manuscritos suelen ser revisados por autores un poco posteriores, pues los documentos de este tipo circulaban más o menos por los mismos espacios (la escritura no estaba tan difundida en esos años). La mayoría de los escritos que se producen en la segunda mitad del XVI intentan justificar la invasión (eran ordenados por las autoridades) y la principal justificación que encuentran es la necesaria evangelización de los indios. Esto es más organizado durante el gobierno del virrey Toledo (1568-1580), las obras de Polo, Cabello Balboa, Molina y Sarmiento principalmente, pero también las “visitas” que realizan diversos funcionarios.
Visión cristiana de la historia andina
En la década siguiente surge una nueva corriente encabezada por los jesuitas. Esta orden religiosa surgió en la segunda mitad del siglo XVI con el objetivo de combatir la reforma que había dividido a la cristiandad europea, y halló en la evangelización de América la forma de captar nuevos fieles, por lo que había que evitar la esclavización de los indios. Influenciados por Las Casas, defienden la humanidad de los indígenas para así poder cristianizarlos. Los jesuitas ven en el poder político un rival del poder religioso (divino) y esto influye también en sus acciones. En 1584 se realiza un Concilio en Lima, donde las ideas jesuitas adquieren preponderancia, y entre esas ideas se da la necesidad de reescribir la historia prehispánica, que justifique la evangelización pero condene la invasión.
El jefe de la orden en Perú, José de Acosta, publica la “Historia natural y moral de las indias” en 1590, traducida al inglés en 1604 (nótese la rapidez en que la obra se difunde). Aunque el libro parte de una visión religiosa, busca explicaciones científicas más que providencialistas. En el mismo concilio estuvieron los jesuitas Anello de Oliva y Blas Valera, que también escribieron sobre los inkas, pero no publicaron sus obras. Los jesuitas reinterpretan la historia y los mitos andinos, mostrando que los indígenas estaban prestos a la llegada de la evangelización, pero la violencia de conquistadores y funcionarios coloniales dificultaba esta labor.
Esta idea influye también en autores de otras órdenes (el mercedario Morúa, el Agustino Calancha, etc.) y de mayor manera en indígenas y mestizos. El lucana Guaman Poma y el k’ana Santa Cruz Pachacuti, transcriben muchas características de la forma andina de contar la historia, y la hacen encajar en el discurso cristiano. Ellos van más allá, pues relatan que un apóstol ya había cristianizado a los indígenas siglos atrás[4]. Ambos autores no tuvieron contacto entre sí y sus libros no se publicaron hasta el siglo XX, por eso las coincidencias de sus escritos son una importante muestra del pensamiento andino.
El mestizo Garcilaso de la Vega escribió en España, motivado por escritos anteriores que quiso “corregir” con los “Comentarios reales de los incas”. Parece que su principal inspiración fue parte de la obra inédita de Valera, un jesuita mestizo como él que murió en España. Garcilaso pretende engrandecer a los incas para contrarrestar la visión oficial de la historia, y los muestra también esperando la evangelización[5]. El libro se publicó en 1609 sin mucha suerte, pero lo suficiente como para influir en los historiadores coloniales[6]. La edición de 1723 sí se difundió masivamente en territorio sudamericano, convirtiéndose en el soporte ideológico para lo que hoy denominamos “nacionalismo inca”, los caciques “ingas nobles”[7] usan como principal lectura ese libro, tanto que después de la rebelión de los Tupa Amaru (1780-1783) la represión prohíbe la lectura de Garcilaso.
Visión criolla de la historia
Cuando España es desplazada por Inglaterra como primera potencia mundial, las condiciones permiten triunfar a los criollos independentistas, que organizan repúblicas en los antiguos territorios coloniales. Estos usan un discurso nacional para justificar las nuevas entidades políticas, entonces se retoma la lectura de Garcilaso, se ensalza lo inca y lo cristiano, condenándose solo la violencia y la dominación política española. La visión del pasado inka siguió siendo la que los jesuitas habían construido.
Durante muchos años la república estuvo gobernada por caudillos militares que se hacían elegir presidentes con el respaldo de sus tropas, poco a poco estos militares fueron desplazados por partidos políticos que seguían el modelo del electoralismo norteamericano y europeo,[8] hasta que en 1895, los hacendados intentan gobernar todo el país, para lo que había que unificarlo. Surge entonces una nueva resistencia indígena, agravada por el crecimiento de las haciendas. Los intelectuales oficiales (burgueses y hacendados) consideran la diversidad cultural una traba, mientras surgen voces indigenistas que proponen que la base de la nacionalidad peruana es lo indígena andino. En medio de este debate quedan los que proponen el mestizaje como solución.
A inicios del siglo XX creció el gusto por el pasado y mientras se investigaban lugares arqueológicos, también se redescubrieron libros inéditos de tiempos coloniales. Varias crónicas vieron la luz en las primeras décadas del siglo pasado, los escritos de Betanzos, Sarmiento, Guaman Poma y Santa Cruz Pachacuti enriquecieron las fuentes con que contaban los historiadores hasta entonces. La diversidad de crónicas recién publicadas contradecían varias verdades que se repetían desde el libro de Garcilaso.
Retomando los debates de Garcilaso
La arqueología redescubrió sociedades complejas más antiguas al Tawantinsuyu, de las que apenas se hacía mención en las crónicas. E igual de importantes fueron los aportes de la etnohistoria, que impulsaron a interpretar la diversidad de documentos coloniales, tarea iniciada aún con las publicaciones de Jiménez de la Espada en 1881, pero que serían abordados seriamente en la segunda mitad del siglo XX. Los historiadores modernos comenzaron a formular nuevas teorías sobre la época inka, reinterpretando las crónicas, los documentos coloniales y los hallazgos arqueológicos. Recién en esta etapa se habló del imperio Wari, se diferenció las sociedades moche y chimú, se reinterpretaron las instituciones inkaikas, sus lenguas y creencias.
Una de las acciones de los nuevos historiadores fue condenar a Garcilaso, Rostworowski lo llamó mentiroso, Macera criticó su vida acusándolo de oportunista[9], la mayoría no llegó a esos extremos, pero sí se generalizó la idea de que los “Comentarios reales de los incas” no eran una fuente histórica que nos aproximase a la verdad. Garcilaso había escrito para “corregir” a los autores españoles -tal como lo afirma él mismo-, ponderando e idealizando a sus antepasados inkas, extendiendo el tiempo de su gobierno a 400 años y negando la existencia de civilizaciones antes de ellos. Los historiadores y arqueólogos modernos demostraron que ambas afirmaciones eran falsas, no solo la arqueología probaba que la época inka-imperial duró menos de un siglo, lo decían también algunas crónicas. La desmitificación del idílico “buen gobierno” inka fue más fácil.
