Caviar es una de esas comidas raras que comen
los ricos. En los años 80 los franceses usaron la expresión gauche caviar para referirse a la gente
que siendo de izquierda, tenía gustos y prácticas burguesas. Pasó a Perú como
“izquierda caviar” con el cambio de siglo, pero con los años terminó siendo
utilizada por la derecha como sinónimo de izquierdista, esto debido a que la
derecha no tiene mucha idea de las palabras que usa.
Hoy por hoy caviar es casi sinónimo de
democracia e institucionalidad. Sí, pues la derecha tiene una vocación
autoritaria y sus organizaciones más representativas son grupos delincuenciales
como el fujimorismo y demás ratitas. Por otro lado, la izquierda se identifica
con las protestas y movimientos contra el extractivismo (los antimineros), que
no solo cuestionan la democracia formal sino que se enfrentan a las
instituciones existentes. ¿Qué queda en medio? Pues lo caviar.
No importa cuánto repitan los alditos que “los
caviares están detrás de las protestas”, sabemos que atrás de los defensores de las lagunas (por
ejemplo) no está nadie más que las lagunas mismas. Algunos políticos, ongs y
activistas están al costado o junto a ellos, pero ni adelante ni atrás.
Lo caviar está en los que piden diálogo para
solucionar los problemas, cuando ya vimos que no se puede dialogar si no hay
igualdad de condiciones y en las famosas mesas de diálogo vemos por un lado al
pueblo y por el otro al Estado y la empresa, dos a uno no es igualdad pues.
Lo caviar está en los que siguen creyendo en la
democracia y sus instituciones políticas (los partidos principalmente), así
como seguir apostando por las elecciones para llegar al poder para transformar
la sociedad. No recuerdan que aunque lleguemos al poder por la vía electoral,
ellos siempre nos arrebatan la victoria, ya sea dando un golpe como le hicieron
a Velasco o comprándose al gobernante si resulta ser tan felón como Ollanta,
esto para no mencionar experiencias más trágicas como la de Allende en Chile.
Lo que no me queda claro es si los marxistas
clásicos también son caviares, pues al fin y al cabo buscan fortalecer las
mismas instituciones de la democracia liberal, solo que bajo su mando (partido,
ejército, parlamento…)
Otra duda difícil de despejar es los límites de
lo que es la izquierda y lo que es la derecha hoy en día. ¿Hay caviares de
derecha? ¿Vargas Llosa por ejemplo? Recordemos el apoyo de este alienado escritor
a Ollanta, ese simple hecho debió hacernos desconfiar sobre la autenticidad del
izquierdismo del nacionalismo, pero ya vimos que la mayoría prefirió obviar
este tema.
No vamos a negar que estuvo muy bien que las
elecciones las ganara Ollanta, si no las ganaba hubiera seguido fingiendo ser
opositor al neoliberalismo y se estaría pegando a todas las protestas. Es mejor
saber que estamos solos, a estar mal acompañados y guardar esperanzas por
futuros traidores.
Difícil hallar el límite entre derecha e izquierda,
en estos tiempos los términos han perdido su significado exacto. Esto no
debería admirarnos, ahora se considera música cualquier cosa y los japoneses le
hacen monumentos a dibujos alienados. Lo artificial, lo falso, se ha impuesto y
gobierna a lo real, es más, lo persigue, lo condena.
Por ejemplo en la pasada revocatoria, muchos de
los que apoyaron a la alcaldesa de Lima son gente de derecha y se dice que
Susana es de izquierda. Pero lo que ella está haciendo en Lima solo es una
buena gestión, es lo que debería hacer cualquiera que quisiera que el sistema
funcione bien (si los liberales por lo menos cumplieran con su discurso, por lo
menos tendríamos un mundo caviar en vez de este desastre del todos contra
todos). No hay nada de izquierdista o subversivo en los actos de la tía Susana,
¿por qué la derecha se estrella contra ella? ¿No será que quieren repetir lo
que hicieron con Ollanta? Lo golpearon tanto que mucha gente pensó que
realmente lo temían, que realmente era “antisistema”. No se extrañen si en unos
añitos Susana aparece como candidata de “la izquierda”.
Pero lo caviar está teniendo su momento solo
por un momento. Las verdaderas fuerzas alternativas se agrupan alrededor de una
laguna, una cascada o una montaña… se enfrentan directamente con las
transnacionales que gobiernan el mundo (Repsol, Xstrata, Newmont, etc.). Los
que realmente se enfrentan al capitalismo no optan por las viejas instituciones
y reglas democráticas, crean otras. Frentes de defensa, comités de lucha, toma
de carreteras, banderas que recorren ciudades, vigilias en las zonas de riesgo.
A estas alturas de nuestra historia, queda
claro que por la vía institucional no vamos a lograr grandes cambios, las
elecciones y el parlamento se describen como una completa farsa. Nos puede ser
útil tener una congresista que nos apoye, un alcalde que luche con su pueblo,
un presidente regional que lo respalde… pero ya vemos que son excepciones, son
las excepciones que confirman la regla (la regla es congresistas, alcaldes y
presidentes corruptos, mentirosos y traidores).
También queda claro que la vía armada no es un
buen camino, la última experiencia que tuvimos llevó 20 años de guerra que se
desbordó hasta lo inimaginable, casi 70,000 muertos, desaparecidos, presos,
heridos… y justificó la represión, la criminalización de la protesta y la
estigmatización de todo lo que sonase de “izquierda”. Para colmo, en los
territorios que Sendero controlaba no hacía nada diferente a la democracia
capitalista, a lo mucho se volvían buenos capataces (controlaban el abigeato,
por ejemplo) y nada más. Y ahora resurge Sendero con el nombre Movadef para
justificar más represiones, nos exigen deslindar, pero no solo deslindar de
ellos, sino de todo acto de rebeldía. Y el Movadef les hace el juego, qué
vergüenza.
Entonces, ¿cuál es el camino? El 21 de diciembre
los mayas zapatistas salieron a decirle al mundo que el fin del capitalismo no
vendría con cometas o destrucciones por el estilo, sino con la construcción de
un mundo nuevo desde ahora. Kaypi kashan: construir una nueva sociedad desde
abajo, los que actualmente están resistiendo y luchando podrían empezar a
hacerlo (aunque los llamen anarquistas como a los qanchis). Porque confiar en
las instituciones y discursos existentes no ayuda a triunfar, tan solo a lograr
algunos pequeños logros, nada despreciables, pero que no son suficientes para
el tremendo esfuerzo que significa cada lucha.Roberto Ojeda Escalante
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