En varias de sus columnas post electorales, Aldo Mariátegui se ha dedicado a ofender a los pueblos del sur peruano, expresando racismo, odio o envidia, o la combinación de todo eso. Pero a la vez, hace explícita su ignorancia y resentimiento.
El 14 de abril escribe “El problemático sur”. Desde el título le niega a estos pueblos el derecho a tomar sus propias decisiones, afirmando que la causa del “abrumador voto rojo sureño” es “un tema de mentalidad también”. Induce a pensar que estos pueblos están pensando mal y obran mal por no hacer lo que él quisiera que hagan. ¿Dónde queda la democracia? Tal vez Aldo M. no la comprenda plenamente.
Sus propias palabras confirman su falta de comprensión de la situación: “uno no entiende cómo el rojerío saca 41% en Huamanga (capital de Ayacucho) con todo lo que la gente sangró allí por culpa directa del marxismo. ¡Deberían ser hasta macartistas, anticomunistas extremos!”. Así, con actitud completamente antidemocrática, no solo dice lo que los pueblos debieran hacer, sino cómo debieran ser. Pero que él no lo entienda no significa que otros tampoco lo hagan. Veamos, una de las razones para esa alta votación del Frente Amplio es que este está completamente alejado del maoísmo senderista. Los electores huamanguinos, aquellos que más sufrieron la violencia terrorista, saben que esta fue producto de pensamientos autoritarios, desde Sendero Luminoso hasta el fujimorismo; por eso rechazan el autoritarismo (sea de izquierda o derecha) y optan por tendencias más democráticas. También porque reconocen que en buena cuenta fue la izquierda quien enfrentó directamente al senderismo.
Al referirse a Cusco aflora un claro resentimiento: “aún muchos allí se alucinan los romanos del país, los dueños exclusivos de la peruanidad. Creen que los malvados limeños les hemos quitado la capitalidad y que son pobres por nosotros. ¡Si aún siguen hablando rencorosos de la conquista española como si hubiera ocurrido la semana pasada!”. Alguien debió haberle hecho algo malo aquí, o quizás sólo le moleste que los cusqueños, a pesar de ser provincianos, se sientan con el derecho de hablar de igual a igual con los limeños capitalinos. Desconoce que realmente mucho de la pobreza del interior del país está relacionada al bienestar de las clases altas limeñas, que los cusqueños se indignan al ver cómo sus recursos (gas, turismo, etc.) financian la opulencia de la “pituquería” de Lima y el extranjero. No es que lo crean, es que lo viven a diario.
Yendo al otro tema, la conquista española no ocurrió la semana pasada, pero ocurrió. En Cusco es imposible no hablar de ella porque se la siente constantemente, basta recorrer sus calles y ese hecho histórico se hace presente. Tal vez Aldo M. se sienta heredero de los conquistadores y por eso le molesta esta memoria histórica, pero debería entender que esto es algo común en sociedades con traumas históricos fuertes. Él mismo refleja un trauma singular al referirse constantemente al gobierno de Velasco y los regímenes de izquierda en el mundo, ¿para él sí se justifica el resentimiento pero para los cusqueños no debe haber ni pizca? Otra vez su clara ausencia de sentido democrático.
Culmina proponiendo medidas antidemocráticas que espantarían a cualquier científico social: “Allí no queda más que fomentar la migración y la concentración poblacional en otras zonas: los prósperos “farmers” tipo la familia Ingalls jamás van a surgir en la Puna.” Una propuesta similar a las que aplicaron los colonizadores españoles hace más de cuatro siglos, ¡y luego se queja de que se recuerde la conquista tan vivamente! cuando él mismo está retrayendo ese pasado en sus propuestas.
Pero donde este columnista se extralimita es en “Mi querido Carlín”, escrito el día anterior como respuesta a una caricatura del humorista Carlín. En una actitud infantil le dice “solo vendiste 100 libros tuyos contra 13 mil míos”, en una reducida interpretación cuantitativa de la vida. Me pregunto, ¿cómo sabe la cantidad de libros que vendió Carlín, hizo encuestas en las librerías, qué metodología utilizó? Más parece una frase sin sentido extraída del Chavo del 8.
Previamente hace una lluvia de frases similares, en las que curiosamente reconoce que PPK es un “imperialista yanqui” y se alegra del triunfo fujimorista, un partido claramente antidemocrático. Y es allí que expresa todo su odio a los pueblos andinos del sur, que “son repelentes a Lima y al norte”, una expresión marcadamente racista. Dice que los izquierdistas “cual perversos parásitos, siempre medran electoralmente del atraso, resentimiento e ignorancia”, es decir que el sur se caracteriza por el atraso, el resentimiento y la ignorancia. Ignora él que en el sur existen culturas ricas y diversas, que son la admiración del mundo, que hay más atraso cultural y moral en sociedades ultra modernas como sus admirados EEUU. Ignora que los pueblos del sur tienen mucha más armonía y solidaridad que los capitalinos, que más resentimiento se ve en las frases que él usa (“¡me hubiera gustado ver tu cara!”, “llora Rocío SS”, “tu izquierda cacarea una campaña modesta”). Sobra decir que más ignorante es él, pues ignora todo ese universo del sur andino.
Quizás necesite que un paqo le ayude a buscar su alma o una buena terapia sicológica, pues las páginas de un periódico no son el mejor lugar para soltar sus demonios internos. Eso sí, el sur no se calla (lo decían las consignas del 5 de abril). Estos son otros tiempos, ya no hay gamonales de horca y cuchillo, no vamos a tolerar rabietas de cualquiera ni permitir que por su pura cólera nos insulte gratuitamente. Aunque le duela, los provincianos, los sureños, los serranos, también tenemos voz y voto.
Roberto Ojeda
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