En vano los esfuerzos de garcilacistas como Valcárcel, que en 1934 halló importantes vestigios arqueológicos en Saqsaywaman (Cusco) basándose exclusivamente en el libro de Garcilaso. Con los años se prefirió revisar las crónicas tempranas (de mediados del siglo XVI) y los documentos dados a conocer por importantes etnohistoriadores. Sin embargo, así como Garcilaso cayó en errores por ese afán “corrector”, quienes pretendieron corregirlo a él también cayeron en errores aún mayores que los del inca.
Visión mestiza de la historia prehispánica
Ya sabemos las intenciones de Garcilaso al idealizar lo inka, falta saber cuáles fueron las intenciones de quienes pretendieron corregirlo en el siglo XX. Ellos decían que solo el afán de hallar la verdad, pero esto es tan legítimo como las motivaciones de Garcilaso. Nos ayudará a entenderlos el saber de “dónde” vienen, es decir cuál fue el entorno cultural que pudo influir en las hipótesis que formularon y que hoy tomamos como verdades, así como hace 100 años se tomaba como verdad la palabra de Garcilaso.
En el siglo XX, en los países industrializados se impuso la visión científica para comprender la sociedad, crecieron las disciplinas llamadas ciencias sociales y la historia fue incluida en este paradigma. Al ser nuestros países sociedades colonizadas y subalternas, pronto esa nueva tendencia se impuso también aquí. La historia pasó a ser cuestión de especialistas que estudiaban en las universidades, en la segunda mitad del siglo lo principal de la intelectualidad peruana se concentró en las universidades de San Marcos y la Católica. El centralismo de lo académico casi nunca es mencionado, pero basta revisar cómo los autores de Lima casi nunca citan autores provincianos, marginándolos así de su élite.
Los historiadores más difundidos y aceptados son mayormente limeños de un regular o buen nivel socioeconómico, que en su antigarcilasismo podrían esconder una actitud antiandina, propia de la cultura en la que se criaron[10]. Esos años el discurso oficial del Estado ponderaba el mestizaje y la necesidad de unir la nación en un sentido moderno, por lo que seguir avivando las contradicciones entre indigenistas e hispanistas era considerado negativo, visto como una rémora. Había que golpear a los inkaístas, disminuir la idealización del inkario así como la satanización de la colonia, reduciendo los temas raciales.
Por otra parte, la izquierda marxista necesitaba legitimar su discurso en la historia nacional, así que se dedicó a hacerla encajar en sus moldes, encontrando explotación donde Garcilaso veía armonía, y degradación del indígena donde los indigenistas veían resistencia cultural. Así fue que no solo bastó probar que los inkas no eran buenos, había que mostrarlos malos; no bastó con decir que Garcilaso era un apasionado, se llegó a decirle mentiroso. Y a la invasión española se la explicó desde el imperialismo y contradicciones de clase, que no obedecían a una cuestión racial, como lo sentían muchos indigenistas.
400 años después
Y fueron surgiendo hipótesis como que los chancas o los aymaras fueron invasores que destrozaron las culturas pre-existentes; fue el boliviano-polaco Posnasky quien formuló esta idea aún bastante difundida, en la que los actuales aymaras son casi igualados a los españoles en tanto invasores de una civilización anterior. Pero la arqueología no encuentra restos de esas supuestas invasiones sino más bien una continuidad, los aymaras y los chankas simplemente son descendientes de los tiwanakus y waris.
Relacionado a lo anterior es el tema del idioma. La teoría más aceptada sobre el origen de las lenguas quechua y aymara las hace nacer en la costa central, usando entre sus fuentes una mención de la crónica de Morúa. Pero La forma en que las lenguas quechua y aymara habrían viajado desde la costa central hasta el Titicaca contradice la dinámica móvil y cambiante de los idiomas, además, ¿cómo es posible que un idioma nacido junto al mar no conozca la palabra mar?[11] Algunos autores están replanteando estas teorías, ubicando el origen del quechua y aymara en la dispersión que pudo ocasionar la expansión tiwanaku-wari.[12]
No solo Garcilaso fue desdeñado, pasó lo mismo con los cronistas indígenas, incluso apareció la novelesca teoría de que Guaman Poma no fue autor de su libro[13]. Pero ¿qué hay detrás de todo esto? En la sociedad del espectáculo, cada profesional no debe contentarse con hacer su trabajo, está presionado a realizar algo espectacular, algo que lo haga conocido, famoso. Entonces se inventan y reinventan teorías que llamen la atención. Además, estas teorías van acorde al pensamiento hegemónico de turno, cuando el marxismo estaba de moda, algunos autores vieron en los inkas una sociedad casi socialista, con el avance de los estudios científicos se prefirió verlos como un imperio al estilo asiático y así también se quiso ver a los waris. La intención era probar la universalidad de la interpretación marxista de la historia, pero con los años y mayores estudios, estas visiones se van desvaneciendo.[14]
El redescubrimiento de la cultura Caral hiso replantear las explicaciones de cómo se había desarrollado la cultura en los andes, pues demostraba que la civilización nació junto al mar, en pueblos de pescadores que no conocían la cerámica. Habiéndose propagado luego por la zona andina. Lo curioso es que las leyendas sí hablaban de estos lugares y estos procesos.[15] ¿La explicación prehispánica de la historia vuelve a estar presente?
Hoy en día existen conflictos sociales y culturales entre el capitalismo neoliberal y su globalización por un lado, y los pueblos y movimientos indígenas en el otro. Cada “bando” usa su propio discurso histórico. Por un lado, desde la academia se trata de hacer ver que los indígenas eran igual de malos y abusivos que los europeos (invasores aymaras y chankas, guerreros violentos moches e inkas). Por el otro, se llega a idealizar lo prehispánico e indígena para presentarlo como una alternativa ante la crisis de la civilización moderna. Ambas tendencias hacen perder la posibilidad de conocer realmente nuestra historia sin prejuicios.
Pero lo que está claro es que seguimos siendo una sociedad subalterna y es importante liberarnos del síndrome colonial[16] que nos impide aceptar nuestro pasado en su enormidad. Arqueólogos e historiadores siguen andando aislados, no existen cátedras de historia oral en el país (siendo la oralidad la principal forma de transmitir historia en las comunidades), las teorías siguen produciéndose con la venia de la Universidad Católica para tener éxito (si la Católica no lo difunde no es valorado). Hoy tenemos más herramientas que Garcilaso para “corregir” la historia, aprendiendo del pasado para no llegar a exageraciones, pero haciendo que la historia sea útil para nuestros pueblos, que les de fuerza para afrontar los problemas del presente.



