sábado, 8 de noviembre de 2014

¿Antimineros al poder?

.
Las elecciones del 5 de octubre han confirmado que la política neoliberal es una actividad empresarial, con grandes inversionistas que logran colocar a uno u otro de sus candidatos, a quienes luego les cobrarán como proveedores o imponiendo sus proyectos. La mayoría de los partidos políticos son grupos que buscan lograr un espacio donde garantizar su ubicación laboral. Técnicos y políticos se ven mezclados en campañas y resultados, envueltos por una bruma de corrupción muy grande. Ejemplar resulta el Cusco, con un expresidente preso, otro inhabilitado y ahora, uno de los dos candidatos a segunda vuelta inhabilitado, todos por casos de corrupción.

Dentro de este panorama, los candidatos de “izquierda” también juegan un partido similar, solo que con un enfoque inclinado a satisfacer las demandas populares. En la mayor parte del país el Frente Amplio y otros grupos de izquierda han sido totalmente derrotados, salvo en lugares donde existe un conflicto social presente, como en Islay, Hualgayoc y Cajamarca.

En Cajamarca, el actual presidente regional Gregorio Santos, fue reelegido con más del 40% pese a estar detenido por acusaciones de corrupción. Fue el único que se mostró contrario a la mina Yanacocha y su triunfo en realidad es el triunfo de la resistencia cajacha contra las amenazas mayores de la mina. En Hualgayoc, el dirigente Edy Benavides es el nuevo alcalde y ya se ha manifestado totalmente en contra al Proyecto Conga. Estos triunfos son respaldados por un fuerte movimiento social que no se deja avasallar por las matonerías y las ofertas de la mina.

En la provincia de Islay y varios de sus distritos, conocidos dirigentes que se oponen al proyecto Tía María, ahora son los nuevos alcaldes. Aquí también los resultados son producto del fuerte movimiento social que se opone a la minería, los candidatos electos participaron en distintas agrupaciones políticas, así que no hay el triunfo de un grupo político, sino de la oposición a la minería.

En la presidencia regional de Apurímac, el ex congresista Michel Martínez pasó a segunda vuelta y es tildado de antiminero, habiendo recibido el respaldo de 5 de las 7 provincias, incluida Cotabambas, zona donde está el proyecto Las Bambas, pero en la misma provincia el alcalde electo es pro minero. También en Puno, el conocido dirigente aymara Walter Aduviri pasó a segunda vuelta, él fue uno de los principales dirigentes de la lucha antiminera en esa región.

En la provincia de Espinar el caso es diferente, el ex alcalde Oscar Mollohuanca postuló a la presidencia regional del Cusco sin tener buena votación, salvo en su provincia de origen. Sin embargo, allí mismo no ganó el candidato de su partido (TyL) sino otro a favor de la mina.

Todos estos resultados muestran que no se trata de triunfos de grupos políticos específicos, sino de líderes identificados en mayor o menor grado a los movimientos sociales locales. Incluso en Cajamarca, a pesar de que el MAS de Santos tiene varias provincias, el triunfo de Benavides en Hualgayoc fue por otro partido. En Lima la candidatura supuestamente de izquierda de la actual alcaldesa fracasó, habiendo ganado y con alta votación el ex alcalde que “roba pero hace obras”. Lima siempre ha estado lejos del Perú.

¿Y el voto viciado? En muchos lugares donde la corrupción es exagerada y no se ven mayores diferencias entre los postulantes, el voto viciado, nulo o en blanco ha sido una expresión de protesta, de población indignada ante la forma en que funciona esta democracia. En algunos casos estos votos llegan a ocupar el segundo lugar (como en la región Cusco) o hasta el primero, en la provincia Raimondi (Ancash) llegaron al 27%, en la Unión (Arequipa) 23, en Parinacochas (Ayacucho) 35, en San Marcos (Cajamarca) 23, solo por poner los casos más extremos.