sábado, 9 de noviembre de 2019

Hugo

Los rumores
A inicios de los años 60’ un rumor recorría los andes: “dicen que los campesinos de La Convención se han rebelado contra los hacendados”, “dicen que Hugo Blanco está repartiendo las tierras entre los campesinos”, “dicen que pronto llegará a esta hacienda”.
En una reunión de alta sociedad, Romanville, el más odiado y temido de los gamonales de La Convención, decía: “no entiendo cómo puede existir gente tan mala como Hugo Blanco, que me hace tanto daño sin que yo le haya hecho nada”.
El Partido Comunista y la Federación Departamental de Trabajadores del Cusco alertaban a sus simpatizantes: “no se dejen engañar por Hugo Blanco, es un aventurero”. Algunos denunciaban: “es un agente de la CIA”.
Pero abajo, en el pueblo, el rumor crecía: “la policía está persiguiendo a Hugo Blanco”, “dicen que no lo capturan porque es mago, cuando la policía lo está por capturar se convierte en burro y así escapa”.

Los hechos
En Lima, un grupo de troskistas realizaron una “expropiación” (asalto llamó la prensa) a un banco para intentar apoyar económicamente a Blanco, sin suerte.
Un poeta chalaco se mudó a Cusco inspirado por la lucha campesina y escribió el poema más inmortal de arenga y cuestión al Cusco, donde ubicaba a Hugo junto a Luis de la Puente y el mismísimo Tupac Amaru, llamándolos “destructores de la muerte”. 
Cuando Hugo fue apresado, el Che habría dicho: “Hugo Blanco ha caído, pero otros seguirán sus pasos”. Y esos otros, los propios campesinos de La Convención, mantuvieron las haciendas tomadas y lograron que el gobierno militar reconociese la Reforma Agraria en La Convención y Lares.
Mientras Hugo era juzgado lejos de su tierra, campesinos de todo el país ocupaban haciendas al grito de “tierra o muerte”, el mismo de La Convención. Incluso algunos las ocupaban gritando “Viva Hugo Blanco”.
Pidieron darle la pena de muerte, pero una campaña internacional liderada por Jean Paul Sartre logró impedirlo. De paso por Europa, José María Arguedas vio en una vitrina la foto de Hugo Blanco junto a la del Che, y se lo contó a Hugo preso, en esas hermosas cartas que intercambiaron poco antes de la muerte del escritor.
El gobierno del general Velasco Alvarado liberó a Hugo Blanco y al poco tiempo lo deportó, porque resultaba peligroso hasta para un gobierno de izquierda.
Hugo vivió más destierros, prisiones, huelgas de hambre, y también fue constituyente, parlamentario, senador, casi candidato a la presidencia; y por haber renunciado a la candidatura unitaria de la izquierda, muchos izquierdistas lo condenaron para siempre.
Y acompañó cuanta lucha pudo. Las tomas de tierras en Anta y en Puno, la huelga en Pucallpa,  las luchas antimineras y ambientalistas, ya sea en Cajamarca o el valle del Tambo, las luchas feministas y juveniles. Poco a poco se alejó de la izquierda partidaria y se compenetró con los movimientos indígenas, y se aproximó a los activistas libertarios, feministas y antisistema.
Y editó un periódico a contracorriente. En tiempos que la prensa escrita estaba copada por un monopolio, Lucha Indígena se daba la osadía de asomarse en algunos kioskos. Y escribió varios folletos, algunos que agrupó en un libro que ya lleva tres ediciones. “Nosotros los indios”. Presentado con poca presencia de intelectuales y mucha de dirigentes populares y jóvenes activistas.
Muchos rumores persisten. Monstruo para los hijos de los gamonales, traidor para izquierdistas trasnochados, utópico para las izquierdas reformistas, mito para los campesinos, ejemplo para los activistas.

El personaje real
Un niño que aprendió a luchar por los consejos que le daba un indígena discapacitado que en otros tiempos había liderado luchas contra el gamonalismo.
Un estudiante de agronomía, peruano en Buenos Aires, que abandonó los estudios al constatar que tendría que trabajar para gamonales.
Un joven que se hizo troskista porque el Apra y el PC ya le habían mostrado sus discursos traicionados. Y que volvió al Perú por decisión política y estuvo intentando organizar obreros, hasta que se percató de que la vanguardia social eran los campesinos, contradiciendo en parte los postulados de su ideología.
Un allegado que se sumó a la organización sindical y terminó dirigiendo su sindicato y liderando todo el movimiento convenciano, organizando la autodefensa armada.
Un perseguido que se refugió en cuevas o viejas viviendas, en una de estas conoció los restos de la biblioteca anarquista de Encino del Val, en Cotabambas.
Un preso que hacía amistad con sus guardianes. Un preso con un pie en la horca, que convirtió su juicio en un momento de denuncia política. Un preso incomunicado redactando cartas poderosas.
Un indultado, deportado, apresado, exiliado.
Un parlamentario sancionado por decir asesino al general Noel, que sí era asesino.
Un mestizo que decidió volver a ser indio. Un indígena que apoya todas las luchas de sus hermanos.
Un troskista que ya no necesita seguir siendo troskista para luchar, porque ya no hay estalinismo que enfrentar, aunque los rezagos del estalinismo lo sigan calumniando. Y porque el ecologismo, indigenismo, libertarismo y feminismo le suman fuerzas más que cerrarse en una sola ideología.
Un viejo que aconseja aprender de los jóvenes que derrotaron la Ley Pulpín.
Una película contando las vivencias del personaje, una película recorriendo los caminos andados por el propio Hugo.

lunes, 30 de septiembre de 2019

La derechusma

En alguna de las movilizaciones contra el indulto a Fujimori, a inicios del 2018, se coreaba una consigna que decía: “El indulto es insulto”. Algún gracioso aumentaba por ahí: “del inculto”. Rápidamente salían los guardianes de lo políticamente correcto diciendo que eso no estaba bien, que no hay que ofender a la gente por ser inculta, que es un concepto discriminador y desde una mirada monocultural.
Este miedo a no ofender a los “sectores populares” no nos ayuda a comprender por qué los políticos más conservadores y cavernarios reciben alto respaldo en dichos sectores. Es una vieja tradición izquierdista considerar al “pueblo” como esencialmente bueno, que si se pasa al “lado oscuro” es por la manipulación del sistema y los medios, y por la baja educación que les da el sistema. El “pueblo” aparece como un conjunto de seres desvalidos a los que debemos salvar. Poco difiere la visión de la derecha sobre el mismo “pueblo”.
Ese “pueblo” en la realidad política más se parece al concepto de “chusma”, es decir, la masa aglutinada y exaltada por algún momento, siguiendo algún liderazgo sin reparar en la extracción de clase del líder. La población organizada, que más se parece al “pueblo” conceptual, tiende a calcular mejor sus opciones políticas y en muchos casos se inclina por posiciones antisistema. Pero la mayoría de la población no está organizada, es esta gran masa la que generalmente opta por versiones derechistas extremas.
Ese ha sido el caldo de cultivo del fujimorismo, por ejemplo. La población no privilegiada que opta por esta derecha “populachera”, no es necesariamente “lumpen”, sino una población heterogénea que comparte algunos valores propios del capitalismo contemporáneo: el desarrollo, el bienestar individual, la competitividad, el achoramiento. Por eso les importa poco la corrupción, lo ven como algo que “todos hacen”. En ese afán de sobresalir individualmente, en una sociedad que no te abre muchas puertas, aprovechan cualquier oportunidad para lograr el éxito, aun tomando caminos éticamente cuestionables. Para ellos, la ética es algo así como decir “pequeño burgués”. Su identificación con esa derecha “achorada” se fortalece en tanto la ven más parecida a ellos que las corrientes liberales e izquierdistas.
Los liberales son vistos como “pitucos”, gente privilegiada dentro del sistema, que exige respetar las leyes aún cuando las leyes son injustas. Los izquierdistas resultan peores para esta gente, porque hablan de justicia, igualdad y derechos para todos. En un mundo en que todos compiten contra todos, muchos ven esos ideales como una contradicción ante sus propias aspiraciones de superación personal. Por eso se suman al odio contra todo lo que suene izquierda o antisistema. Los derechosos de abajo han optado por lograr algo dentro de ese sistema, de cualquier modo y en cualquier grado, lo que menos se les ocurriría es pensar en cambiar dicho sistema.
No se puede decir que el fujimorismo sea ideológicamente racista o machista, gran parte de sus dirigentes han sido de múltiples orígenes étnicos y con una buena cuota de género (sus principales dirigentes y su lideresa han sido mujeres). Pero sí respaldan las jerarquías sociales de género y culturales. Consideran que está bien que las mujeres sean subalternas de los varones, sus propias dirigentes respaldan la cruzada anti igualdad de género y demás valores patriarcales. Los fujimoristas no niegan sus orígenes étnicos pero los consideran una herencia arcaica (más o menos como también piensa Vargas Llosa), saben que no llegarán a ser gringos, así que asumen la modernidad “chicha” que recoge elementos étnicos decorativos, y los inserta en el paradigma moderno neoliberal.
Algunos izquierdistas piensan que se trata de “bajar al llano”, y utilizan símbolos culturales “populares” para atraer a esa gente. Resulta lo contrario, pues su postura se ve como un maquillaje. La verdad es que no podemos “achusmarnos” para quitarle adeptos a la derecha. El debate entre ética y “exitismo” es tan necesario como entre justicia y competitividad. Los valores están en lucha y tienen que seguir estándolo, pero hay que sincerar las cosas. Nosotros queremos bienestar para todos y para lograrlo tenemos que derrotar los valores capitalistas, sabiendo que muchos (aún pobres y marginados) defienden esos valores. La lucha simbólica es el primer campo de batalla en la lucha cultural.