[1] Tomando en cuenta de los muchos inventos existentes en los andes, los que trajeron los occidentales no son tantos ni de tanto impacto, salvo algunos cuantos como la rueda, la espada y la escritura, que modificaron la vida antigua.
[2] En las últimas décadas, varios investigadores han ido encontrando suficientes indicios de que sí existía escritura en los andes prehispánicos, pero no llegaba a la tan práctica escritura alfabética que fenicios y griegos heredaron al viejo mundo.
[3] Escritas al gusto del que las paga.
[4] Guaman Poma lo atribuye a San Bartolomé y Pachacuti a Santo Tomás, a quien mezcla con el mítico Thunupa. Ambos autores eran indígenas nobles bastante cristianizados, incluso Guaman Poma tuvo contacto con Morúa y probablemente ilustró algunos dibujos de la crónica del mercedario.
[5] Pone en palabras de Wayna Qapaq la idea de que existía un dios superior al sol.
[6] Montesinos, Cobo, Esquivel y Navia; todos usan como principal fuente a Garcilaso.
[7] Los caciques eran descendientes de los antiguos gobernantes andinos llamados kuraqas, los que descendían de las panakas y funcionarios inkas se llamaban además “ingas nobles”. La mayoría de los líderes rebeldes provenían de este sector.
[8] Los tiempos republicanos tuvieron al país bastante desorganizado, mientras los militares peleaban por el poder como los antiguos romanos, las provincias comenzaron a ser gobernadas en la práctica por los hacendados, cuando estos crecieron como clase dominante, se organizaron y tomaron el poder acaudillados por Piérola en lo que se conoce como la “república aristocrática”.
[9] Años después, Macera mismo participó de un transfuguismo político muy criticado, como prueba de que la historia suele repetirse, a veces como tragedia y a veces como comedia, tal como lo dijo Marx.
[10] Es una curiosa coincidencia que varios tengan apellidos extranjeros y hasta sean extranjeros.
[11] En quechua al mar se le denomina “mama qocha”, madre laguna. A diferencia del quingnam de los chimú que tiene la plabra Ni y que es además su principal deidad.
[12] Ver por ejemplo “La arqueología wari y la dispersión del quechua” de Isbell.
[13] Los famosos documentos Miccinelli aparecidos en Europa y que demostrarían que el libro de Guaman Poma en realidad fue escrito por Valera. Se armó toda una especulación con estos documentos, pero no los mostraron libremente a los escépticos, generando más dudas. Hay suficientes contradicciones lingüísticas para sospechar que se trata de un fraude.
[14] Principalmente porque la sociedad andina muestra características originales y más complejas que las teorías modernas, y porque los propios estudios modernos van encontrando restos arqueológicos que obligan a reinterpretar estas teorías.
[15] El mito de Pachakamak y Wichama (Teruel y Calancha)
[16] Término difundido por los músicos Pablo Ojeda y Manuelcha Prado, para describir esa mentalidad colonial llena de prejuicios que nos persigue casi inconscientemente, haciéndonos desvalorizar lo nuestro.

