En el reciente y cuestionado censo, la pregunta sobre autodefinición étnica ha generado confusiones, quizás porque no se ha explicado bien lo que esto significa, haciendo que muchos la entiendan como "raza" y otros como preferencia cultural o algo por el estilo.
Empecemos aclarando que autoidentificación étnica no significa que cada uno decida
identificarse como le de la gana, más bien es reconocer nuestra pertenencia
étnica.
Se puede hacer un parangón con eso
de la “conciencia de clase”. En este caso se trata de reconocer la clase en la
que estamos, si somos ricos o pobres (o los matices que haya), para saber qué
rol cumplimos dentro del sistema de explotación y cómo enfrentar dicho sistema.
En el tema étnico es similar, se trata de reconocer de cual etnia o pertenencia
cultural somos parte, para saber qué rol cumplimos dentro de un sistema de
discriminación y cómo enfrentar dicho sistema.
Reconocer que somos parte de una
cultura oprimida es el primer paso para enfrentar esa opresión, también nos
ayudará a sentirnos parte de un colectivo, que no estamos solos. Esto nos
ayudará a valorar lo nuestro, y exigir que los demás nos valoren.
Aunque términos como indio, negro,
cholo, tienen un contenido peyorativo, autousarlos también es una forma de
reconocer que padecemos la discriminación, pero que somos diferentes a la
cultura dominante y por lo tanto tenemos nuestra propia cultura. Eso hizo
Victoria Santa Cruz cuando declamaba “negra soy”, o los indianistas bolivianos
que se reconocen indios más que indígenas u originarios. Cholo era muy usado como insulto pero hoy también lo es como un tipo de identidad surgida del “mestizaje”.
Es cierto que la palabra indio vino de una confusión histórica y por eso hoy la
mayoría prefiere usar indígena, que también tenía una carga peyorativa pero
ahora tiene más de reivindicativo. También se comprende el rechazar la palabra
negro por su carga racial, moreno sería el equivalente coloquial y
afrodescendiente el más elaborado.
Hay una tendencia por suavizar las
palabras, afro en vez de negro, mestizo en vez de cholo, originario en vez de
indígena. Esta es una forma de ocultar la discriminación, de sentir que nos
afectará menos, y es comprensible ante la brutalidad del racismo existente; pero coger la misma palabra peyorativa y darle un nuevo
sentido es un triunfo simbólico. Es convertir el “látigo con que
nos azotan” en nuestra propia arma de defensa (como dice Hugo Blanco en “Nosotros
los indios”).
Esto se aplica a todos. El chino, el
nikei, el criollo, el “misti” (blanco decía la cédula). En los últimos casos,
es importante reconocernos como parte de una cultura que oprime y discrimina a
las demás, no para cargarnos la culpa del racismo sino para saber cuál es
nuestro rol en la lucha contra esos prejuicios.
Muchos blanquiñosos se identifican
mestizos para no cargar con esa culpa, con ese estigma. Esto es como cuando el
indio dice ser mestizo, ambos están negando una realidad. La negación es un
impedimento para cambiar dicha realidad.
También se ha dado el caso de
quienes han decidido identificarse como negros, quechuas, amazónicos, aymaras…
como una forma de darle más presencia a estas poblaciones. Esta actitud
altruista es claramente colonial. Yo digo ser indígena porque temo que los
indígenas no se autoidentifiquen como tales y esto repercuta en su contra, lo
hago porque en el fondo pienso que no sabrán responder correctamente. Es una
lucha altruista por los otros, tipo superhéroe que salva a los desvalidos.
Pero no, los indígenas no son
desvalidos ni ignorantes, ellos respondieron esta pregunta como sintieron que
les sería más conveniente. Esto no hace peligrar la aplicación de la Consulta
como algunos piensan, pues los derechos reconocidos por la 169 se aplican
colectivamente, es decir que aunque muchos digan ser “indígenas urbanos”, no se
les aplica la consulta previa a menos que mantengan sus organizaciones
tradicionales o el vínculo con las mismas. Y por otra parte, para que se le niegue este u otros
derechos a una comunidad determinada, tendrían que haber negado ser indígenas
todos los miembros de dicha comunidad. Vemos que ese argumento altruista se cae
por sí sólo, descubriendo su esqueleto colonial y racista.
El tema es pues reconocer la
realidad, no maquillarla.
PD: Yo finalmente respondí quechua,
porque entre las opciones existentes era la más cercana a mi procedencia, mis
costumbres y cosmovisión. Pude pedir que me pusieran cholo que era mi segunda
opción, pero quedó en eso, en segunda. También pude complicar a la censadora y
pedir que me pusieran algo como inca o mitma, mis ancestros culturales remotos,
pero no vale jugar con el tiempo de otros.
Roberto Ojeda Escalante
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