Conocí a Martín Romero a fines del siglo pasado. Entonces
era considerado la promesa de la historiografía peruana, bastante culto e
instruido, opinaba sobre cualquier tema, la gente bromeaba diciendo que lo
único malo que tenía era su militancia aprista.
Años después ingresó como docente en la Carrera Profesional
de Historia en la UNSAAC, para muchos de los que estudiábamos entonces fue una
buena señal, alguien joven y capaz era lo que la facultad necesitaba. Le dieron
el curso de paleografía y él mismo reconoció que no estaba capacitado para eso,
su paso por la docencia no duró más de un semestre y pasó sin pena ni gloria.
El año 2006, con un grupo de amigos editamos la revista
“Riqch’ariy”, de temática histórica. Pedimos colaboración a todos los posibles,
entre los pocos que colaboraron con artículos, estuvo Martín, con textos bien
escritos aunque poco profundos. Notamos que la promesa del historiador se
estaba quedando en visiones arcaicas de la historiografía, Martín seguía en los
años 30 y proclamaba el documento escrito como única fuente de verdad
histórica, parecía ignorar casi completamente los avances de las ciencias
sociales de la segunda mitad del siglo XX.
Durante el gobierno aprista ocupó algunos cargos
burocráticos y se convirtió en un publicista del régimen. Recordemos que el
gobierno aprista se caracterizó por traicionar sus promesas electorales,
ponerse al servicio de las transnacionales extractivistas y despreciar las
culturas propias del país. El corrupto y obeso presidente García nos llamó
“perros del hortelano”, “ciudadanos de segunda categoría” y cosas por el
estilo.
Pero pienso que en Martín no fue solo la política, algún
trauma o complejo debió perseguirlo siempre. Parece que al haber fracasado como
intelectual, docente e historiador; adoptó la pose del provocador, generador de
debates, “palomilla intelectual”.
Cuando Israel invadió territorio palestino, en Cusco-como en
muchos lugares del planeta- se organizaron actividades de solidaridad con el
pueblo palestino. Martín comenzó a polemizar por internet, defendiendo la
invasión militar que el estado de Israel realizaba al territorio civil de
Palestina. Allí perdió muchas amistades, pero ganó lo que quizás más quería:
una imagen. No importó que esa imagen fuera de defensor del diablo, era mejor
que ser reconocido como la promesa frustrada de la historiografía cusqueña.
El 2008 ganó un concurso regional con un ensayo sobre Tupac
Amaru, en el que afirmaba muchas aberraciones históricas y proponía que Tupac
Amaru buscaba un camino democrático, es decir, atribuía a un hecho del siglo
XVIII un pensamiento del siglo siguiente. Allí murió lo poco de historiador que
le quedaba y se reafirmó el rol de provocador que había asumido.
Desde entonces se dedicó a usar cualquier espacio posible
(desde conferencias hasta el Facebook) para plantear lo exactamente opuesto a
los consensos aparentes. Si se trataba de los inkas, pues se volvía hispanista;
si eran los musulmanes, defendía el militarismo yanqui; si era el socialismo o
los movimientos críticos al capitalismo, se volvía ultra neoliberal. En fin, el
triste papel del alumno que quiere joder al profe, solo para llamar su atención.
Solo por su militancia aprista fue llamado a colaborar al
programa radial “Tinkuy”, dirigido por el prestigioso antropólogo Jorge Flores
Ochoa, también aprista. Pero lo curioso es que mientras Flores realizaba una
labor de defensa y valoración de la cultura andina, Martín metía su cuchara con
opiniones racistas y totalmente contrarias a la línea editorial del programa.
El 2012 y san que nadie entienda porqué, fue nombrado
Gerente de Educación y Cultura en la Municipalidad del Cusco. Lo curioso es que
el alcalde Luis Flores García se mostraba como un defensor de la cultura local,
quechuahablante orgulloso de su idioma y admirador de lo inkaiko al punto de
colocar un monumento en la plaza de armas, que hasta ahora causa polémica.
En un debate televisivo sobre ese monumento, Martín
participó defendiendo al “inka de la plaza”. Un poco esquizofrénica la
situación: quien por todos los medios criticaba la idealización de lo inka,
ahora la defendía con los mismos argumentos que él mismo había criticado. Claro
que lo hacía porque así lo mandaba su nuevo cargo, ya nada quedaba del
historiador del pasado.
Hasta que llegó lo que tenía que llegar. El 10 de agosto de
2013, un día después del día internacional de los pueblos indígenas, en el
último día del Encuentro Nacional de Cultura que se desarrolló en Cusco,
declaró cosas que le costarían el puesto. Expreso que el quechua era un idioma
que no permitía desarrollar el pensamiento abstracto, lo llamó “cáncer” y llamó
“fundamentalistas” a todos los que trabajan por valorar la cultura andina.