viernes, 16 de agosto de 2013

Carta a Martín ROMERO PACHECO

Estimado Martín:

Entre el sábado y hoy día, he recibido correos, he visto el video y noticiarios regionales y nacionales, y lo he escuchado en radios, leído en periódicos, etc., sobre un brulote que habrías cometido en el curso del 3er. Congreso Nacional de Cultura al afirmar: “Nos guste o no, hay que decir que el quechua es un enorme peligro, un cáncer, para el pensamiento abstracto. Te bloquea el pensamiento abstracto. Es cierto, puedo tocar algunas sensibilidades. Mi opinión no debe ser compartida por todos”. (Los subrayados son míos). De primera instancia, no es muy ético escudarse con el argumento de la última parte del párrafo, pues siendo como eras Gerente de Cultura, etc., no  dejaría de ser preocupante, pues si es así cómo piensas sobre el quechua, seguramente actuarías en consecuencia. Además, quizá no se hubieran percatado del tamaño del dislate de no habérsete ocurrido usar cáncer como adjetivo. Es tan tonto este calificativo que en un inicio pensé que te referías a la afección oncológica –quizá con intención jocosas o yo qué sé.

Entonces, y en mérito a la amistad, debo decirte que lo afirmado fue una soberana estupidez y de las grandes, como lo has aceptado en posteriores entrevistas. Aunque para tu consuelo, nuestro Aurelio Denegri afirma que la mayor parte de la conducta humana está guiada por la estulticia, que es parte de la condición humana, pero no por eso debemos aceptarla.

Por otro lado, en estas circunstancias es pertinente y hasta obligatorio exponer algunas ideas sobre el tema. En tal sentido y de primera instancia, creo que muchas conductas, aun las académicas, están guiadas por la ignorancia o, como decimos los cuzqueños, por la “mala fe” como sinónimo de mezquindad o prejuicio y, en algunos casos, por una peligrosa mezcla de ambas. Además y después de haber observado tantas rasgaduras de vestidura, parece que nadie, creo, ha intentado dilucidar el quid del asunto. Aunque, claro y dadas las circunstancias, hasta el Ministerio de Cultura se sintió obligado a decir algo al respecto y ¡en quechua! como no podía ser de otro modo; algo asombroso en un Ministerio para el cual la cultura viva se entiende sobre todo, apenas un objeto de las llamadas industrias culturales, mientras que el patrimonio lingüístico ni siquiera se toma en cuenta, como se ve en los Lineamientos de Política Cultural 2013-2016. Claro, Machupicchu genera más recursos, mientras que las 44 lenguas nativas son un estorbo para el neoliberalismo homogeneizante.