Durante las últimas décadas ellos han pasado a la ofensiva. Y lo han logrado gracias a los malos análisis de liberales, izquierdistas y antisistema; los análisis mayormente se limitan a lo político y social, cuando el principal campo de confrontación es el cultural. Existe un paradigma capitalista que tenemos que reemplazar por uno libertario, y esto no se logra en lo macro sin antes haberlo logrado en lo micro. Ahí está nuestra fuerza, tal vez para los ojos de los poderosos también seamos una “chusma”, pero como dicen los zapatistas, “muy otra”.

Roberto Ojeda Escalante

jueves, 19 de septiembre de 2019

La indignación no basta, ¿qué hacemos frente a las quemas?


Hace unos días quemamos en casa algunas ramas, troncos secos y pajas que teníamos guardadas para ceniza en la huerta, lo hicimos dentro de un cilindro y al terminar lo dejamos tapado. A los 2 días fui a sacar la ceniza (que yo suponía ya fría) y me  percaté que aún seguía con brasa, es más pude echar algunas pajas más y el fuego se encendió solo.
Si eso pasó en una pequeña fogata controlada y dentro de un cilindro, que podría pasar con una pequeña fogata o iluminación de promoción que se hace al aire libre en una montaña y que se deja abandonada pensando que ya está apagada. Aún más graves son los incendios provocados sea por roces, traficantes de terrenos, monocultivos, ganadería industrial, etc.
El tiempo nos juega en contra en este contexto de crisis ambiental que los mismos humanos hemos creado producto de la ambición y consumismo desmedido, y ahora sumado con la quema constante de bosques y de diversos ecosistemas, nos está asfixiando aún más a todas y todos los seres (no sólo humanos). Y para sumar a los males, no está lloviendo, al parecer las cabañuelas nos indican que será un año con lluvias escasas (esperemos haya un error), pero ahora la tierra está seca, las plantas también y es justo en ese contexto que cualquier incendio por más pequeño que empiece se puede convertir en una catástrofe como está pasando en todo el país y en el mundo.
Y es un hecho que debería de haber una sanción, sea quien sea, que haya ocasionado un incendio, pues es un genocidio ambiental. Desde las comunidades campesinas deberían poner prohibiciones a esta actividad y ver alternativas que no hagan tanto daño a la tierra, pues si bien en los primeros años puede parecer que la tierra produce mejor se están matando los microorganismos de la tierra que son quienes le dan vida, además ese suelo podría perder su capacidad de retener humedad. De igual forma deberían haber prohibiciones con las promociones que suben a las montañas para hacer sus inscripciones con fuego, las fogatas, entre otras actividades que se tornan tan riesgosas en estos tiempos.
Al  resto de personas, aparte de indignarnos, creo que nos queda muchísimo por hacer. No sé si el tiempo sea el suficiente, pero al menos mostremos a los otros seres de la naturaleza  que hemos entendido que no somos el centro sino un ser más de un ecosistema bastante diverso y que requiere de todos los seres para poder sobrevivir. Esbozo algunas ideas pero de hecho deben haber muchísimas más.
-          Concientizar en donde estemos de todo el daño que se produce con la quema de bosques, que son pérdidas de vidas que no se recuperan y tampoco se regeneraran en muchísimo tiempo. Son formas de vida que necesitamos para seguir conviviendo y existiendo en todo un ecosistema.
-          Apoyemos a quienes sofocan incendios sea con alimentos, agua, dándoles un espacio para lavarse o cobijarse, abriéndole paso si estamos en auto cuando pasa la sirena.
-          Si vez o estás cerca de un incendio, y tienes las capacidades para apoyar, sin arriesgar tu vida, ¡Ayuda! No seas indiferente.
-          Plantemos árboles, cada vez son más las personas que se animan a hacerlo y eso es ¡Maravilloso! Todas y todos deberíamos hacerlo, sea en montañas, en nuestras casas, en nuestros centros de estudios o trabajo, en fin en todo lado es posible. Pero es clave hacerlo en el momento adecuado, sobre todo si son en zonas donde después no podremos cuidar los plantones, por ello debemos esperar las lluvias o ver alguna forma de riego. También es importante que usemos especies nativas, que ayuden a regenerar suelos, a conservar el agua y que sean resistentes como en la zona andina son la qeuña, kiswar, chachacomo, molle, aliso, etc. No sembremos eucalipto que absorbe el agua, dejando a los terrenos infértiles.
-          Si vives cerca de árboles, ayúdalos a resistir en este contexto de sequía, riégalos. ¡Ayuda a darles vida!
-          Regeneremos suelos, cuando se quema un bosque no sólo se dañan los árboles, flora y fauna; sino los suelos que son los que albergan millones de microorganismos que nos dan vida a todos los seres. Y esos son los microorganismos que debemos recuperar y eso lo podemos hacer empezando a hacer compost o humus, sea en nuestras casas, escuelas, y otros espacios a los que accedamos. ¡Que la materia orgánica no vaya a la basura, porque no es basura, es vida que debemos volver a los suelos!
-          Siembra plantas aromáticas, flores y otras que ayuden a cobijar y alimentar a otros seres, insectos que son las que ayudan a polinizar y a equilibrar un ecosistema como las abejas, abejorros, avispas, mariposas, aves, picaflores, entre otros.
-          Consume en biodiversidad, es decir alimentos locales y de temporada; pues muchas veces se quema para exigirle a la tierra que produzca más de los alimentos que tienen más demanda en el mercado.
-          Si conoces de alternativas que regeneren bosques o suelos, consume sus productos. Ayúdalos a seguir recuperando biodiversidad.
-          No uses agroquímicos sea en tus plantas, en maceta, huerta o chacra, porque éstos aparte de hacernos daño, matan tanto los microorganismos del suelo, como diversidad de insectos que ayudan al ecosistema.
-          Evita consumir alimentos que provengan de cultivos con agroquímicos pues estás contribuyendo a la destrucción de ecosistemas.
-          No dejes tiradas bolsas, envolturas o botellas de plástico, entre otros desperdicios en montañas o zonas descampadas porque aparte de contaminar en situaciones de incendio pueden ayudar a incrementar el fuego y hasta con un sol fuerte pueden ser detonantes de un incendio.
-          No seas cómplice, no consumas nada que venga de monocultivos o de zonas deforestadas como soya, ganadería industrial, aceite o manteca de palma, azúcar, arroz, etc.
-          No permitamos talas indiscriminadas sea en la ciudad o en zonas rurales, hagamos entrar en razón a quienes actúan así, o denunciémoslos.
-          No juguemos con fuego, en este contexto evitemos hacer fogatas en sitios de paso, roces para sembrar y toda forma de fuego, inclusive dejar colillas de cigarro; pues con el viento y sin lluvia, eso puede convertirse en un incendio mayor.

Y supongo hay muchísimas más cosas por hacer, pero todo urge, la vida de todas y todos los seres humanos y no humanos, no espera. Nuevamente las soluciones de nuevas formas de vida de convivencia con otros seres vendrán desde las acciones colectivas y cotidianas de abajo, no desde arriba.

Claudia Palomino
Canasta Solidaria Mihuna Kachun

miércoles, 18 de septiembre de 2019

El humano es un parásito

Un parásito es un tipo de organismo que obtiene la energía necesaria para vivir de otros seres, pero a diferencia de los predadores, no los caza ni elimina para alimentarse de ellos, sino que obtiene dicha energía dentro del ser parasitado, es decir que vive en él y de él. 
Puede parecer absurdo comparar a nuestra especie racional con ese tipo de seres, pero es una paradoja posible. Los humanos fuimos una especie colectora y carroñera hasta que su habilidad de razonar le permitió adquirir nuevas habilidades, su gran hazaña inicial fue el control del fuego. Pero en su larga historia, aprendió a aprovecharse de otros organismos y llegó a controlarlos, claro que para que suene bonito lo llamamos domesticación. En esencia fue un proceso por el que alteramos el modo de vida de otras especies, garantizándoles seguridad pero aprovechándonos de ellas de la misma forma que hace un parásito.
Con el tiempo, modificamos la estructura biológica misma de esos organismos, creando variedades o razas acordes a nuestras necesidades o conveniencias. A medida que invadíamos todos los ecosistemas del planeta, “nuestros” animales y plantas se multiplicaban con nosotros, quitándoles territorio y recursos a miles de otras especies que poco a poco han ido extinguiéndose.
Esta no es una disertación animalista. No sólo animales y plantas han sido nuestros proveedores de recursos, también hemos alterado los ciclos naturales y climáticos, los propios ecosistemas han sido parasitados por nuestras sociedades. El cerro Potosí es un buen ejemplo de un ataque parásito prolongado. Pero este tipo de parasitismo no es individual, son las sociedades humanas las que se hospedan en entornos que van destruyendo, tal como todo buen virus, hasta matar al organismo parasitado, para ir inmediatamente a buscar otra víctima.
En este vivir de otros seres, muchos humanos pierden salud y bienestar, pero eso no importa, porque el ser que se beneficia no es el humano, sino la sociedad, es decir el grupo social construido por esos mismos humanos. Esto ha llevado a que exista autoparasitismo en nuestra especie, surgen así las castas y clases sociales, unos viviendo del esfuerzo de otros, todo en aras del bienestar de la sociedad.
Llegados a este punto, es bueno reconocer que no todas las sociedades han parasitado a igual escala, aún hoy en día existen pueblos que siguen recolectando y cazando, la mayoría de sociedades agrícolas no destruyen su ecosistema, y el nivel de depredación es diferente entre los estados actuales. Esto significa que nos volvemos más parásitos en tanto nos creemos más “desarrollados”.
Pero el humano es a la vez racional, el único parásito que puede modificar su situación porque puede ser consciente de ella. Y vaya que lo intentamos, las rebeldías contra el capitalismo fueron y son un intento de parar la explotación entre humanos, y contra los demás seres también. La cura contra el mal provocado por el virus humano es el propio ser humano. Pero como en todo caso de parasitismo, la solución pasa por eliminar a los parásitos, esto es, a los humanos y las instituciones humanas que reproducen el parasitismo, ya sea que se niegan a abandonar ese modo de vida o porque ni se dan cuenta de lo que son. Nadie le pide permiso a un parásito para eliminarlo de su cuerpo, es solo cuestión de sobrevivencia.

