Es una paradoja que el 1 de mayo
homenajeen a Mariátegui, siendo que este tuvo un rol negativo en la derrota del
proletariado en los años 20. Es necesario reconocer en José Carlos Mariátegui
grandes aciertos, pero como era humano también tuvo errores, y curiosamente son
precisamente sus errores los que fundamentan los grandes mitos de la izquierda
peruana. Una izquierda que escogió su origen en la fundación de la CGTP,
borrando todo la historia de luchas anteriores y escogiendo como héroe
fundamental a Mariátegui, aunque luego siguieron muy poco sus postulados.
El movimiento proletario que la izquierda peruana olvida
A fines del siglo XIX había
decaído la vieja organización gremial, que agrupaba a los trabajadores por
oficios[1],
y estos, empezaron a organizar nuevas asociaciones[2].
La ideología predominante había sido el liberalismo, que postulaba los derechos
de todos los ciudadanos, pero a raíz del triunfo de la rebelión liberal en
1895, se instauró un régimen oligárquico que benefició a los grandes
terratenientes y empresarios. El Perú vivió uno de sus más largos periodos
democráticos, con sucesiones presidenciales en elecciones libres y masivas (en
las que no votaban las mujeres ni los indígenas). Los obreros y artesanos no
encontraron apoyo en esos gobiernos y el liberalismo dejó de ser visto como
aliado, entonces se acercaron a las ideas anarquistas que algunos venían
difundiendo.
El prestigio y el verbo potente
de Manuel Gonzales Prada entusiasmaron a jóvenes trabajadores y estudiantes
para asumir el anarcosindicalismo como base ideológica de sus organizaciones. En
1905 la Federación de Panaderos se declaró anarquista y el 1 de mayo convocaron
a luchar por la jornada de 8 horas. La situación era clara: la democracia
liberal favorecía a industriales y propietarios, sin dejar opciones al
proletariado, que sólo tenía el camino de organizarse y luchar por sus
derechos. Las asociaciones y federaciones que se iban fundando por todo el
país, también editaron su propia prensa y organizaron centros sociales y
culturales, así como organizaciones de mujeres que difundían el feminismo.
Esos años, se usaba el término
proletario para referirse tanto al trabajador asalariado dependiente de un
patrón, como al trabajador independiente como los artesanos, que además eran la
mayoría de la PEA urbana. Las protestas rurales y el trabajo de indigenistas
como la Asociación Pro Indígena, llevaron a los anarcosindicalistas a
vincularse al mundo indígena, que era la mayoría de la población peruana. En
1913 las federaciones y sindicatos se agruparon en la Federación Obrera
Regional Peruana (FORP), ese año el gobierno de Guillermo Billingursht reconoció
los derechos a sindicalizarse y a la huelga, pero fue derrocado por un golpe
militar al año siguiente. El camino legal volvía a esfumarse.
Leguía, Mariátegui, Haya y el anarcosindicalismo
En 1917, la noticia de la
revolución rusa impactó en todo el mundo, se abría la posibilidad de que el
pueblo llegara a tomar el gobierno y cambiar las estructuras de la nación. Cada
quien asumió esto a su modo, la FORP dirigió la lucha hasta obtener la jornada
de las 8 horas en 1919. A pesar de las advertencias
de Prada para no confiar en los socialistas, los dirigentes obreros no tuvieron temor
en coincidir con estos en sus luchas, los marxistas eran tan pocos que los
anarcos no los veían como competencia. Y fueron amigos y “discípulos” de Prada
los que iniciaron la labor de difusión del marxismo en Lima: Mariátegui,
Falcón, Haya.
De los tres, Víctor Raúl Haya de
la Torre era el menos cercano a Prada pero se amparó en la imagen del “maestro”
para acrecentar su liderazgo, logrando una unión entre proletarios y
universitarios. José Carlos Mariátegui, César Falcón y otros organizaron el
primer núcleo socialista en 1918, organizado como una vanguardia para influir a
las organizaciones populares y construir un partido marxista que “politizara”
al proletariado peruano. En 1919, el nuevo presidente Augusto B. Leguía ofreció
reformas y respaldó la creación de organizaciones, en un intento por cooptar
los movimientos sociales. Captó a varios activistas y a otros les ofreció
distintas cosas, como un viaje a Europa para Mariátegui y Falcón, ofrecimiento
que aceptaron más por presión que por decisión propia.
La “patria nueva” de Leguía
ofrecía reconocer ciudadanía a los sectores populares, pero la estructura
económica se afianzaba en su dependencia al capitalismo internacional, pasando
de la hegemonía británica a la norteamericana. Sus proyectos modernizadores
como construcción de carreteras, se hicieron a costa del trabajo forzado de los
indígenas, generando más rebeliones. La FORP continuó su actividad centrada en
la autonomía con respecto al estado, los líderes indígenas anarquistas
abandonaron las instituciones creadas por el Estado y formaron una federación
indígena, pero el clientelismo estatal los había debilitado.