Pero veamos el primer aspecto. Seguro sabrás Martín que aun desde los griegos ya se distinguía entre pensamiento y lengua considerándolas como dos aspectos de un mismo fenómeno. En ese sentido, Aristóteles afirmaba que lenguaje es la característica diferenciadora entre animales y humanos y la evolución orgánica es distinta a la cultural en tanto que la frontera lo establecería el lenguaje. Además, el homo sapiens comienza a desarrollarse culturalmente a partir de que aprende a manejar el lenguaje (o lengua) no sólo como medio de comunicación, sino como instrumento que le permite aprehender (no aprender) la realidad. A esta afirmación, Platón añade que el valor significativo de las lenguas son efecto de las convenciones sociales. ¡Imagínate, son afirmaciones de hace dos mil quinientos! Este asunto de la evolución seguramente fue tema de alguna materia en tu formación académica y que tal vez lo hayas olvidado.

Ya en nuestro días y por los hallazgos de las ciencias cognitivas (psicología, lingüística, neurolingüística, etc.) es posible afirmar que efectivamente, el ser humano posee un atributo biológico, propio de la especie, que posibilita el comportamiento cognitivo simbólico y le permite interpretar, sistematizar, acumular y transmitir el conjunto de la experiencia individual y social en el tiempo y el espacio, poniendo en juego una técnica corporal compleja, lo que supone la existencia de la función simbólica y de centros nerviosos genéticamente especializados. A esta condición y en este contexto la llamaremos lenguaje.

Por otro lado, el pensamiento abstracto implica pues pensar no en las cosas en sí mismas sino en sus relaciones. Mediante el pensamiento abstracto se descubren leyes y se formulan teorías. Por ejemplo, un arquitecto francés piensa de manera abstracta para diseñar una casa; un carpintero chino, cuando ve las vigas y las clava juntas y un agricultor quechua al clasificar las variedades de papa, por criterios como tamaño, coloración sabor, requerimiento de tipos de tierra, etc. y cada uno de ellos usa el francés, el chino mandarín o el quechua… pero los mismos procesos cognitivos.

El pensamiento concreto, en cambio, está relacionado a lo real y objetivo y las operaciones se realizan directamente por la manipulación de los datos de la realidad y es una etapa previa al pensamiento abstracto, según Piaget. De otra parte, el pensamiento concreto está relacionado directamente con la experiencia empírica y el abstracto ocurre después de la manipulación de los objetos (Piaget) Si el quechua no permitiese el pensamiento abstracto entonces sus hablantes seríamos eternamente niños o... esquizofrénicos.

Por efecto de lo mismo, las comunidades espacial e históricamente definidas, usamos un sistema estructurado de sonidos orales, siguiendo un patrón o modelo (gramática) de naturaleza social que posibilita la transmisión del conjunto de esas experiencias construidas y acumuladas ‒conocimiento, ciencia, experiencia, sentimientos, etc.‒ por efecto del lenguaje, actividad a la que generalmente llamamos lengua (o idioma, en algunos contextos).

En resumen entonces, todas las lenguas son pues producto de la capacidad del lenguaje. Y adivina qué… ¡las 9609 habladas en el mundo, según catálogo de la UNESCO, son el resultado de esta capacidad! Sean lenguas ágrafas, o no; habladas por comunidades pequeñas o grandes, vivas o muertas. Pero seguro te preguntarás, por qué son tantas si parten o son efecto de la misma capacidad. Pues es sencillo, porque entre el lenguaje (capacidad virtual) y las lenguas (realidad concreta) está la mediación de las culturas, (formas distintas de aprehender el mundo). Cada lengua, sintetizando, expresa una manera particular de ver el mundo y ¡asómbrate! aplicando el mismo atributo biológico.

Dicho sea de paso, lo que ahora interesa a las ciencias cognitivas, ya no es la descripción de la gramática particular de cada lengua, sino la lógica que explique el paso de la experiencia (empírica o razonada) al nivel de su simbolización; es decir, la aplicación de los recursos de abstracción, generalización, síntesis, análisis, etc., en la construcción del conocimiento o, como tú dices, pensamiento, entendiendo pensamiento, en términos generales, como el conjunto de productos generados por la mente como efecto de… adivinaste de los procesos abstractivos, los que sumados constituyen el conocimiento, entendido como el inventario de experiencias sistematizadas por el individuo y que se convierten en información cuando se expresan a través de un código lingüístico o lengua.

