Han caído las primeras y pequeñas lluvias del año en el ande. Con cada gota cae un poquito de esperanza, a pesar del calentamiento global, el capitalismo y el saqueo. Pachamama nos ofrece siempre la fertilidad de su suelo, a pesar de que nos lo quieran robar las empresas y lo hagan sangrado la tierra, los bosques y los ríos. Cada gotita es también un desafío, para no dejarnos destrozar el alma.
Ya está visto que el dinero no nos sirve mucho a los pobres y marginados. Podemos verlo en Echarati, donde el “canon” deja harta plata al municipio, que construye muchas obras, pero la economía sigue igual, con pobrezas y riquezas.
Algunos dicen que no debemos oponernos a su desarrollo, sino tomarlo en nuestras manos. Pero los recursos que extraen sólo les sirven a ellos, ¿acaso vamos a comer metales?, si sacamos oro tenemos que vendérselo a ellos mismos. Pues se llevan los recursos para tener poder y seguirnos dominando, para fabricar armas y esas cosas. Además, utilizan mucha tecnología, esa tecnología que nos han negado y sin la cual, explotar minas es más peligroso todavía.
Se trata de parar su maquinaria, dejarles de dar lo que los hace más poderosos. No importa que los recursos se queden bajo tierra, ya se verá a su momento. Ya lo verán a quienes les toque. Ahora lo importante es no perder nuestra esencia humana, de runas, hijos y hermanos de la naturaleza.
Sólo un pueblo libre puede tomar sus propias decisiones. Ahora sólo tenemos la libertad de elegir entre las opciones que ellos nos ponen, pero también tenemos las culturas aprendidas en miles de años. De allí partamos, desoyendo sus mentiras y desacatando sus órdenes. Sin un jefe único ni una sola propuesta, más bien con la diversidad más amplia. Si queremos vivir más adelante, debemos detener su economía de muerte.
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