Qosqo, 13 de noviembre de 2008
Roberto Ojeda Escalante
Subdirector del mensuario “Lucha Indígena”
En referencia al editorial del día de ayer, 12 de noviembre.
Me causó mucha gracia que el director de un periódico nacional se quejara por el argumento de una película, creo que quien debe aclararle sobre el tema es el equipo de dicho film. Lo que me llama la atención es su molestia porque la producción presente personajes estereotipados (práctica común en el cine comercial), los blancos-ricos-malos y los cholos-pobres-víctimas, personajes comunes en nuestra realidad. Pero tiene razón al decir que también hay cholos ricos y blancos pobres, aunque pocos. Un ejemplo es el señor Aldo Mariátegui, que ni es tan blanco ni su origen es tan rico; descendiente de un alcanzarejones que llegó a la fama mundial por impulsar el indigenismo y el marxismo en el Perú, y cuyo apellido seguirá históricamente asociado al “Amauta”. Si el señor Aldo desea fama intelectual tiene la opción de seguir los pasos (divergiendo, discrepando, pero no borrando) de su antecesor, o cambiarse de apellido. Claro que lo más difícil sería que intente ser realmente intelectual, pues el estilo y la tónica de sus comentarios están más cercanos al seudoperiodismo chicha a lo Magaly Medina, que el trabajo de investigación y análisis ponderado que requiere el auténtico periodismo.
Lo que indigna es la forma en que se manifiesta sobre sucesos sociales como lo que llama “sicuanazo”, basado en un reportaje bastante mediocre de su periodista Paola Miranda. Veamos, es inconcebible que un medio cuestione la actitud negociadora del Premier, en un momento que todos los sectores del país buscan evitar la confrontación social. Parece añorar tiempos virreynales cuando afirma “¡como si esa fuera la labor de un Premier!” (¿y cual es su labor entonces, estar en algún palacio comiendo uvas?). Aquí hay que aclarar que los niveles de violencia registrados en Sicuani fueron menores a los de otros conflictos, incluidas acciones del fujimorismo o el aprismo. Para que se enteren y aprendan a investigar un poquito más, en los desmanes más cuestionados estaban presentes los esbirros del exalcalde Cornejo, que intentaron llevar la protesta contra el actual alcalde, quien cayó en esas provocaciones y criticó las medidas sin conocer bien el pliego de reclamos. Sin esas declaraciones, no se hubieran ido contra el alcalde pues la protesta tenía otros puntos mucho más trascendentales.
Su cuestionamiento a autoridades regionales y grupos políticos puede tener algún asidero. Sin embargo, es bastante apresurado el hablar de financiación chavista. Parece ignorar que la política siempre utiliza innumerables alianzas, donde los patrocinadores ganan algo y los patrocinados otro tanto, como sucede con el periódico “Correo”, claramente patrocinado por neoliberales ortodoxos. Pareciera que basta haber asistido a la Cumbre Social de mayo, acto por demás pacífico y democrático (que incluyó todo tipo de tendencias políticas, la mayoría no radicales), para ser sospechoso de terrorismo. Antes de calumniar debiera presentar pruebas de sus afirmaciones. Llega a afirmar que se pretende “imponer el chavismo a lo Evo Morales”, ignorando que en la hermana Bolivia son los sectores de derecha los que pretendieron derrocar al gobierno legítimo con una asonada violentista, masacres incluidas. En nuestro país, sin duda uno de los mayores responsables de los conflictos es el partido de gobierno que azuza los enfrentamientos, aunque el señor Aldo no menciona esta parte (¿su patrón tal vez?).
Pero donde sí expresa una colosal ignorancia es en su desconocimiento de las culturas andinas, esa “masa sumamente ignorante y hermética a razones”. Pues habrá que enseñarle un poco cómo piensa y actúa esa población de runas. Primero, las comunidades ven con preocupación cualquier posibilidad de ser afectados en sus tierras y sus aguas, porque ya lo han vivido antes, muchas veces han sido despojados y mucho más por la república criolla que por los encomenderos coloniales (ironía de nuestra dizque democracia). Cuando un campesino menciona que estaba por “faena” no se refería al trabajo contratado, sino a una práctica colectiva común. Si la comunidad acordó participar de la protesta pues hay que hacerlo, así es la democracia en los ayllus; ellos estaban por el acuerdo comunal, más allá de los infiltrados de grupos de izquierda que nunca faltan.
La dirigencia campesina tuvo que asumir los compromisos acordados antes. Las opiniones comunales fueron desoídas y desechadas, el gobierno sólo dialoga cuando hay bloqueos y entonces, había que hacerlo. Ahora, no se oponen a la minería porque alguien se los haya enseñado, sino por los efectos que ven en algunas zonas como Tintaya; se trata pues de dos modos de ver el desarrollo, el capitalista-extractivo y el colectivista-ecológico, que se sienten contrarios porque no hubo diálogo inicial, nadie consultó a los campesinos para nada, sólo aparecieron “iluminados” para enseñarles el progreso, su progreso. Se encuentran dos modos de ordenar la vida, por un lado el territorial, colectivo, ecológico y ancestral indígena; por el otro el privatista, individual, contaminante e importado de los economistas neoliberales. El segundo actúa como si fuera único, sin dialogar y arremetiendo para convencer sin incluir nada del primero, en un acto totalitario e intolerante.
Se menciona también el tema del alcohol, tomando un caso como el todo. No se si los redactores de Correo sean todos abstemios, de ser así mis respetos, pero tampoco eso los haría mejores; vimos ebrio a Bush, el Dr. García consumía litio, el abuelo de Aldo (el Mariátegui auténtico) consumió alguna vez opio; el caso es que unos cuantos campesinos tomasen durante un paro, como lo hacen en una fiesta o en un desfile cívico-patriótico, no quiere decir que todos estuvieran tomando, eso sería como decir que todos los republicanos son alcohólicos o todos los apristas farmacodependientes.
Los jueces, fiscales y la Defensoría sólo cumplieron su trabajo, no fueron a “joder a los uniformados”, eso sería como afirmar que los policías fueron a “joder al pueblo”. En nuestra sociedad existen conflictos culturales que hacen que todos estos actores no puedan convivir en paz. El campesino indígena siempre es el más marginado, cansado de programas y proyectos que le quieren cambiar la vida sin consultárselo. Ignorar este hecho es lo que hace que los conflictos se agudicen.
La protesta fue llamada “levantamiento de los pueblos” porque no se quería un paro-huelga más, tampoco debe confundirse con un llamado a la violencia, se trata más de un llamado a la desobediencia civil desde un discurso indígena. Aldo propone que habrán más “sicuanazos”, pues sí, pero cada uno diferente, es más, eso ya está pasando en todo el país, luchas calumniadas de violentistas aunque no lo son. Llega a hablar de un nuevo Vietnam, quizás inconscientemente está reconociendo que existe una clara intervención yanki-neoliberal-transnacional y un pueblo que por medios muy diferentes, realiza una heroica resistencia como la que llevó a cabo el pueblo vietnamita hace 40 años (recordado así por el consenso histórico).
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