También es bueno señalar que las diferencias entre el pensamiento abstracto y el concreto se hacen claras si comparamos a una persona normal con otra que haya sufrido lesiones extensas en la parte frontal del cerebro (la zona del pensamiento). Una persona con este tipo de lesión cerebral no puede pensar de forma abstracta. De ser así, los quechua hablantes somos esquizofrénicos… con alteraciones en la percepción, como los indios en la conquista considerados seres sin alma, incapaces de aprehender el mundo.]

Dos conclusiones elementales de esta parte: todos los humanos poseemos esa capacidad y… no hay lenguas que sean mejores o inferiores que otras. Entonces, estimado Martín, cualquier afirmación en sentido contrario, es resultado de  ignorancia en grado supino, salvo que esté motivada por el prejuicio y la mala intención o ¡vamos! digámoslo!, por la mezquindad y este tema es la segunda parte de esta reflexión.

Aunque parezca curioso, la verdad es que los conquistadores debieron fundamentar éticamente y ante el consenso de las demás potencias, su derecho a poseer estos territorios del Tawantinsuyo y de lo que ahora se llama América. Por entonces, y estoy seguro que tú sabes más que yo sobre este tema, pensamiento, lógica y lengua se consideraban como una unidad y ninguna de las casi mil lengua que se usaban en estos amplios territorios, se parecían siquiera a alguna de las europeas hegemónicas, la mayor parte de ellas de origen indoeuropeo, con predomino de las románicas. Así fue fácil demostrar que estos códigos no eran lenguas, sino apenas dialectos que no servían para procesos de razonamiento complejos porque no reflejaban las categorías gramaticales que, según ellos, eran sinónimos de las categorías de la lógica. En consecuencia, no podíamos ser considerados al par de los europeos.

Por lo dicho, es fácil ahora desbaratar tal afirmación interesada, apenas poniendo como ejemplo Tipón, (y no al manoseado Machupicchu) en cuya construcción se habría aplicado el cálculo logarítmico. Y te cuento que según la Asociación de Ingenieros Civiles de Estados Unidos, esta obra se considera como una de las maravillas de la ingeniería civil. ¿Podría una cultura sin capacidad abstractiva haber domesticado 553 plantas entre frutos y frutas, como lo demuestra Antonio Brack Egg recientemente? Vamos, pensemos primero antes de hacer afirmaciones en temas que no conocemos.

Sin embargo, la idea de que nosotros los quechua hablantes pertenecemos a una categoría inferior ha sido y todavía lo es, una constante en el imaginario de quienes  pertenecerían al segmento de los mistis, afirmación también generalmente asumida por los quechuas. El conflicto deviene en actitudes y comportamientos de desprecio, y aun de auto despección  expresadas en afirmaciones como la tuya. Lo trágico del caso es que muchos de los que nos llamamos o sentimos quecha hablantes, procuramos hacernos notar como mistis, apenas cambiamos de situación social, por efecto de la movilidad social y como producto, entre otras causas, por la educación, que en nuestro sistema educativo, se lleva en castellano.

No voy a extenderme en este aspecto, pues hay mayor información en nuestro medio sobre sus implicancias que sobre el primer aspecto. Pero sumando la ignorancia y el prejuicio, no es raro pues llegar afirmaciones como las que motivan este comentario. Los herederos de los extirpadores de idolatrías y los inquisidores culturales, ahora visten de terno y corbata, muchos hablan quechua dizque para estar cerca de nuestros hermanos quechua hablantes; algunos hasta dirigen organismos educativos y aun ocupan cargos que, se supone, ¡defienden la interculturalidad!, como cierto alto ex-funcionario en la Dirección Nacional de Educación Bilingüe ‒que en privado afirmaba que el quechua era un obstáculo para el progreso (¿?)  y otra autoridad educativa regional, actual declarado enemigo del EIB en cuyas bocas no seria raro parafrasear a Juan Ginés de Sepúlveda: Con perfecto derecho los españoles imperan sobre estos bárbaros del Nuevo Mundo e islas adyacentes, los cuales en prudencia, ingenio, virtud y humanidad son tan inferiores a los españoles como niños a los adultos y las mujeres a los varones, habiendo entre ellos tanta diferencia como la que va de gentes fieras y crueles a gentes clementísimas.

