Roberto Ojeda Escalante
Largas colas buscando un poco de oxígeno, los precios de
balones de gas se han multiplicado, ni que decir de aparatos como los
concentradores de oxígeno, las clínicas privadas cobran en varios miles para
atender pacientes Covid. Las muertes y contagios continúan cercándonos. Es el
resultado de haber dejado la economía en manos del libre mercado.
Para comprender cabalmente la economía actual, hay que dejar
de leer a los publicistas del sistema que pululan por los medios y
universidades, basta mirar los trabajos de los economistas ecologistas para
entender el origen de las actuales crisis que atraviesa el planeta, pandemia
incluida. Eso de leer cifras macroeconómicas resulta hoy demasiado arcaico, se
debe incluir en la ecuación el bienestar de las personas, la salud, la ecología,
el nivel de desarrollo intelectual y emocional de la persona. Sopesando todos
estos aspectos, vemos que el actual modelo económico es un completo fracaso.
El libre mercado funciona en base a las leyes de la oferta y
la demanda, priorizando la rentabilidad como valor supremo. Donde muchos vemos
una desgracia, el libre mercado te hace ver una oportunidad, quizás la única en
mucho tiempo, y te impulsa a no desperdiciarla, aunque asumirla produzca varias
muertes, familias destrozadas y penas por montones. Por eso las empresas de la
salud están lucrando con nuestras penas este tiempo, y no sólo ellos, también
la corrupción se mueve con las leyes del libre mercado.
Hay quienes dirán que no es el sistema en sí, sino el
accionar de las personas. Que una persona con serios valores sabrá distinguir
entre una oportunidad de enriquecerse y una emergencia, que no está mal el
sistema sino la gente. Este pensamiento peca de inocencia cínica, la prueba
está en que no se da el caso de empresas
que prioricen la emergencia por sobre sus intereses. Sucede que al haber
colocado toda la economía en manos del libre mercado, también la política, la
educación y la cultura se rigen por el mismo. Entonces, ya no se fomentan
valores solidarios porque no son rentables. Nadie fomenta la solidaridad porque
nadie ganaría de ella, es mejor fomentar el consumismo. Para un ejemplo más
concreto, si fomentas una buena alimentación, tienes sujetos sanos y fuertes, es
poco lucrativo tener personas así, pues consumirán menos que alguien debilitado
y enfermizo. Y es que los valores funcionan precisamente para regular los
descontroles que pueden generar las dinámicas económicas.
Pongamos otro caso, ¿por qué la gente prefiere televisión
basura antes que productos culturales de mayor riqueza en contenidos?, por la
misma razón que prefieren consumir alcohol, porque el ser humano puede caer fácilmente
en el fango de sus propios instintos desbordados. Todas las sociedades procuran
regular esto socialmente, para incentivar el gusto por mejores ideales en sus
ciudadanos. Aun así, poco es lo que la mayoría había logrado al respecto, pero
al menos lo suficiente como para que sus sociedades fueran viables
(generalmente priorizando ciertos valores por sobre otros). Pero el
neoliberalismo puso todo en manos del libre mercado y entonces no hubo quien
regule nada. La industria del entretenimiento invierte lo menos posible porque
esa es la manera de hacer tu producto más rentable, entonces se abandona el
estudio, la investigación, la elaboración complicada de productos artísticos de
calidad. Se produce espectáculos con la misma lógica que se produce alcohol,
justificando que es el consumidor quien exige ese tipo de productos. A esto se
suma la publicidad, que siguiendo las reglas del libre mercado, se desarrolla
en función de vender el producto, aun cuando tenga que recurrir a la mentira o
la verdad a medias.
Por todo ello, para que una sociedad sea un poco más
humanamente viable, las instituciones deben cumplir un rol regulador y
fiscalizador, que controle al menos los excesos. Sin embargo, no se trata de
volver al estado total, que sólo derivó en totalitarismos. Los marxistas solían
justificarse con la misma cantaleta de que no falló el modelo, sino las
personas, pero ya sabemos que este aforismo es falso. La experiencia histórica
demuestra que ni el Estado ni el Mercado pueden controlar la vida, pues derivan
en dictaduras extremas o el capitalismo salvaje que ahora padecemos.
No nos preocupemos pues sí hay alternativa. Se denomina autogestión a la capacidad de un colectivo humano para controlar su propia economía, esto es, desde el proceso de producción hasta la obtención de la retribución por su trabajo. Aplicando principios libertarios como la horizontalidad y la rotatividad, y valores como el apoyo mutuo, es como funcionan muchos emprendimientos alternativos por todo el planeta. No voy a mencionar los ejemplos conocidos pues basta decir que esto se da desde proyectos familiares hasta fábricas bajo control obrero. Es más, en parte de nuestras relaciones cotidianas aplicamos autogestión, ya sea en nuestras actividades o colaborando -voluntaria o involuntariamente- con otras personas que sí lo hacen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario