martes, 28 de agosto de 2012

El tiempo del "diálogo" se acaba



Roberto Ojeda

Una canción surgida durante el con flicto de Conga y cantada por el grupo Tinkariy inicia con el grito "No más diálogo" seguido de la frase "como engañaron a Atahualpa", reflejando la idea de que esto del diálogo en realidad es un engaño, una treta para calmar los conflictos, por algo a las mesas de diálogo también se les llama "mecidas" de diálogo.

Los años recientes hemos oído reiteradas veces que la solución a los conflictos sociales es el diálogo, lo dicen sectores de derecha e izquierda que critican la falta de actitud dialogante de los últimos gobiernos; lo dicen también los movimientos sociales que entre sus demandas exigen diálogo. Sin embargo, los movimientos que han tenido resultados positivos no lo han logrado por la vía del diálogo.

Se ha vuelto algo común que el gobierno y las empresas eviten el diálogo hasta que el conflicto es insostenible, entonces activan una mesa de diálogo que dura algún tiempo sin solucionar el conflicto, pues casi siempre termina cuestionada por parte o todas las organizaciones implicadas. Y es que cuando se habla de solucionar los conflictos no se está pensando en solucionar las causas del conflicto, solo evitar que este se prolongue o se agudice. La función de las mesas es que deje de haber conflicto, no que deje de haber problemas, en muchos casos más bien es prolongar estos problemas.

Los conflictos surgen porque existe un choque de intereses, por un lado las empresas y el Estado con la visión extractivista que pretende hacer un gran negocio a partir de un determinado recurso natural (mineral, hidrocarburo, agua); por el otro una población que ve en estos proyectos un peligro para su medio ambiente, su cultura, su organización y su futuro. El conflicto se presenta cuando la población tiene capacidad de respuesta, se organiza y quiere frenar el proyecto-amenaza.

Las mesas de diálogo llevan el debate al aspecto técnico, el Estado pone un montón de técnicos expertos en atarantar a los pobladores, lo que no dicen es que estos técnicos van con consignas políticas para convencer y confundir a sus interlocutores. El diálogo se convierte en una tregua a favor de los proyectos que por lo bajo se siguen promocionando y financiando campañas de desprestigio de los movimientos, acusándolos de "politizar" el conflicto.

Lo que hemos visto en los años más recientes es el triunfo de algunos de estos movimientos sociales en la medida que han logrado unidad, difusión y fuerza en su posición, no así cuando se entrampan en el diálogo. Islay logró parar el proyecto minero Tía María, Carabaya a la hidroeléctrica de Inambari, los aymaras a la mina Santa Ana, recientemente Cajamarca está haciendo valer su no al proyecto Conga, a pesar de todas las campañas en su contra. Lo importante es que los movimientos no bajan la guardia, no se fían, insisten, amplían su lucha.

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