En 1921, Haya creó la Universidad
Popular Gonzales Prada (UPGP) donde los universitarios adoctrinaban en el
socialismo a los obreros. Cuando Haya fue deportado por Leguía la conducción de
la UPGP quedó en manos de Mariátegui, que acababa de volver de Europa. Este se
sumó a la prensa de la FOL (ex FORP), en la que introdujo planteamientos
marxistas iniciando una larga rivalidad con Delfín Lévano, panadero e
importante dirigente anarquista. Lo que vino después fue un crecimiento de la
represión estatal a las organizaciones populares, debilitadas a su vez por la
pugna interna creada por los marxistas. La UPGP fue cerrada, la policía
interrumpió el congreso de la FOL y apresó a muchos dirigentes (1927). Mariátegui
aprovechó esta coyuntura para organizar la Confederación General de
Trabajadores del Perú (CGTP) en 1929.
Mariátegui supo atraer a muchos
intelectuales a su revista Amauta (1926-1930), con un discurso plural que le
permitió agrupar a la intelectualidad peruana, acrecentando su leyenda. Bajo la
consigna “somos demasiado pocos para dividirnos”, predicó un marxismo que
recogía las peculiaridades de la sociedad peruana, atrayendo a los
indigenistas, y mantuvo autonomía frente
a Rusia, atrayendo a los anarquistas. Mientras tanto, Haya convocó a sectores
liberales y nacionalistas, fundando en el destierro (en México) el partido APRA
(1927). Mariátegui fundó el Partido Socialista (1928) y tuvo dificultades para
integrar a los núcleos marxistas de Cusco y Arequipa, que se inspiraban en el
comunismo ruso (leninismo) y criticaban incluso la pluralidad de Mariátegui.[3]
Las “células” comunistas se consideraron la vanguardia que iluminaría al
proletariado y liberaría también al campesinado, siguiendo la doctrina
marxista-leninista.
El proletariado después de Mariátegui
Mariátegui murió en 1930, su
partido fue renombrado Partido Comunista y asumió dogmáticamente los dictados
del PC ruso, descartando la idea de su antecesor, esa de que “el socialismo
peruano no puede ser calco ni copia”. El PC borró la historia previa de la memoria
de las luchas sociales, tomándola como simple antecedente, y priorizó la lucha de clases, subalterniando
al feminismo y al indigenismo. El anarquismo quedó en grupos reducidos, el
discurso nacionalista del Apra tuvo más presencia en los sindicatos y lideró
rebeliones, fundando la Central de Trabajadores del Perú en 1944, pero en los
años 50 el Apra viró a la derecha, provocando deserción en sus filas y el
fortalecimiento del PC y su CGTP.
Al proletariado le costó caro asumir
el marxismo, pues perdió la autonomía de sus organizaciones y los sindicatos
quedaron centralizados y manejados por el Apra y el PC. Estos partidos ayudaron
a aceptar la idea de la modernización del país, pues para llegar al socialismo
había que desarrollar primero el capitalismo. El país se industrializaba y los
artesanos se reducían en número, convirtiendo a los obreros de Construcción Civil como el gremio más fuerte.
A diferencia de los artesanos que se familiarizaban más con tendencias
autonomistas, los obreros se sentían más cómodos en una organización
centralizada y vertical, su modo de vida también influyó en su adhesión ideológica.
En los años 60 el PC llevó a la
práctica una idea de Mariátegui, aunque en sentido inverso, contrariamente a
eso de “somos demasiado pocos para dividirnos”, como ya se vieron siendo
muchos, se dividieron en varias facciones. El marxismo en sus múltiples versiones se
convirtió en la única forma de pensamiento crítico en el país, lo que no
resultaba siendo muy crítico. A pesar de eso, las grandes luchas de esos años
no fueron lideradas por el PC sino por grupos marxistas divergentes como el
troskismo (rebelión campesina de La Convención), y fue un militar (Velasco
Alvarado) quien protagonizó el único gobierno izquierdista del siglo XX
(1969-1975).
En 1980 el partido maoísta
Sendero Luminoso intentó implementar su revolución a la fuerza, reprimiendo
campesinos, sindicatos, y a cualquiera que lo criticase, hasta la captura de su
líder en 1992. El gobierno de Fujimori aprovechó la caída del marximo mundial y
el desgaste de la izquierda local para instaurar un régimen corrupto,
neoliberal, autoritario y clientelista, que se mantiene con matices en todos
los gobiernos democráticos posteriores.
Hoy, el proletariado ha sido
desplazado por el precariado[4]
como mayoría; los indígenas han protagonizado nuevas rebeliones y las nuevas
vanguardias juveniles tienen poco de marxistas, poco de políticas y más de
culturales. Hoy, Mariátegui es un ídolo de la izquierda nostálgica, que se
niega a reflexionar sobre su historia, sus orígenes, aciertos, errores y
fracasos; pretendiendo reconstruir la hegemonía que tuvo en algún momento.
Roberto Ojeda Escalante
[1]
Los gremios eran instituciones coloniales, para los trabajadores de oficios
manuales, considerados “deshonrosos” al menos hasta 1783.
[2]
Algunos ejemplos son la Asociación de Artesanos fundada por Trinidad Enríquez
en Cusco (1872) y la Federación de Panaderos “Estrella del Perú” organizada por
Manuel Lévano en Lima (1886)
[3] El
grupo Ande de Cusco organizó la primera célula comunista a la que no invitó a
marxistas vinculados a indigenistas y anarquistas.
[4]
Concepto que describe a los trabajadores precarios, que no tienen estabilidad laboral
y cuyas economías se adaptan a lo que encuentran, sea el comercio, los
servicios independientes (sean técnicos o profesionales) y la
sobrevivencia.
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