El 2012 ha sido un año de muchos desencantos y muchas razones para renacer la esperanza.
He perdido algunos amigos, he ganado algunos otros. Hemos perdido algunas batallas y hemos ganado algunas otras.
Hay pérdidas que duelen, como la partida de Eleanor Weiss.
También duele el asesinato de personas como el muchacho que cayó en Cajamarca por defender sus aguas, junto a otros caídos ahí y en Espinar. O la niña asesinada por el gobierno para justificar una cortina de humo en el Vrae. Da coraje.
Pero hay pérdidas que en vez de doler sanan. Por ejemplo el distanciamiento de colegas comiqueros que ya se definieron por la mediocridad y el apoyo a la injusticia (si alguien vio la revista Qosqomic, no pensé que algo tan malo podría salir de Cusco: machismo, derechismo, alienación, piratería)
Y qué ganas de vivir me han puesto aquellos que no se rindieron ante la adversidad y las traiciones, allí en Espinar, qué gusto poder decir que soy amigo del Sullca, de la Vero, de tantos otros. Qué gusto poder decir que conozco a muchos dirigentes y a muchos campesinos que me brindan su amistad como ayni.
En Chinchaypucyo he ganado más amigos, algunos son montañas sagradas, así que eso ya es palabra mayor. Libro incluido.
Ya más en serio. Este ha sido el año de la gran traición, que sí pues, sabíamos que vendría pero nunca pensamos que tan pronto ni tan grande. Qué Ollanta pa tan felón. Qué decepción los que siguen con él, como Karol y tantos otros.
Ha sido el año en que la empresa ejemplo de responsabilidad social Xstrata ha quedado desenmascarada como lo abusiva y contaminadora que es, y que los policías están tan al servicio de las empresas que instalan sus comisarías dentro de las minas. Y ha sido el año que los pueblos de Bambamarca, Celendín y Cajamarca derrotaron al estado de emergencia.
Qué gusto haber recibido y despachado a la bandera de la Pachamama.
Qué gusto que el Muro de la Haukaypata haya seguido hablando, allí también hemos ganado compañeros.
Y el 21, cuando el mundo se iba a acabar, la mayoría pensó que no pasó nada. Qué equivocados están, seguro no oyeron el silencio zapatista. Wayqeykuna panaykuna: el mundo conocido se está acabando, lo vamos a acabar con nuestras luchas y esperanzas, Pachamama lo exige.
Para enero se viene el retorno de la revista Riqchary, también el boletín Watanay, un nuevo Ch’illico, en fin, hartas cositas porque varios proyectos se han reactivado, quizás llamados por la profecía maya, quien sabe.
Y ya vuelve a Cusco mi yanantin, que es quien me da más ganas de seguir andando por el camino de la alegre rebeldía. Ahora con nuestra casita ya Claudia se termina de nacionalizar cusqueña. ¿Qué más podría pedirle a la vida? Para agradecer tendré que pagar bien haciendo lo que la historia nos posibilita.
Salud y anarkía
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