lunes, 29 de julio de 2019

Así se oxidó el acero


Hace algunos años en una conversación de esas que se arman por sí solas, viejos militantes de izquierda contaban sus decepciones ante las traiciones y claudicaciones de sus dirigentes y compañeros. Pensamos que si escribían sus experiencias el título bien podría ser una parodia al de la famosa novela rusa “Así se templó el acero”. Y sí, el acero no se oxida; pero la metáfora funciona.
Entre 1968 y 1975 Perú tuvo el único gobierno izquierdista de su historia, que contradictoriamente fue encabezado por los militares. En esos años, la izquierda marxista había crecido mucho y se dividió en varios partidos, unos apoyaron al régimen militar y otros se opusieron al mismo, tildándolo de “facista” aunque el apelativo resultaba demasiado equívoco.
El marxismo se había vuelto hegemónico en la izquierda y cualquier corriente diferente terminó siendo invisibilizada. Los partidos se “repartieron” las organizaciones sociales, así, el PC-U controló la CGTP, Patria Roja al SUTEP, el PUM a la CCP, etc. Todos estos grupos tuvieron una orientación que se puede resumir en: protestar-negociar-lograr cupos de poder, en mayor o menor grado y con diferente beneficio para sus “bases”. Por otra parte, grupos maoístas denominados “infantiles” se plantearon “agudizar las contradicciones”, hacer estallar el conflicto de clase, entendiendo a los gremios y poblaciones como si fueran bombas que reventar para iniciar la “revolución armada”.
Demás está decir que todos aspiraban llegar al poder, aunque no se tenía claro qué se haría una vez llegado a él, salvo replicar alguna de las experiencias comunistas del mundo de entonces. La ideología suponía que estableciendo un gobierno socialista inicial los males sociales se irían superando poco a poco, con mucha dedicación, evitando revisionismos y aferrándose al mesianismo marxista.
En los años 80’ un grupo infantil (Sendero) inició su “guerra popular” que se convirtió en una guerra civil brutal y sanguinaria, en la que compitieron con la represión estatal en cuanto a vesania y barbarie. La vía violenta para llegar al poder se desprestigió sola y más cuando estos supuestos revolucionarios comenzaron a atacar a otros izquierdistas.
Por su parte, la izquierda legal intentó agruparse varias veces hasta confluir en la IU, convirtiéndose en la segunda fuerza política del país. Aplicaron interesantes medidas reformistas en los espacios que pudieron, pero su manejo autoritario de los gremios, mezclada a la corrupción en los espacios que controlaban (la Derrama Magisterial es el mejor ejemplo, no el único), su imagen se fue desprestigiando en la población.
En los años 90’ el neoliberalismo desplazó a las izquierdas gracias a su propio desprestigio interno, sumado a la caída del comunismo mundial (los regímenes que servían de modelo a los marxistas se caían por la protesta de sus propias poblaciones). Al senderismo lo derrotaron cuando este ya había perdido la guerra en su principal bastión: el campo. Allí las rondas campesinas terminaron apoyando al Estado antes que a estos rebeldes que oprimían más que los gobiernos.
Al perderse la utopía que durante años había sido la única, la desesperanza inundó el campo popular y se reflejó en el auge del fujimorismo, un régimen autoritario, corrupto e instrumental a los intereses de turno; que sin tener ideología ni nada por el estilo, campeó en la política peruana y supervive hasta hoy, ya sea en su propia organización o en otras muchas que accionan de la misma manera, sin ideología clara pero con bastante ambición.
Con la derrota popular del fujimorismo el año 2000, la izquierda inició su lento y complicado reagrupamiento, mientras resurgían movimientos sociales dispersos. En esta nueva etapa la hegemonía marxista quedaba como recuerdo, un recuerdo inspirador en algunos casos, pero alejado del predominio absoluto anterior. Sin embargo, los partidos hicieron lo posible por recuperar esos tiempos y hasta ahora pretenden reconstruir la experiencia de IU.
En lo que va del siglo han sido varias las tensiones entre movimientos sociales y partidos de izquierda tradicionales. Varios levantamientos indígenas contra el extractivismo se distanciaron rápidamente de sus dirigencias gremiales nacionales. Entonces aparecen nuevos agrupamientos partidarios o sindicales que pretenden la hegemonía, en algunos casos de vida fugaz y decepcionante como Conacami. Todos los partidos actuales vienen de la herencia anterior, aunque hayan sufrido varias transformaciones, la estrategia principal sigue siendo: protestar-negociar-captar cuotas de poder. Por otro lado, los rezagos de los infantiles buscan reinsertarse en los movimientos sociales, con su terca idea de convertirlos en polvorines “revolucionarios”.
Los varios levantamientos rurales, así como la protesta juvenil urbana han hecho visibles nuevos actores: indígenas, ambientalistas, colectivos urbanos anarquistas y contraculturales, etc. El desafío para todos es plantearse una orientación ideológica que surja de la realidad antes que de la teoría, que abandone la opción electoral como única vía, pero que se cuide de no caer en un nuevo infantilismo “insurreccionalista”. La autonomía y la autogestión resultarían instrumentos valiosos en este proceso, alejándose del centralismo y las jerarquías dirigenciales.
La huelga de los maestros del 2017 planteó un desafío a las formas en que se conduce el país, pero también al cómo se conducen las organizaciones sociales, una rebelión de las bases que reta al gobierno y a su propia dirigencia nacional (del histórico partido Patria Roja). No todo está dicho allí, Patria Roja tiene décadas de experiencia manipuladora y no va a soltar su feudo fácilmente.
Las luchas de distintos pueblos del mundo contra el capitalismo neoliberal demuestran que el camino es múltiple: el zapatismo de Chiapas, la revolución de Rojava, la autonomía griega, las fábricas ocupadas, autonomías indígenas, son los principales ejemplos, no los únicos. En Perú pueden surgir experiencias propias, que -como en los casos citados- empiecen a construir alternativas en el aquí y en el ahora. Ni reformismo electoral, ni mesianismo marxista, ni claudicación al liberalismo; el reto es organizarnos horizontalmente, aplicando principios contrarios al centralismo, clasismo, consumismo y alienación del capitalismo.

domingo, 30 de junio de 2019

No sólo es el patriarcado

No me parece buen mensaje eso de que los violadores y feminicidas son "hijos sanos del patriarcado".

Si estos casos son producto del patriarcado entonces sólo se solucionarían derrotando al patriarcado. Esto, aunque tiene algo de verdad y da un buen argumento al activismo feminista, resulta desalentador para las víctimas. Mientras reeducamos a la sociedad para superar el patriarcado, ¿qué mensaje les dejamos a quienes padecen machismo constante y extremo? Tal vez en nuestros espacios de militancia podemos construir relaciones no patriarcales, pero aún nosotr@s enfrentaremos esas violencias fuera de estos espacios.