Como ves Martín no estarías solo si lo que dijiste es precisamente lo que sientes, pues como afirmas después, fuiste mal interpretado. El quechua y sus hablantes tienen muchos enemigos embozados, como aquel profesor que te escribe en la red: Estimado Martín, aun cuando hayan argumentos que sustenten tu punto de vista, considero que fue un juicio alocado muy muy inoportuno de tu parte… ¿Recuerdas a Fukuyama? Abajo las ideologías, un solo pensamiento, una sola cultura: la del hot dog… y una sola lengua que ni siquiera sería tu amado castellano.

En fin. Espero no haberte hecho sentir más mal del que supongo te sentirás después de tanto varapalo. Pero, después de todo, algunos aprendizajes entran con sangre.

Otro si digo. Martín, primero, no hay mal que por bien no venga porque sin querer queriendo, has puesto al quechua, a los quechua hablantes y, tangencialmente, a los que se supone deben defenderla, en el tapete de la controversia, más allá de lo que hacen en este sentido, personas e instituciones que tienen esa obligación, como el Ministerio de Cultura y el poco entusiasmo del de Educación en la EIB, siguiendo el ejemplo del gobierno anterior, cuyo recorrido conoces muy bien. Y has podido constatar también la furia de su indignación aunque sus argumentos hayan sido más bien emocionales.
Segundo, a la luz de tus declaraciones posteriores, tal vez quisiste decir que el quechua era una traba para aprender a pensar en castellano, porque no se aplican los métodos adecuados en los programas de EBI y que el subconsciente te ganó…. pero esa es otra historia.

Estimado Martín, nos has tratado mal a los quechua hablantes y si esto no lo escribo en runa simi es porque supongo que no lo hablas o tal vez te daría vergüenza reconocerlo. Además, lamento no haberlo hecho antes; pensé que lo habrías dicho en un contexto relajado y porque, el maremágnum de la finalización del semestre me tuvo más ocupado que de costumbre. (No conozco tu correo, pero estoy seguro que lo leerás en algún momento)

Saludos,


Jaime PANTIGOZO MONTES.
      D.P.D.E.

Dep. Académico de Lingüística
Universidad San Antonio Abad de Cusco

martes, 13 de agosto de 2013

¿Quién es Martín Romero?

