domingo, 17 de mayo de 2020

Sin agricultores no resistimos


Hasta antes de esta cuarentena, por hace casi 8 años la mayoría de los alimentos que llegaban a casa eran de pequeños agricultores que cultivaban natural, hemos compartido diversas historias con ellas y ellos. Con la cuarentena, ante la falta de transporte privado y por acuerdo con sus comunidades, varios de ell@s decidieron no salir y cerrarse dentro de la comunidad, guardar sus alimentos (pues podían secarlos o guardarlos por algún tiempo) y así puedan seguir haciendo sus actividades cotidianas sean de la chacra, crianza de animales, etc., y sin estar expuestos a riesgos de enfermarse.
Cuando me enteré de esta decisión en un principio me extrañó, con los días fui entendiendo y ahora aún más, que si los sistemas de salud colapsan en las ciudades, que se suponen están mejor implementadas, en las zonas rurales la historia es mucho peor porque no cuentan con suficiente personal, ni medicinas, las comunidades están bastante distanciadas y con caminos bastante accidentados para evacuar o atender pacientes de emergencia, y varias razones que te hacen pensar que realmente fue la mejor decisión.
Supongo que ellas y ellos, están mucho mejor que muchas personas en la ciudad, porque comida no les falta, siguen realizando sus actividades, así que tiempo tampoco les sobra. Es más se deben estar dando cuenta que el azúcar, el fideo y el arroz no eran necesarios (bueno, eso es lo que espero).
Y en casa al ver que las temporadas de cuarentena se alargaban, y nuestras caseras y caseros no llegarían, decidimos comprar algunos alimentos que ya nos estaban faltando, siempre intentando buscar que sean de agricultores, ya no sabíamos si eran naturales pero al menos le comprábamos a alguien de forma directa. De las pocas cosas que compramos, nos resultó imposible no compararlas con el sabor y textura de los alimentos que adquiríamos de productores naturales. Y sí, realmente lo natural no sólo era más sano por no tener químicos sino también sabroso en su esencia (pues no requiere tanto condimento o adicionales y se puede comer puro), y por si fuera poco no está dañando a la tierra ni a otros seres, al contrario son alimentos que siguen conviviendo con la naturaleza.
Supongo que por esa y otras razones, con otras compañeras nos animamos a armar una red de productores naturales que puedan llegar a nuestras zonas, de a pocos estamos conociendo más agricultores y pecuarios, hemos encontrado alimentos sumamente buenos; pero básicamente son las y los productores que cuentan con movilidad propia y medios que les faciliten obtener los permisos correspondientes para transitar en Cusco y por supuesto cuidarse de cualquier contagio.
Pero vuelvo nuevamente a las y los compañer@s que han decidido no salir de sus comunidades. ¿Qué tanto realmente hemos valorado la comida que nos estaban brindando? ¿Qué tanto hemos pagado lo justo por todo su esfuerzo para cultivar por meses de forma natural y encima traerlos a Cusco en condiciones muchas veces bastante incomodas e inseguras para ell@s? ¿Qué tanto los cuidamos para que puedan seguir dándonos vida a través de sus alimentos?
Y si nos ponemos en una situación hipotética, que ell@s ante tantos años de olvido, de menosprecio, de desvalorización a su labor, decidieran sólo producir para su consumo y no vender ningún alimento. Y claro que lo podrían hacer pues viven en territorios comunales que tienen su propia jurisdicción y legalidad, nadie los podría obligar.  ¿Qué pasaría con nosotros? ¿Nos abastecería la agroindustria, muchas veces llena de agrotóxicos, y los alimentos procesados con insumos importados y aditivos químicos?, ¿nos alimentarían de verdad?
La verdad no creo que eso pase, y espero que no. Pero lo planteo porque realmente no estamos valorando lo que nos han dado por años y años.
En estos momentos a esas comunidades deberían ir camiones del gobierno con todas las medidas de seguridad para comprarles sus alimentos al precio real y justo (no mal baratado) y distribuirlos o venderlos en las ciudades, y así también motivarlos a que sigan trabajando para que tengamos más comida los próximos meses. Debemos entender que la buena comida no sale de un día para otro, son meses de cultivo y hasta 1 año, como en el caso del tarwi para poner un ejemplo.
Por supuesto que están alternativas como los mercados móviles o itinerantes desde algunos ámbitos del gobierno que son muy buenas, pero no podrían llegar a tod@s y aún más cuando vari@s han decidido no salir de sus zonas.
Y nosotros como consumidores, desde abajo, también nos toca reaprender nuevas formas para abastecernos y no exponerl@s, que más bien los cuiden y valoren, pues los necesitamos para seguir resistiendo y viviendo. No podemos pedir que vengan todos los días porque se estarían exponiendo demasiado, más bien organicémonos para juntar pedidos y que vengan una vez a la semana, o una sola vez al mes, dependiendo de los alimentos que tengan. Aprendamos a abastecernos como lo hubieran hechos nuestr@s antepasados, adaptemos nuestras dietas a las y los alimentos de temporada, a lo que ell@s producen. En lugar de seguir comprando arroz y azúcar al supermercado, que en varios casos vienen de deforestación de la Amazonía o de monopolios que explotan a sus trabajadores, compremos papa que ahorita es su temporada, para poner tan sólo un ejemplo.
Si empezamos a pensar así no sólo estamos ayudando a una persona, sino que nos estamos ayudando tod@s los seres humanos y no humanos, y estamos aprendiendo a volver a convivir con la naturaleza.

Claudia Palomino Valdivia

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