***

En la historia han existido sistemas patriarcales que sancionaban violencia contra la mujer, ideologías machistas como las religiones monoteístas sustentan estas sanciones en la pretendida "superioridad" masculina (no se les debe pegar porque son débiles). Generalmente se ha visto violación y feminicidio como "excesos", si bien hay una relación entre machismo y esos mal llamados "excesos", no sólo son producto del patriarcado.
Casi todas las violencias humanas parten de un pretendido derecho de posesión, una demostración del poder de unos sobre otros. La frase "si no eres mía no serás de nadie" lo dice todo. El patrón se siente dueño del subalterno, el "desarrollado" de la naturaleza, el "civilizado" de los demás pueblos, y como estamos en una sociedad patriarcal, el varón se piensa dueño de la mujer. En todos los casos, cuando ese poder es cuestionado, el poderoso recurre a la violencia.
Entonces, hay un vínculo muy estrecho entre clasismo, antropocentrismo, racismo y machismo. El patriarcado es una manifestación más de un sistema sustentado en desigualdades. Lo que sucede es que el principal "campo de batalla" de este sistema es el hogar, la pareja, las relaciones de género. Es allí donde el sistema se reproduce y por eso es allí donde se muestra más cruel.
El patriarcado nos educa para que las mujeres acepten la dominación masculina, y que los varones compitan por demostrar cuan dominantes son. El capitalismo nos educa para competir entre todos y demostrar nuestro éxito en la medida que sojuzgamos a otros. Es la combinación de ambos la que lleva a las violencias mayores.
Incluso el amor es asumido como una competencia y como una demostración de poder. Los celos, la obsesión, el acoso, se normalizan sólo en una sociedad que ha normalizado la competencia, las jerarquías y la agresividad.
El ciudadano que triunfa imponiéndose a otros, el que demuestra su éxito humillando a otros, el que es alabado por tener fama y/o poder; reproducirá esos comportamientos dentro de su familia. Por otra parte, el que fracasa públicamente, el que se siente frustrado, encontrará su familia o sus relaciones de pareja como único espacio para sentirse poderoso, agrediendo a quien dice amar.
Así como el amor, el sexo también es asumido como demostración de poder. El capitalismo promociona el sexo más que otras actividades biológicas. Películas, publicidad y televisión enseñan que un varón exitoso es el que más sexo tiene, con más mujeres y justificando cualquier estrategia por lograrlo. Esto incentiva que sujetos sin éxito sentimental o social, lo compensen demostrándose a sí mismos que son exitosos sexualmente, desencadenando acoso y violación.
Podría pensarse que sólo pueden escapar de ese círculo vicioso los que nos reeducamos contra el machismo, sólo la gente consciente de lo malo del machismo y el patriarcado, y por ende la necesidad de enfrentarlos. Pero también existen varones que sin haber realizado estas reflexiones, nunca llegan a ejercer esos niveles de violencia. Claro que sus relaciones son asimétricas en la mayoría de veces, pero no llegan a ser violadores ni feminicidas.
Existe gente buena y gente mala, existe gente sana y otra no tanto, el problema es que el sistema incentiva a los malos más que a los buenos, a los insanos más que a los sanos, porque es un sistema que se nutre de las injusticias y las agresiones. Violadores y feminicidas sí son gente insana, sólo que su “enfermedad” empeora en una sociedad patriarcal, es como un virus en un ambiente con todas las condiciones para desarrollarse. Pero es un virus al fin, no una célula normal y corriente.
El patriarcado provoca que esos varones insanos lleguen a cometer horrendos crímenes. En varones más sanos no llegará a provocar crímenes pero sí maltratos y desigualdades, incluso los que se indignan ante los crímenes machistas, suelen tener actitudes machistas más sutiles y menos violentas, pero machistas al fin.
El patriarcado se desarrolló en las sociedades llamadas civilizadas, al mismo tiempo que se desarrollaba la dominación de clases y el control de la naturaleza. Son patas de un mismo cuerpo, por eso la policía, el poder judicial, el Estado en general, no actúan o actúan levemente contra violadores y feminicidas. El Estado no puede cuestionar la dominación ni las violencias, porque el Estado es producto de la violencia, no puede denunciar el patriarcado porque es producto del patriarcado. Por eso esa frase tan potente a la que me refiero al inicio de este texto, a los oídos del Estado a lo mucho suena a poesía.
No son pues hijos del patriarcado solamente, sino de una civilización enferma. Una civilización en la que hay más crímenes contra mujeres que contra varones, como hay más crímenes contra indígenas que contra blancos, o más crímenes contra pobres que contra ricos. Una civilización que manda a los varones más jóvenes y fuertes a matarse mutuamente en la guerra, que persigue o desprecia a las mentes más lúcidas y creativas, que segrega y oprime a las mujeres.
El marxismo cometió el error de priorizar la lucha de clases y tomar los demás aspectos como temas secundarios, hoy podemos cometer el mismo error enfocándonos sólo en la lucha de género. Si la dominación es integral, la resistencia también debe serlo. Lo que sí hay que hacer es priorizar el tema de género porque, repito, es en las relaciones de pareja donde se reproduce el sistema y puede ser el primer lugar donde podamos construir una sociedad libre.


Roberto Ojeda Escalante

domingo, 2 de junio de 2019

Divagaciones de un anarko qosqoruna


Han transcurrido 20 años desde que éramos unos jóvenes soñando cambiar el mundo, esperando que el mundo no nos cambiase primero. En todos estos años he visto a muchos compañeros y compañeras claudicando, ya fuera por las urgencias de la vida, por oportunismo o ambiciones personales, “por torpeza o cobardía” decía la canción.
Lo bueno es que muy pocos se fueron al “lado oscuro”, a defender el sistema capitalista que tanto hemos criticado. Los más fueron atrapados por la rutina del trabajo (y es que “el enemigo es el trabajo”), por la familia, por la carrera, por la seguridad (y las necesidades que el sistema nos ha impuesto), porque a fin de cuentas las cuentas se pagan con dinero, no con sueños.
Hoy algunos han hecho del activismo su currículum laboral, debo confesar que yo mismo obtuve algunos trabajos gracias al activismo militante, pero a tiempo reconocí que la lucha social no puede ser “carrera”. Algunos se convirtieron políticos profesionales, eso que tanto criticáramos, al final dieron una larga vuelta para llegar al punto exacto del pasado, pero ubicados al otro lado del espejo. Otros siguen cantando canciones revolucionarias de noche, mientras desempeñan su rol de ciudadano consumista de día, unos cuantos además, van organizando eventos, recitales, arengando por las redes sociales y todo eso.
He conocido compañeros y compañeras nuevas cada año, en muchos se ha repetido el mismo proceso, en algunos más jóvenes vemos que el proceso se da a ritmo acelerado. Pero con los años también hemos ido quedando algunos con los sueños vivos, intentando hacerlos realidad de muchas formas, aun cuando los más de estos intentos se cayeron o diluyeron en el proceso. Siento que de cada intento al menos queda uno que no claudica, tal vez por eso intentamos tantas cosas y tantas veces, que resultan siendo cada vez más pequeñas.
Me pesa el tiempo dedicado a formarnos políticamente, los más lúcidos en el discurso, los más radicales en la teoría, son los que más fuertemente han claudicado en la práctica. Tampoco han funcionado los intentos que dejaron de lado la formación y autoeducación, así que me reafirmo en la necesidad de concientizar, de educar, pero por medios diferentes a la educación formal. Educarnos en la práctica más que en la teoría, analizando los principios y experiencias anarquistas para tener una base, no una camisa de fuerza.
Dos décadas es un tiempo prudente para sacar lecciones. Los sueños, las utopías, nunca dejarán de serlo si no intentamos convertirlas en realidades, pero, ¿cómo hacer realidad un sueño que implica a toda la sociedad, o al menos a un sector de ella? Pues ahí está la paradoja, no se puede transformar la sociedad individualmente, pero no se puede iniciar una transformación social, colectiva, sin antes tener individuos transformados.
De los pocos intentos de construir comunidad, es decir, vida colectiva; tampoco es que hayan quedado muchos en pie al día de hoy. Pero las experiencias suman enseñanzas. La transformación social se inicia transformando la propia vida de cada individuo implicado en el proceso. El principal enemigo es el temor a quedarnos solos en el intento, “para qué arriesgarme sin la seguridad de vencer”, pensamos. Y es el mismo pensamiento que tuvieron que vencer todos los revolucionarios de la historia.  
¿Cómo valoramos nuestra ubicación en un sentido “revolucionario”? Hay mil formas de engañarnos, pero una característica simple es ver qué carrera estamos siguiendo, qué destino estamos alcanzando. Podemos ser profesionales con visión crítica, eso ya es bastante, madres y padres que le brindan una crianza liberadora a sus hijos, eso es aún mejor. Podemos ser un poquito más si abandonamos las metas que el sistema nos ha impuesto, si nos aventuramos a la inseguridad futura, si apostamos por la autogestión, aun cuando no la tengamos completa. Y seremos más si lo somos también cuantitativamente.
Abandonar las seguridades que brinda el sistema, nos ha enseñado que el cambio necesitado es  principalmente económico, no importa cuán lúcidos estemos ni cuanta dignidad nos rebalse, lo que puede detenernos es “la urgencia de tener para comida”, recordemos pues que el capitalismo es ante todo un sistema económico. Y como todo sistema se sostiene en lo cultural, es clave reemplazar ideas como “desarrollo”, “éxito” y “competitividad” por otras más solidarias y libertarias. Por eso es importante construir lazos, relaciones sociales alternas a las que nos brinda el sistema.
La lección concreta es que transcurridos estos años, los que quedamos en pie somos los que nos atrevimos al cambio de vida, y en el camino encontramos una compañera, un compañero, con quien fortalecer esa decisión. Entonces, esos nuestros intentos individuales, familiares, se van encontrando, vamos construyendo una comunidad, pequeñita aún, y lo más raro, salpicada como archipiélago en medio de la sociedad convencional.
Antes pensaba que las alternativas sociales-culturales debían nacer compactas, para ir creciendo como un tumor que poco a poco pudiese reemplazar al cuerpo social existente. Tras pisar suelo rebelde zapatista y conocer otras experiencias autónomas del mundo, entendí que en vez de pensarnos como tumores, debemos vernos como células regeneradoras de un organismo enfermo.
Y tampoco pensemos ese organismo como un ser con cabeza y extremidades, con órganos especializados. La sociedad es más parecida a una planta que a un animal, las flores brotan de forma aleatoria y las nuevas hojas reemplazan a las viejas sin necesidad de ocupar su mismo lugar. La revolución que anhelamos no requiere modificar las instituciones existentes, puede crear otras nuevas.

Camino a medias, logros incompletos, apenas atisbos. Podría ser el resumen. Pero 20 años es un espacio de tiempo muy corto en términos históricos, aún podemos hacer mucho. Con la ventaja de la experiencia acumulada, podemos evitar cometer ciertos errores o dedicarle tiempo a cosas innecesarias como la política formal o los debates teóricos. Siento que el reto siguiente es pasar a la masificación de las alternativas, pero esto sólo se puede intentar desde las microalternativas existentes, de procesos reales aunque pequeños, antes que de teorías grandes pero imaginarias. Aunque esta sólo es una expectativa, pienso que la experiencia ayuda a que no esté muy equivocada.

domingo, 28 de abril de 2019

Los weratakas. Breve historia del sindicalismo cusqueño

Roberto Ojeda Escalante

Manifestación en Cusco en 1931, foto de Martín Chambi
Hoy en día entendemos sindicalización como la organización de los trabajadores de una respectiva actividad económica. Aunque esta palabra no fue usada siempre en un sentido tan amplio y su utilización es tardía en el proceso que relataremos, aún así la utilizo porque es la que mejor describe lo que vamos a relatar: el desarrollo de la organización moderna de los trabajadores, que fue simultánea a la presencia del capitalismo.
En el caso de la ciudad del Cusco, este proceso tiene dos particularidades interesantes. Primeramente, no tuvo el desarrollo industrial de otras urbes, por lo que sus bases sindicales no responden al “obrero” propiamente dicho. La otra particularidad es que en varios momentos, la lucha sindical en Cusco se da antes que en Lima y otras ciudades, especialmente en las organizaciones estudiantiles.
Testimonios orales mencionan la utilización del término “werataqa” desde inicios del siglo XX, aunque es registrado escrito bastante avanzada dicha centuria. Inicialmente era una palabra despectiva para los sectores populares medios, que usaban vestimenta occidental pero a diferencia de las clases acomodadas, no lavaban sus sacos frecuentemente. Werataqa hace alusión a la grasa (wira) acumulada en sus cuellos y solapas. A medida que artesanos y obreros se iban sindicalizando, el término fue direccionándose hacia ellos y en la segunda mitad del siglo se identificó con los comunistas. Con la diversificación de la vestimenta moderna, la palabra quedó como recuerdo.

La Sociedad de Artesanos

Se denominaba artesanos a todos los trabajadores que realizaban algún oficio “menor”, de los no profesionalizados que detentaban las élites, pero que tampoco eran explotados directamente por un patrón. El artesano tenía un taller en el que elaboraba algún producto a petición de sus clientes, podía tener algunos trabajadores a su cargo, que a la vez eran aprendices suyos y a la larga podían abrir su propio taller, o seguir trabajando para un patrón artesano. Este fue el sector en el que nació el sindicalismo en el país.
La Sociedad de Artesanos Republicanos fue fundada el 4 de octubre de 1870 en la casa del carpintero Francisco González, calle Hatunrumiyoc, donde actualmente es el palacio arzobispal. Sus fundadores fueron –aparte de González-  los artesanos Francisco García, Tomás Varela, Máximo Pérez, Miguel Farfán, Gabino Mercado, José González, Valentín Lezama y Marcelino Lovatón. Pero quien impulsó la fundación de esta organización fue la profesora y periodista Trinidad Enríquez Ladrón de Guevara, una mujer singular de esos años, de una acaudalada familia pero ligada a las ideas modernas en pro de los trabajadores (Gutiérrez 2005: 31).
El modelo que los inspiró fue el mutualismo surgido en Europa, los artesanos se organizaron para apoyarse mutuamente y mejorar sus condiciones. En 1878, Francisco González participó en las elecciones y llegó a ser elegido diputado, el primer diputado de origen popular que pisaba el parlamento peruano. En 1879 la Sociedad de Artesanos se enroló en el batallón Zepita (el que dirigía Cáceres) para combatir en la guerra que se había iniciado con Chile. Francisco García murió en la contienda. Los años siguientes el prestigio de la asociación fue creciendo hasta convertirla en una institución importante en el medio local.

Las organizaciones estudiantiles

En 1899 se creó la Unión Universitaria, entidad que se proponía impulsar mejoras científicas y sociales en la universidad, siguiendo el modelo de organizaciones estudiantiles europeas. Sus fundadores fueron el joven docente Alejandro Pacheco Concha y el estudiante Ángel Vega Enríquez. En 1901 esta organización, bajo la presidencia del docente Martín F. Serrano, impulsó la organización de la Liga de Estudiantes, constituida por los colegios de la localidad y bajo una organización federativa, se instaló el 23 de junio de 1901 bajo la presidencia de Manuel Jesús Gamarra y vicepresidencia de Víctor J. Guevara (ambos profesores de colegios) (Villanueva 1992: 152-154). El primer impulso organizativo moderno se dio en al ámbito estudiantil antes que en el laboral, y se dio en Cusco varios años antes que en Lima. 
La Unión Universitaria se denominó Asociación Universitaria en 1907 y en mayo de 1909, protagonizó la primera huelga registrada en la historia del Cusco. Fue una huelga pidiendo la reforma y reorganización universitaria, que dio sus frutos un año después, el hecho impactó fuertemente en la sociedad local.
Por esos años empiezan a difundirse ideologías modernas entre las que resalta el anarquismo, el principal difusor de esta era el comerciante Ángel Arnaldo Gasco, desde su licorería ubicada donde hoy es la Casa Garcilaso, y desde el periódico anticlerical El Cuzco (1895-1909). Existían algunos simpatizantes del anarquismo como el docente Cosme Pacheco y el estudiante Miguel Ángel Urbina, que emitió el disparo de revólver que inició la huelga de 1909. El anarcosindicalismo proponía luchar contra los patrones y el gobierno para arrancarles mejoras sociales.

Nuevos sectores, nuevas organizaciones

En 1911 se fundó la Sociedad Mutua de Empleados y Comerciantes, entidad que agrupaba a trabajadores de las instituciones y a los comerciantes, y que fue impulsada por los padres franciscanos. Empleados y comerciantes venían creciendo desde inicios del siglo y se esperaba un crecimiento mayor de estos sectores con la introducción de elementos modernos como el ferrocarril y las obras de mejoramiento de la ciudad.
El 14 de marzo 1915 un grupo de profesores encabezados por Humberto Luna Pacheco, fundaron la Asociación Regional de Normalistas, “con el objeto de fortalecer la solidaridad entre los trabajadores de la enseñanza en el Sur de la República”. Entre sus fundadores, aparte de Luna, mencionamos a Concepción Rivero y Roberto F. Garmendia, de amplia actividad política posterior (Aparicio 2000). La mayoría de los fundadores eran mujeres. Es necesario anotar que el profesorado aún era una profesión no universitaria (la facultad de pedagogía aparece dos décadas después).
En las elecciones municipales de 1916, llega a ser concejal el relojero Eduardo Arenas como representante de los obreros. La lista que lo postuló era una alianza de liberales que incluyó al anarquista Ángel Gasco, y como candidatos suplentes llevó a dos artesanos y un obrero (Valcárcel 1981: 196).

Disputas por la conducción del proletariado cusqueño

Las fábricas y casas comerciales hacían crecer los sectores de trabajadores dependientes, ya fueran empleados u obreros. Las corrientes ideológicas apuntarían a tener presencia en estos sectores, el 14 de abril de 1917 se fundó la Sociedad de Obreros Católicos del Cusco (Esquivel), para encauzarlos por un camino no confrontacional.
El 14 de enero de 1918 una protesta popular invade la casa comercial de Antonio Calvo, este y sus trabajadores disparan a la turba generando algunos muertos (Calvo 2002). Calvo sería apresado y pasaría un tiempo en prisión. Al año siguiente, luego de la larga lucha que en Lima logró arrancar al gobierno la jornada de 8 horas, en Cusco se producen varias huelgas: en la fábrica Huáscar (8 de octubre), en los operarios del ferrocarril (9 de octubre) y en las casas comerciales (17 de octubre).
Del 11 al 20 de marzo de 1920, la Asociación Universitaria acoge al primer congreso de la Federación de Estudiantes del Perú, uno de sus acuerdos fue la creación de las universidades populares Gonzales Prada, para concientizar a los trabajadores. Mientras tanto, el 16 agosto de ese año, la Sociedad de Artesanos y el Círculo de Obreros Católicos participan en los agasajos al embajador de Estados Unidos, que estaba visitando el Cusco.
Esos años aparecen la Asociación de Constructores (dirigida por Juan Ramos), el Club Deportivo Obrero  (Antonio Carrasco) y el Sindicato de Choferes (Julio C. Pastor), primera en usar la palabra sindicato. También se organizaron los sastres, zapateros (José L. Castro) y panaderos (Martín Pareja). Dos corrientes se disputarán la conducción del proletariado local: El catolicismo organizó la Sociedad Fraternal de Carpinteros (Ignacio Peralta) y llegó a controlar la Sociedad de Artesanos. Los artesanos anarquistas Manuel Cuadros y Martín Pareja impulsaron una federación de los sindicatos locales que se habría afiliado a la FORP de Lima. Y también apareció el marxismo, con la Asociación de Tipógrafos (Roberto Latorre) que se declaraba “a la manera sovietista”.