Conocí a Martín Romero a fines del siglo pasado. Entonces era considerado la promesa de la historiografía peruana, bastante culto e instruido, opinaba sobre cualquier tema, la gente bromeaba diciendo que lo único malo que tenía era su militancia aprista.
Años después ingresó como docente en la Carrera Profesional de Historia en la UNSAAC, para muchos de los que estudiábamos entonces fue una buena señal, alguien joven y capaz era lo que la facultad necesitaba. Le dieron el curso de paleografía y él mismo reconoció que no estaba capacitado para eso, su paso por la docencia no duró más de un semestre y pasó sin pena ni gloria.
El año 2006, con un grupo de amigos editamos la revista “Riqch’ariy”, de temática histórica. Pedimos colaboración a todos los posibles, entre los pocos que colaboraron con artículos, estuvo Martín, con textos bien escritos aunque poco profundos. Notamos que la promesa del historiador se estaba quedando en visiones arcaicas de la historiografía, Martín seguía en los años 30 y proclamaba el documento escrito como única fuente de verdad histórica, parecía ignorar casi completamente los avances de las ciencias sociales de la segunda mitad del siglo XX.
Durante el gobierno aprista ocupó algunos cargos burocráticos y se convirtió en un publicista del régimen. Recordemos que el gobierno aprista se caracterizó por traicionar sus promesas electorales, ponerse al servicio de las transnacionales extractivistas y despreciar las culturas propias del país. El corrupto y obeso presidente García nos llamó “perros del hortelano”, “ciudadanos de segunda categoría” y cosas por el estilo.
Pero pienso que en Martín no fue solo la política, algún trauma o complejo debió perseguirlo siempre. Parece que al haber fracasado como intelectual, docente e historiador; adoptó la pose del provocador, generador de debates, “palomilla intelectual”.
Cuando Israel invadió territorio palestino, en Cusco-como en muchos lugares del planeta- se organizaron actividades de solidaridad con el pueblo palestino. Martín comenzó a polemizar por internet, defendiendo la invasión militar que el estado de Israel realizaba al territorio civil de Palestina. Allí perdió muchas amistades, pero ganó lo que quizás más quería: una imagen. No importó que esa imagen fuera de defensor del diablo, era mejor que ser reconocido como la promesa frustrada de la historiografía cusqueña.
El 2008 ganó un concurso regional con un ensayo sobre Tupac Amaru, en el que afirmaba muchas aberraciones históricas y proponía que Tupac Amaru buscaba un camino democrático, es decir, atribuía a un hecho del siglo XVIII un pensamiento del siglo siguiente. Allí murió lo poco de historiador que le quedaba y se reafirmó el rol de provocador que había asumido.
Desde entonces se dedicó a usar cualquier espacio posible (desde conferencias hasta el Facebook) para plantear lo exactamente opuesto a los consensos aparentes. Si se trataba de los inkas, pues se volvía hispanista; si eran los musulmanes, defendía el militarismo yanqui; si era el socialismo o los movimientos críticos al capitalismo, se volvía ultra neoliberal. En fin, el triste papel del alumno que quiere joder al profe, solo para llamar su atención.
Solo por su militancia aprista fue llamado a colaborar al programa radial “Tinkuy”, dirigido por el prestigioso antropólogo Jorge Flores Ochoa, también aprista. Pero lo curioso es que mientras Flores realizaba una labor de defensa y valoración de la cultura andina, Martín metía su cuchara con opiniones racistas y totalmente contrarias a la línea editorial del programa.
El 2012 y san que nadie entienda porqué, fue nombrado Gerente de Educación y Cultura en la Municipalidad del Cusco. Lo curioso es que el alcalde Luis Flores García se mostraba como un defensor de la cultura local, quechuahablante orgulloso de su idioma y admirador de lo inkaiko al punto de colocar un monumento en la plaza de armas, que hasta ahora causa polémica.
En un debate televisivo sobre ese monumento, Martín participó defendiendo al “inka de la plaza”. Un poco esquizofrénica la situación: quien por todos los medios criticaba la idealización de lo inka, ahora la defendía con los mismos argumentos que él mismo había criticado. Claro que lo hacía porque así lo mandaba su nuevo cargo, ya nada quedaba del historiador del pasado.
Hasta que llegó lo que tenía que llegar. El 10 de agosto de 2013, un día después del día internacional de los pueblos indígenas, en el último día del Encuentro Nacional de Cultura que se desarrolló en Cusco, declaró cosas que le costarían el puesto. Expreso que el quechua era un idioma que no permitía desarrollar el pensamiento abstracto, lo llamó “cáncer” y llamó “fundamentalistas” a todos los que trabajan por valorar la cultura andina.
La indignación se movió por las redes sociales y llegó a los medios de comunicación locales y hasta nacionales. Martín había logrado el que quizás es su mayor sueño: ser famoso, que todos hablen de él. No importa que hablen mal, que lo cuestionen; los complejos de toda su vida lo llevaron a ser famoso a cualquier precio. Ser un charlatán polémico es mejor que reconocerse como el más mediocre de los historiadores cusqueños.
La protesta lo obligó a renunciar y en declaraciones posteriores afirmó más sandeces, diciendo que sus declaraciones no se referían al idioma quechua solamente, sino a toda la cultura quechua; además de afirmar que la ciencia es algo exclusivamente occidental. La indignación del pueblo cusqueño sigue creciendo, nadie va a olvidar estas declaraciones. Ni que las dijo el principal funcionario en temas de cultura de la ciudad. Ahora muchos entienden por qué la política cultural municipal disminuyó notablemente los últimos años.
Pero lo que Martín requiere es un tratamiento sicológico o siquiátrico, según sea el caso. Como es un firme creyente de la civilización moderna pues que recurra a los medios que esta le proporciona, para curar eso que le corroe las entrañas y se expresa como provocación para afuera. En realidad, en las declaraciones disparatadas de este ex historiador se esconde un oculto grito de auxilio, que pide lo liberen de quién sabe qué demonios que le malogran la existencia. Por eso cada que habla algo polémico, su cuerpo empieza a retorcerse de manera extraña, su risa cambia de tonalidad, es como si un espíritu demoníaco lo impulsara a ganarse enemistades.
Sin embargo, es bueno que la indignación crezca, para que estos temas de racismo, discriminación y violencia verbal se evidencien y podamos combatirlos. Estoy consciente de que Martín está un poco loco, como también lo están todos los defensores del sistema capitalista neoliberal, de la destrucción de la naturaleza, del racismo y el machismo. Es la locura de una civilización que ha hecho que los más malos y brutos gobiernen, prolongando los conflictos hacia el futuro. Y cuyo mayor miedo es que la dignidad de los pueblos crezca.
Curiosa manera de presentarse los movimientos sociales modernos. Si bien Cusco ha tenido fuertes movimientos los últimos años, ninguno había usado las redes sociales como principal herramienta. La primera vez que una campaña organizada desde internet logra éxito casi inmediato, lo hace en defensa de la identidad cultural. Es que la cultura es más vital y política de lo que muchos creen. Esas piedras que fotografían los turistas están más vivas de lo que creen. Ese pueblo del que hablan los libros está mucho más vivo y se está reconstruyendo como en el mito de Inkarri, piqchando su coca y hablando su idioma.

Roberto Ojeda Escalante