La cumbre social en marcha (II)

Entre el 13 y el 16 de mayo Lima se convirtió en centro de atención para todo el país y el continente, por dos eventos paralelos de carácter internacional. Una fue la reunión de gobernantes, la Cumbre de América Latina y el Caribe con la Unión Europea (ALC-UE, hasta el nombre resulta extraño), que -como siempre- no llegó a nada nuevo, siendo duramente criticada por entidades como Green Peace (por ejemplo), pues el tema del calentamiento global que fue un eje importante, no nos muestra variaciones importantes en ese sentido. Y sobre la lucha contra la pobreza, más de lo de siempre: palabras y más palabras. El evento se desarrolló cerrado, aislado del pueblo, como protegiéndose de él.
La otra cumbre fue más allacito nomás, porque no les dejaron hacerla cerca. Asistieron personas de todas las regiones del Perú, de todos los países de Latinoamérica (principalmente los más cercanos) y de algunos de Europa. Cientos de organizaciones, indígenas, mujeres, socialistas, jóvenes, etc. Podríamos destacar el tribunal de los pueblos que dio importantes resoluciones sobre los casos de transnacionales abusivas presentados, podríamos resaltar alguna de las mesas simultáneas (eran como 10 a la vez) o actividades específicas, los eventos culturales (wayno, ayarachi, rock, hip hop, punk, teatro, poesía, artes gráficas), los materiales llegados para la fecha (libros, revistas, hasta un folleto sobre el "Terrorista Alan García"), el partido de bulbito con Evo anotando un gol. O el cierre en fiesta, pero lejos de la otra, con un lindo discurso de Evo y presencia de políticos de siempre, que felizmente no opacaron el evento (incluirlos sí fue un error de los organizadores). Las cifras nos dan una idea de la magnitud del evento: 13 mil personas inscritas, unos 750 medios de prensa acreditados, un centenar de actividades y un mitin de cierre con entre 5 y 10 mil participantes.
La cumbre nos dejó nuevas perspectivas para el Perú venidero. El rechazo al gobierno y a su insistente neoliberalismo se ha generalizado, al igual que el rechazo a las transnacionales mineras y su contaminación del ambiente. Las viejas formas de hacer política estuvieron ausentes, en realidad sí estaban presentes pero en pequeños grupos limitados a gritar consignas (comunistas y nacionalistas), sin mayores propuestas. Allí se fijó fecha para el paro nacional: 8 y 9 de julio, la CGTP tuvo que apoyarla y aceptar que no encabeza el movimiento social.
Los grandes protagonistas de la cumbre fueron los movimientos indígenas, llegados de todas las regiones del Perú, y sus discursos marcaron los principales debates: el buen vivir, el colectivismo, la Pachamama. También vimos varias organizaciones juveniles, feministas, socialistas, culturales, en la organización y el desarrollo del evento, ellos fueron los principales hacedores de la cumbre, como una clara muestra de que en diversidad y desde las múltiples autonomías se puede organizar las cosas mejor que con el "centralismo democrático" y esas viejas costumbres.
La prensa derechista no pudo ocultar el evento, aunque quiso menospreciarla no le fue tan fácil. Tuvieron que reconocer su éxito, la existencia de una reunión propositiva alejada de protestas violentistas. El Premier del Castillo despotricó contra la cumbre social en cuanto medio pudo, generando un efecto contrario. La población está tan cansada del gobierno que cualquier palabra suya es tomada en sentido contrario, quizá deberíamos agradecerle esa difusión gratuita.
Esos días, en la Universidad Nacional de Ingeniería (Lima) se visibilizó el Perú real, el pueblo ignorado y calumniado, el "perro del hortelano" resultó más grande, fuerte y consciente de lo que el gobierno decía.