Los ecos de Gonzales Prada

La prédica gonzalespradista de Luis Velasco Aragón, Encino del Val (Erasmo Delgado) y León Caropa (Leonidas Caparó) difundió el anarcosindicalismo y fortaleció el indigenismo urbano. En 1922 se organizó la Federación Indígena y Obrera del Perú (FIORP) en Lima, desde la que los anarcosindicalistas se sumaron a la lucha indígena que desde 1918 venía realizando rebeliones en  las provincias surandinas, pero su existencia fue breve y cayó ante la represión gubernamental.
El 1 de mayo de 1922 se desarrolló un homenaje a los trabajadores en el local de la Sociedad de Artesanos, los jóvenes activistas buscaron vincularse a esta, en la que empezó a funcionar la Universidad Popular (UPGP) el 10 de mayo de 1924. La entidad fue impulsada mayormente por gonzalespradistas como Luis Villa, Rafael Tupayachi, Velasco Aragón y Roberto Latorre, este edita la revista Kosko que se convierte en vocero de la UPGP. Pero la iglesia presiona a los artesanos, logrando que les nieguen el local el mismo mes. Finalmente el gobierno llegó a clausurar la universidad popular en el mes de agosto.
La represión gubernamental ataca a los sindicatos, pero continúan apareciendo nuevos, en 1925 se formó la Sociedad Obrera de Socorros Mutuos Huáscar y el Sindicato Textil La Estrella (sus propios nombres indican la tendencia mutualista del primero y la combativa del segundo), en 1926 el gremio de chocolateros y la Asociación de Comerciantes Minoristas (Lynch 1978). Desde la revista Kosko, Latorre empieza a difundir el marxismo, que proponía la organización de los trabajadores en un partido obrero.
El campo aún libraba varias batallas, como la huelga de 1927 en Lauramarca. Los trabajadores de esa hacienda se negaron a trabajar para su patrona hasta por lo menos 1932, cuando la represión militar acabó con esta rebeldía.

La Federación Obrera Departamental del Cusco

En febrero de 1927 un grupo de universitarios organiza la “célula apra”, sumándose al llamado de Haya de la Torre para constituir un frente popular y difundir el socialismo. Impulsan la organización obrera,  participan en la huelga universitaria de mayo y organizan una manifestación contra la ejecución de los anarquistas Sacco y Vanzetti en Estados Unidos. Luego rompieron con el Apra y se terminan afiliando a la Internacional Comunista, en mayo de 1929 (Lynch 1978).
El 20 de marzo de 1930 se funda la Federación Obrera Departamental de Cusco, creada por César Adolfo Calderón Romero, Simón Herrera Farfán, Agustín Rivero, Rosa Augusta Rivero y José Calvo Bohórquez (Avendaño 1995). Una combinación de intelectuales y obreros que incluía ideas anarquistas y comunistas. La FODC se afilia a la CGTP de Lima e impulsa la organización del sindicato de artes gráficas y decorativas de Cusco (Manuel Isidoro Leiva Aragón), los comités sindicales en las fábricas textiles de Urcos, Lucre y Maranganí.
La rebelión militar de Arequipa del 22 de agosto, inspiró una protesta popular en Cusco que doblegó a la represión e instaló una Asamblea Popular el 25 de agosto, la misma que puso la municipalidad al mando de un comité cívico que incluía a Angel Gasco, Agustín Rivero, Rafael Tupayachi, Mariano Fuentes Lira (editor de El Constructor, órgano de la FODC), entre otros. Con la caída del gobierno de Leguía, el comité cedió sus funciones al nuevo gobierno. Fue la última acción conjunta de todas las corrientes críticas, en adelante el Apra y el Partido Comunista se disputarían la dirección del movimiento popular.
En mayo de 1931 se desarrolla una huelga de todos los sindicatos textiles de Cusco, en respaldo, la FODC organiza un paro general el 20 de mayo, que culminó con un mitin que aglutinó a 3000 trabajadores. Por esta protesta fueron encarcelados los dirigentes de la FODC: Luis Villa, Agustín Rivero, Roberto Latorre y Carlos Lira.

La SOU y la FTC. El sindicalismo acosado y dividido

Ante el viraje comunista de la FODC, se apartaron del movimiento algunos dirigentes como Antonio Carrasco, pero la mayoría se mantuvo y varios terminaron afiliados al Partido Comunista. En 1930, nuevas protestas indígenas se dieron en Pucyura (Anta), Canas, Paucartambo y Lauramarca. Roberto Latorre organizó un congreso indígena clandestino en 1932, pero no llegó a realizarse por el ataque de la policía. Nuevas represiones encarcelaron a Latorre, Rosa Rivero, Rafael Tupayachi y otros dirigentes en 1932.
Por su parte, los apristas organizaron la Asociación de Artesanos de La Convención (1930) y apoyaron protestas indígenas, por lo que sus dirigentes fueron apresados. En 1940 el Apra fundó las Sociedades Obreras Unidas (sucesora de la FODC). En 1942 esta terminó controlada por el PC, que la denominó Federación de Trabajadores del Cusco (FTC) la misma que en 1943 homenajeó al embajador de Estados Unidos. Es paradójico que una organización que se reclamaba comunista homenajear al representante del mayor capitalismo. Por su parte y al ser desplazados, los apristas organizaron “sindicatos libres” bajo ideales católicos y nacionalistas. Pero si bien las dirigencias se habían partidarizado, las bases sindicales eran heterogéneas.
La Asociación Universitaria se denominó Asociación Sindical Universitaria y el 18 de julio de 1947, se convirtió en Federación Universitaria del Cusco (FUC), participando del cogobierno universitario (tercio estudiantil). Luego del golpe de Odría, en 1949 una junta reorganizadora suprimió la federación en la San Antonio. La dictadura persiguió y apresó a dirigentes de la FTC, como Simón Herrera. Este promovía la organización de sindicatos obreros y campesinos, aunque discrepaba con la dirigencia del PC tuvo que aceptar los acuerdos de la organización (FTC) controlada por dicho partido, en la prisión del Frontón (Lima) fue asesinado en 1953.

El sindicalismo partidarizado

Con el retorno a la democracia (1956), los dirigentes perseguidos pudieron retomar sus actividades, reconstituyendo la FTC y la FUC. En 1957 el Apra creó la Unión Sindical de Campesinos y Obreros (USCO). El año siguiente, en abril de 1958, la FTC organizó un paro general en el que la represión mató a un niño de 12 años. Las masas se desbordaron y tomaron prisionero al General Daniel Vargas Dávila, llevándolo al Sindicato de Choferes. El líder de la FTC era Emiliano Huamantica, quien negoció la huida del general.
El manejo político de Huamantica fortaleció a la FTC, desapareciendo la central aprista. Huamantica fue candidato a parlamentario en 1962 pero las elecciones fueron anuladas por un golpe de estado. El dirigente murió en un accidente en 1964 y se convirtió en el principal héroe de la FTC, olvidando a otros mártires como Herrera.
Mientras tanto, se desarrollaba también un fuerte sindicalismo campesino, en 1958 se organizó la Federación Provincial de Campesinos de La Convención, que bajo el grito “tierra o muerte” se lanzó a ocupar haciendas en 1961 y terminó forzando a que el gobierno militar decretara la reforma agraria en dicha provincia, aun cuando el principal dirigente del movimiento, el troskista Hugo Blanco, ya estaba preso. Este movimiento se había propuesto la transformación de la sociedad en un sentido diferente al de los partidos, y lo había logrado.
El torskismo era una corriente marxista crítica al comunismo autoritario de la Unión Soviética, influyó en la organización de la Federación Departamental de Campesinos del Cusco, pero años después, esta organización fue copada por los partidos comunistas (divididos del PC) y se abandonó la experiencia triunfante de La Convención. El abogado troskista Vladimiro Valer acompañó los reclamos campesinos, que venían desarrollando tomas de tierras en varios lugares, hasta que llega la Reforma Agraria de 1969.

El Cusco “rojo”

El gobierno progresista del General Velasco (1968) implementó un aparato estatal para controlar los sindicatos, desde el Sistema de Movilización Social (SINAMOS), creando la Fartac que rivalizó con la FDCC en el ámbito campesino. Varios gremios rechazaron ese control, dirigidos por algunos partidos. La propia FDCC estuvo orientada por el PUM, se organizó el sindicato de maestros (SUTE) bajo control de Patria Roja, el mismo partido llegó a la dirección de la FUC.
En agosto de 1971, con un fuerte movimiento estudiantil, la FUC tomó el control de la Universidad e instaló el primer gobierno tripartito (docentes, empleados y estudiantes) del país. La protesta culminó tras el incendio de Sinamos en 1973, que fue pretexto para la detención de los dirigentes universitarios y sindicales. Dos años después un nuevo golpe militar inició un viraje derechista y un periodo de mayor represión. En esos agitados años, el movimiento campesino desmanteló algunas cooperativas impuestas por el gobierno, y las convirtió en nuevas comunidades. El camino de La Convención parecía estar retornando.
El férreo control partidario de los sindicatos, tuvo también cuestionamientos de las bases contra la corrupción y abusos de sus dirigencias, las que quedan registradas en boletines alternativos como la revista Llaqta (1972-78) y el semanario La Voz del Pueblo (1974-79). Pero la dictadura obligaba a la unidad y así, se constituyó el Frente de Defensa de los Intereses del Cusco (1978), que incluía sindicatos, colegios profesionales, personalidades (el alcalde y el obispo). En ese marco, la FTC se reorganizó como Federación Departamental de Trabajadores del Cusco (FDTC). Estas participaron en las huelgas de fines de esa década, que obligaron a los militares a convocar a elecciones.

