lunes, 26 de marzo de 2012

Clases en las calles, el colegio Clorinda en Cusco
















Clorinda Matto fue una valiente escritora cusqueña que denunció las injusticias de su época en novelas inmortales como “Aves sin nido”. Hoy, 103 años luego de su muerte, un colegio que lleva su nombre y guarda su memoria es víctima de una tremenda injusticia. El emblemático colegio cusqueño Clorinda Matto de Turner, con más de 50 años de trayectoria, pasó a ser remodelado desde el año pasado, para lo que el estado dio en concesión la obra a la constructora Sansón.



La constructora demolió el local, avanzó lentamente y en determinado momento se fue llevándose incluso materiales. Estafó al estado, perjudicando a las alumnas, que se convirtieron en las nuevas “aves sin nido”, arrimadas en otros locales, todo por la actitud criminal de una empresa.



La responsabilidad también es del Estado, desde el gobierno central, el ministerio de Educación (bueno pa quemar libros) y el Gobierno Regional de Cusco (bueno pa los dobles discursos), que no hicieron nada en su momento. Es decir, el Estado entregó la concesión de la obra y luego se lavó las manos. Es parte de esa política neoliberal de concesionar todo a favor de empresas que lo único que buscan es ganancias fáciles, algunas llegan a ser verdaderamente delincuenciales como la constructora Sansón.



Hoy el colegio está a medio construir, los fierros de las columnas incompletas se hallan oxidados por la temporada de lluvias, se aprecia que el material usado ni siquiera era de la calidad adecuada. Existe la necesidad de tumbarse nuevamente ese mamotreto y reiniciar la construcción desde cero. Todo esto, más los trámites judiciales y burocráticos prolongan los padecimientos de maestros y alumnas, y nada de haber solución.



Cansados de tantos reclamos y trámites, los padres de familia del colegio acordaron hacer clases en las calles, para sensibilizar a la población y presionar a las autoridades. Como ya hemos aprendido, sólo queda la presión social para que algo funcione en este país, que carga la pesada cruz del neoliberalismo.



El lunes 26 de marzo, las clorindinas llevaron banquitos a la avenida la Cultura y acompañadas por sus padres, hicieron clases allí. La situación recuerda una escena de la película “El profesor” del gran Cantinflas, cuando destrozada su escuela, el profesor lleva a sus alumnos a hacer clases en el campo. Pero en esta ocasión no ha sido idea de un profesor sino acuerdo de los padres de familia, que aclaran esto para que el estado no tome represalias contra los maestros.



En las afueras del local hoy destruido, se ha instalado la primaria del colegio. La sección secundaria se fue a las puertas del Palacio de Justicia para presionar al poder judicial. Mientras tanto, desde Lima se sigue hablando de crecimiento y desarrollo, de mejorar la educación, cuando las clorindinas tienen que hacer sus clases en las calles, aprendiendo a protestar organizadamente, porque ya no hay otros caminos.



Texto: Roberto Ojeda Escalante


Fotos: CLaudia Palomino Valdivia

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