La indignación se movió por las redes sociales y llegó a los
medios de comunicación locales y hasta nacionales. Martín había logrado el que
quizás es su mayor sueño: ser famoso, que todos hablen de él. No importa que
hablen mal, que lo cuestionen; los complejos de toda su vida lo llevaron a ser
famoso a cualquier precio. Ser un charlatán polémico es mejor que reconocerse
como el más mediocre de los historiadores cusqueños.
La protesta lo obligó a renunciar y en declaraciones
posteriores afirmó más sandeces, diciendo que sus declaraciones no se referían
al idioma quechua solamente, sino a toda la cultura quechua; además de afirmar
que la ciencia es algo exclusivamente occidental. La indignación del pueblo
cusqueño sigue creciendo, nadie va a olvidar estas declaraciones. Ni que las
dijo el principal funcionario en temas de cultura de la ciudad. Ahora muchos
entienden por qué la política cultural municipal disminuyó notablemente los últimos
años.
Pero lo que Martín requiere es un tratamiento sicológico o
siquiátrico, según sea el caso. Como es un firme creyente de la civilización
moderna pues que recurra a los medios que esta le proporciona, para curar eso
que le corroe las entrañas y se expresa como provocación para afuera. En
realidad, en las declaraciones disparatadas de este ex historiador se esconde
un oculto grito de auxilio, que pide lo liberen de quién sabe qué demonios que
le malogran la existencia. Por eso cada que habla algo polémico, su cuerpo
empieza a retorcerse de manera extraña, su risa cambia de tonalidad, es como si
un espíritu demoníaco lo impulsara a ganarse enemistades.
Sin embargo, es bueno que la indignación crezca, para que
estos temas de racismo, discriminación y violencia verbal se evidencien y
podamos combatirlos. Estoy consciente de que Martín está un poco loco, como
también lo están todos los defensores del sistema capitalista neoliberal, de la
destrucción de la naturaleza, del racismo y el machismo. Es la locura de una
civilización que ha hecho que los más malos y brutos gobiernen, prolongando los
conflictos hacia el futuro. Y cuyo mayor miedo es que la dignidad de los
pueblos crezca.
Curiosa manera de presentarse los movimientos sociales
modernos. Si bien Cusco ha tenido fuertes movimientos los últimos años, ninguno
había usado las redes sociales como principal herramienta. La primera vez que
una campaña organizada desde internet logra éxito casi inmediato, lo hace en
defensa de la identidad cultural. Es que la cultura es más vital y política de
lo que muchos creen. Esas piedras que fotografían los turistas están más vivas
de lo que creen. Ese pueblo del que hablan los libros está mucho más vivo y se
está reconstruyendo como en el mito de Inkarri, piqchando su coca y hablando su
idioma.
Roberto Ojeda Escalante
7 comentarios:
Aunque con algunas erratas, el texto está bien escrito. Felicitaciones.
Me parece que es la primera biografía on-line de Martín Romero. Todo un personaje en el inquieto pueblo-global del Cusco. Gracias Robertito por recordarnos aspectos de la vida y obra de Martín, para que nos hagamos una idea de sus facetas, pero considero que lo tuyo es una referencia elegantemente maliciosa. Aún y todo el alboroto, Martín sigue siendo mi amigo.
Saludos.
jJAJAJA SERÁ TU AMIGO PERO DE NADIE MAS JAJAJAJA LA VERDAD DUELE PERO NO OFENDE.
Hola Roberto: Muy buena definición de este tipo de personajes que buscan llamar la atención a costa incluso de enterrar su dignidad (si es que todavía la tienen), al igual que Aldo Mariategui que es el típico ejemplo de estos que no sirven para vivir, y que tarde o temprano serán expectorados por una sociedad nueva que va naciendo y que se va expandiendo por toda latinoamérica.
Hola Roberto: Muy buena definición de este tipo de personajes que buscan llamar la atención a costa incluso de enterrar su dignidad (si es que todavía la tienen), al igual que Aldo Mariategui que es el típico ejemplo de estos que no sirven para vivir, y que tarde o temprano serán expectorados por una sociedad nueva que va naciendo y que se va expandiendo por toda latinoamérica.
Hola Roberto: Muy buena definición de este tipo de personajes que buscan llamar la atención a costa incluso de enterrar su dignidad (si es que todavía la tienen), al igual que Aldo Mariategui que es el típico ejemplo de estos que no sirven para vivir, y que tarde o temprano serán expectorados por una sociedad nueva que va naciendo y que se va expandiendo por toda latinoamérica.
No atribuyo ningún peso a este blog, no valida las objetividades que tiene que mantener este como un archivo informativo que varias personas lo han leído, es mas solo una perspectiva grupal o personal que apoya a una visión subjetiva de valoración a una persona, no tomando en cuenta el impacto del nivel de formalidad que este debería establecer al ser un medio de comunicación que los individuos que buscan información encuentren información toxica.
Se debe velar por una información de calidad.
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