El sindicalismo en declive

La guerra interna iniciada por el grupo maoísta (una variante del marxismo) Sendero Luminoso en Ayacucho (1980), se empezó a sentir en Cusco en 1982, aunque el grupo subversivo nunca penetró con fuerza en esta región. Esa década, el FUDIC lideró grandes protestas y respaldó al alcalde izquierdista Daniel Estrada. Pero la guerra, el autoritarismo de los partidos y la corrupción de estos, debilitaron las organizaciones sindicales. Cuando Fujimori dio el golpe de 1992, no hubo resistencia fuerte ante la represión a los sindicatos, que habían perdido la solidez del pasado.
Las transformaciones económicas producidas por las migraciones y el neoliberalismo, generaron un gran sector de trabajadores precarios. Los sectores organizados se redujeron y eso debilitó más los sindicatos. La caída del régimen fujimorista (2000) fue impulsada por organizaciones juveniles y culturales más que por sindicatos y partidos.
En el nuevo siglo resurgió la FUC, pero sólo recobró fuerza cuando la dirigencia fue arrebatada al partido Patria Roja (2003). Se organizó la Asamblea Popular, similar al antiguo FUDIC, pero se extinguió rápidamente. La FDTC, Fartac, FDCC, Sute, subsisten entre escándalos por corrupciones o desacato a sus bases; mientras surgían Frentes de Defensa en varios distritos y provincias, que lideraban las protestas populares sin una dirección política definida. Las ideologías quedan como un recuerdo que sin embargo pesa mucho, impidiendo la reorganización de los trabajadores acorde a las realidades contemporáneas.


Referencias bibliográficas

(1983) Aragón, Luis Ángel. Historia del periodismo cuzqueño 1822-1983. Cusco: Idea Editores.
(2000) Aparicio Vega, Manuel Jesús. Roberto F. Garmendia, ilustre integrante de la generación de La Sierra. Revista del Instituto Americano de Arte N° 17. Cusco: IAA, pp 13-94.
(2015) Astete Vega, Santiago. Diarios cusqueños (1898-1937). Cusco.
(1995) Avendaño, Ángel. Diccionario Enciclopédico del Qosqo. Cusco: Municipalidad del Cusco.
(1999) Calvo C., Rossano. La tradición. Representación de la urbe andina cusqueña en el siglo XX. Cusco: Municipalidad de Santiago.
(2002) Calvo C., Rossano. Periodismo e historia local. El diario El Sol de Cusco (1900-1950). Cusco: INC.
(2006) Escalante Gutiérrez, María Olinda. Selección de sus obras escritas. Cusco.
(2016) Esquivel Coronado, Jéssica. La modernidad en el Cusco: La necesidad de contar con un plan director y un reglamento de construcciones durante la primera mitad del siglo XX. Crónicas urbanas 19, Cusco: CGPA, pp 113-137.
(2005) Gutiérrez Samanez, Tania Consuelo. Trinidad Enríquez. Primera universitaria y precursora social. Cusco.
(1978) Lynch, Nicolás. La polémica indigenista y los orígenes del comunismo en el Cusco. Crítica Andina N° 3. Lima.
(1954) Nieto, Luis. Poesía cuzqueña. Derrotero para una ubicación de la poesía cuzqueña contemporánea. Cusco: Sol y Piedra.
(1992) Tamayo Herrera, José. Historia General del Qosqo. Cusco: Municipalidad del Cusco.
(1981) Valcárcel, Luis E. Memorias. Lima: IEP.
(1992) Villanueva, Horacio. La Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco. Cusco: UNSAAC.

miércoles, 20 de febrero de 2019

No discrimino pero me siento superior

Fotograma de la película Roma 

Hace unos días, ante la circulación de un post racista en el que una señora se quejaba de las nanas que usaban el espacio destinado para socios de un club del que ella era parte, se empezaron a dar diversos comentarios que condenaban la discriminación hacia las trabajadoras del hogar. Esto no debería tener nada de malo hasta que me pareció entender que varios de las y los que defendían a estas trabajadoras, las veían en situación de vulnerabilidad y las asumían como personas con casi nada de cultura, ni conocimiento y muy bajo nivel educativo; situaciones que las llevaban a aceptar esos trabajos “no tan dignos”, pero luego gracias al apoyo de la buena familia que las acogía habían salido como mejores personas, emprendedoras y más educadas. Parecía una posición de ser salvadores y hasta de seres superiores, quizás por contar con una mejor situación  económica, tener estudios superiores, ser de un contexto más occidental; pero sobre todo se asumía que la otra persona no traía nada de sabiduría y uno debía “educarla y civilizarla”.
Si bien la persona que llega a trabajar a una casa, puede estar en una menor condición económica, eso no quita que esta misma persona pueda tener saberes y conocimientos muy valiosos que no los enseñan ni siquiera en la mejor maestría del mundo y que deberíamos voltear a escuchar y aprender de ellos. El haber tenido la oportunidad de estudiar primaria, secundaria y luego otros estudios superiores no necesariamente nos hace más sabias o sabios que otras personas. Cuando pensamos así, es porque nos seguimos manejamos dentro de los criterios y prejuicios que nos dicta el sistema, por el que nuestro valor depende de qué tan “instruidos somos y cómo nos desenvolvemos económicamente” e invalidamos todos la educación comunitaria o popular que podemos recibir generacionalmente, en nuestros diversos contextos locales o como parte de nuestra propia experiencia de vida.
Recuerdo una vez que visité a mi familia, y mientras tomábamos lonche, mi mamá hizo un comentario respecto a un mal que le venía frecuente y la señora que trabajaba en casa simplemente dijo: “Mucho cálido está tomando”. Mi mamá no entendió el comentario, pero yo le seguí preguntando al respecto y era cierto, mi mamá estaba tomando muchas cosas cálidas y su mal era respuesta a ello. La señora ya se había percatado días y hasta semanas antes de ello, porque ella había aprendido de sus generaciones anteriores el cómo combinar alimentos pero cuando ella llegaba a trabajar a una casa, olvidaba toda esa sabiduría para adaptarse a la que le indiquen los dueños de casa por más que esté errada. Ella sólo obedece y deja en el rincón todo el saber que puede traer.
¿Cuántas de esas personas trabajadoras o trabajadores del hogar sean las que cuidan niños, cocinan, arreglan el jardín, limpian la casa, etc; pueden traer con ellos o ellas un vasto conocimiento que lo dejan de lado para adaptarse a los conocimientos de las personas que las contratan  porque se “supone” son los más válidos?
Además estamos afirmando que los trabajos de cuidado en casa son menos dignos o menos importantes que otros. ¿Por qué un trabajo que busca convencer a personas de comprar objetos o adquirir un servicio no indispensable,  para que finalmente las y los dueños se enriquezcan más; va a valer más que el trabajo de la persona que determina nuestra alimentación, y el cuidado de nuestros y nuestras hijas, sabiendo que de ello depende cómo nuestra familia se desarrolle posteriormente?.  Y ahora preguntemos: ¿Por qué le damos tan poca importancia a las tareas de los cuidados?, cuando justo de esas acciones depende el bienestar de nuestra familia. Esas son tareas que deberíamos desempeñar todos por igual, y aprenderlas desde la casa y la escuela como parte de nuestro proceso de crecimiento personal y social. Y ya en caso de ser adultos y no podamos asumirlas por alguna razón, pues la persona que llegue a casa para trabajar es sumamente importante y valiosa porque de ella depende cómo vivamos todos los miembros de una familia.
¿Cuántas de las tareas que desempeñan esas personas que trabajan en casa son las que nos hacen “vivir bien” en nuestro espacio familiar? ¿Y cuántas de las tareas que podemos desempeñar para otros y dentro del sistema, son justo las que ayudan a que otros “no vivan tan bien” en sus espacios locales o familiares?
Una prueba de qué tanto el sistema nos ha captado, es que nos ha hecho sentirnos mejor cuando rechazamos esas tareas cotidianas e imprescindibles para vivir, y preferimos servir a otra u otro (sin importar que con nuestro trabajo se esté contribuyendo a oprimir o explotar a otras personas o seres). Y son justo las tareas cotidianas que menospreciamos, las que realmente nos pueden liberar y dar autonomía, pues es hacernos cargo de nuestras vidas (alimentación, salud, crianza de hijas e hijos, autogestión, producción, etc.); y así dejamos de participar en el círculo vicioso y dependiente del sistema.
Luchar contra la discriminación es también empezar a ver a las y los otros con ojos de iguales; pues los estudios formales, el contexto donde nos desenvolvemos y el dinero, no deberían marcar las diferencias, ni tampoco deberían darnos aires de superioridad;  más bien terminan siendo más cuentos del sistema para controlarnos y seguirnos explotando. La sabiduría se construye en la experiencia y el tiempo, indistintamente del contexto donde vivas o la condición económica que tengas.

