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Los dirigentes de la CGTP y especialmente su sección cusqueña, la FDTC, parecen sentirse realizados, como si hubieran logrado sus objetivos. Así lo demuestra su alegre convocatoria a una “marcha de los pueblos” para el 12 de octubre. Quizás su objetivo era debilitar el movimiento social, dividirlo, boicotearlo; pues eso es lo único que han logrado con su traición a la lucha por el gas.
Veamos los hechos: desconocieron los acuerdos de las bases sindicales provinciales, convocaron a reuniones paralelas y utilizaron los medios de comunicación para negar la existencia del paro. Cuando el paro estalló, no lo apoyaron, cuando los convencianos llegaron a Cusco, ellos convocaron a un paro para la semana siguiente, ¡como si los huelguistas los fueran a esperar! Luego, la dirigente Marta Quispe fue echada del local de la FARTAC (donde se hospedaban los helguistas), porque la hallaron disfrutando de cerveza y parrilladas. ¿Acaso todas esas acciones no se parecen a las del gobierno y la derecha?
Al final, cuando La Convención levantó su medida, cansados, con un muerto y varios heridos; suspendieron la paralización anunciada y viajaron a Tacna, a reunirse con los demás frentes regionales (ligados a la CGTP) para acordar una medida “macroregional”. Es decir, boicotearon la medida macroregional de las bases para programar la suya propia. Y la programaron para el 12 de octubre, para no interrumpir las elecciones, para no molestar a los patrones (gobierno y empresas).
Es difícil confiar en la efectividad de esa medida luego del desprestigio de sus convocantes. En su famoso lavado de banderas en Cusco, no vimos a más de 30 personas, ¡esa es la convocatoria de la FDTC! Entonces, tenemos una marcha sin mucha convocatoria que ingresará a Lima, a la inmensa ciudad donde los reclamos del sur no han sido difundidos. En un periodo postelectoral, con la mente de la opinión pública distraída por los resultados de ese proceso. Además, el 12 de octubre es un día de recuerdo de la invasión y la resistencia indígena, deducimos que: o la marcha pretende opacar el reclamo indígena, o terminará opacada por este.
Los hechos nos muestran que la CGTP, FDTC y afines, sólo pretenden aparentar que están con las causas del pueblo. Para que no se evidencie su claudicación y acomodo con el sistema, son pues llullas (mentirosos) y son pocos, pero mantienen su pequeño poder por la tradición autoritaria que ha infestado al movimiento sindical. Es tiempo de romper este aspecto, renovar las organizaciones en un sentido más plural, sin centralización ni directivas verticales.
El ejemplo de las organizaciones que logran medidas prolongadas es que son colectivas, asamblearias, dirigidas colegiadamente, con fuerte presencia comunal y reivindicación de sus identidades. Quizás aplicando eso a niveles mayores logremos unidad, una unidad sin “jefes” ni mandones, una unidad más de coordinación que de imposición. La decisión la tienen ahora las bases, o buscamos lo nuevo, o seguimos a esas centrales que nos guían nuevamente al fracaso.
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