Claudia Palomino

viernes, 18 de enero de 2019

LA REVOLUCIÓN EN LA COMIDA


Cada vez somos más quienes rechazamos este sistema injusto e intentamos defender la vida en todas sus formas, aspirando a construir un lugar con real libertad individual y colectiva, valorando nuestras diversidades. Sin embargo, cuántas veces lo que comemos es todo lo contrario a nuestros sueños de un lugar más justo para todas y todos. Recordemos esta frase: “Somos lo que comemos”. Entonces, ¿qué es lo que estamos siendo con lo que comemos?

Nuestra comida la tenemos tres o más veces al día, y es importante que no sólo sea saludable para nosotros y los que están a nuestro alrededor, sino empezar a conocer cuál es la historia del alimento que llegó a nuestras mesas y asegurarnos que lo que entra a nuestras bocas también provenga de lógicas justas y solidarias. No contribuyamos a más injusticias con nuestro consumo y nuestros bolsillos.

Les damos algunas ideas de alimentos que por más saludables que sean no deberían ingresar a nuestras mesas si provienen o demandan:
1.    Deforestación de bosques, como la crianza de ganado industrial, soya y manteca de palma (que contienen gran parte de los productos envasados y procesados que hay en el mercado, así como los aceites comerciales).
2.   De grandes monopolios industriales que acaparan tierras, agua y hasta contaminan la zona y pueblos aledaños con pesticidas.
3.  De explotación laboral, como las uvas  negras grandes de Piura que contratan mujeres en condiciones de explotación, empresas azucareras de la costa norte que no les pagan a sus trabajadores, algunos insumos de la marca Nestlé viene de explotación infantil en África.
4.     Especies que estén en riesgo de extinción o que están en temporada de veda.
5.    Alimentos que requieran excesivas cantidades de agua sobre todo en contextos de sequía, como el arroz o espárragos que requieren ser inundados.
6.   Que tengan fertilizantes o pesticidas químicos, no sólo por nuestra salud sino porque también contaminan a la tierra, fuentes de agua y a todos los seres vivos.
7.   Que utilicen saberes ancestrales de los pueblos sin que haya un beneficio directo para ellos (como algunos restaurantes costosos, empresas naturistas, etc.)
8.  Alimentos refinados, procesados con aditivos químicos o que tengan en sus insumos componentes transgénicos, que ya mataron sus nutrientes. O si son animales o sus derivados, que hayan sido criados de forma antinatural y llenándolos de químicos.
9.      Que gastan mucho combustible para llegar a nosotros sea desde otro país o zonas alejadas.
10.   Que sean financiados o promocionen empresas extractivas (mineras, petroleras, de gas, tala, etc.) que justo son de las que más contaminan la naturaleza.
11.   Que vengan de empresas que experimenten con animales.
12.   Que tengan envases innecesarios como plástico, tecnopor o aluminio.
13.  De grandes cadenas o tiendas que compran alimentos de agricultores a un precio injusto, para luego venderlos con máxima ganancia.

Algunas personas dirán que es muy difícil lograr no consumir estos productos o saber de dónde vienen, y sí, es difícil pero no es imposible. La idea es empezar anulando o disminuyendo el consumo de algunos de los alimentos que involucran los procesos indicados anteriormente. Además gran parte de ellos son totalmente innecesarios en nuestra dieta, pues no nos nutren.
Recordemos que si bien nuestra protesta puede incomodar a una persona o empresa capitalista y explotadora, lo que más les duele es que bajen sus ventas, y eso lo podemos hacer desde abajo.
Empecemos a ver toda la diversidad de posibilidades que tenemos a nuestro alrededor para construir otras formas de alimentación mucho más justas y solidarias para todos los seres. Las necesitamos para resistir en los tiempos difíciles de crisis ambiental y alimentaria que se nos vienen. Sabemos que el sistema y los de arriba no vendrán a salvarnos, pues seguirán lucrando a costa de nuestras vidas, y más bien nuestra organización colectiva y autónoma es la que puede ayudarnos.

Compartimos algunas alternativas que podemos empezar a practicar para resistir desde lo cotidiano, que se pueden hacer de forma artesanal, sin requerir gran tecnología.
1.     Cultivar, sea en macetas  o en un terreno, démonos la posibilidad de comer un alimento natural, que por más pequeño que sea puede ser más nutritivo que lo producido de manera industrial, sin intervención del dinero y con el trabajo de nuestras manos. Contribuye a devolvernos la conexión con la tierra y todos los seres que la habitan, limpiar nuestro aire y nuestra tierra.
2.     Proteger a las abejas, pues de ellas depende la polinización de muchas plantas, no permitamos su extinción, tengamos flores que les sirvan de alimento y medicina. Si tenemos espacio podemos tener un panal para que tengan dónde guarecerse.
3.    Sembrar árboles, porque ayudan a limpiar el aire, retienen agua, nutren el suelo con sus hojas, ayudan a generar un hábitat más sostenible en tiempos de sequía. No sólo se siembran en grandes extensiones, también podemos sembrarlos en jardineras, caminos, patios, etc.
4.    Devolver al suelo la materia orgánica que queda de tus alimentos, a través de la elaboración de compost o humus.
5.  Guardar semillas, que son fuentes de vida para todos los seres. Necesitamos reproducirlas y guardarlas, para asegurar la diversidad y la alimentación de las generaciones posteriores.
6.    Criar y colectar agua. Cada vez hay más escasez de agua, podemos colectar el agua de la lluvia a través de canaletas en nuestros techos, además existen otras técnicas, tanto artesanales como tecnificadas, para conservar el agua del subsuelo.
7.  Consumir plantas silvestres, hay mucha comida vegetal sumamente nutritiva que no estamos viendo, y es la que nos ofrece la naturaleza cuando más nos falta comida. Era la comida de nuestros antepasados, sólo debemos aprender a reconocerla y saber de dónde, cuándo, qué parte y cómo comerla. También existen insectos silvestres que se puede consumir, dependiendo de la temporada. Muchas personas mayores aún mantienen ese saber, reconstruyamos la memoria.
8.   No desperdiciar alimento. Nos hemos acostumbrado a comer sólo una parte del alimento y olvidamos que en muchos casos las cáscaras, semillas, hojas, flores y raíces (si son cultivadas de forma natural) también son comida y a veces hasta más nutritivas que el mismo fruto; son conocimientos que debemos recuperar.
9.     Germinar. Si tenemos semillas cultivadas de manera natural podemos germinarlas y allí tenemos un alimento potenciado. De esta manera podemos consumir el mismo alimento en menos cantidad.
10. Fermentar. A parte de ser una forma de conservación, todo alimento fermentado se convierte en un pro biótico que ayuda a restituir nuestra flora bacteriana, y también es una forma de potenciar el alimento.
11. Conservar. Casi todos los alimentos podemos conservarlos por muchos meses y hasta años, tal como lo hacían nuestros antepasados, que no sólo alargaban la vida del alimento sino en muchos casos se hacía más asimilable y nutritivo. Así evitamos el desperdicio de comida, aprovechamos la temporada de abundancia y guardamos para los momentos difíciles. Apostemos a tener nuestros almacenes ya sea familiares o colectivos.
12.  Comprar directo al agricultor o agricultora que produce natural, sin intermediarios y pagándoles el precio justo, no regateándoles porque de esa persona depende nuestra salud y el cuidado de nuestra tierra.
13. Comprar al que lucha por defender la tierra. Una forma directa de apoyar a las y los agricultores que luchan por proteger sus tierras de diversos proyectos extractivos, aparte de protestas y difundir sus luchas, es comprarles lo que producen. Ese apoyo es vital para mantener viva su lucha.
14. Generar redes de trueque y comercio justo. Como no todos podemos hacer todas las actividades mencionadas anteriormente, es importante conocer quiénes y qué iniciativas se están desarrollando, para poder adquirir directamente productos o servicios de quienes los desarrollan, sea comprándoles, contratando sus servicios o intercambiando. De esta manera también generamos un mercado paralelo al sistema consumista.
15.   Cargar nuestros propios utensilios. Debemos acostumbrarnos a portar siempre bolsas, plato o taper, vaso, cubierto, etc; de esta forma evitamos todos los descartables.
16. Compartir información y experiencias. Empecemos a socializar lo que hacemos, este conocimiento no debería ser exclusividad de unos pocos, es urgente que todos empecemos a poner en práctica nuevas formas de vida. La información y conocer otras experiencias nos ayudará a hacerlo de mejor manera y en menos tiempo.

Quizá existan más alternativas pero hemos compartido algunas de las que ya venimos poniendo en práctica. Somos conscientes que algunas requieren más tiempo que otras, pero es preferible brindar ese tiempo a construir otras formas de vida posibles, que entregarlo a un sistema que justo se enriquece imponiendo una sola forma de vida y destruyendo todas las demás.

¡Imapas kachun mihunalla kachun!
¡Que la comida consciente también sea nuestra revolución!
¡Por nuestra soberanía y autonomía alimentaria!

PD: Más adelante iremos explicando, sea virtualmente o a través de talleres, cada uno de los ítems que mostramos como alternativas.


Canasta Solidaria Mihuna Kachun