Hace un par de años decidimos dejar los trabajos formales
con horarios y remuneración fija para dedicarnos de lleno a nuestro proyecto de
vida, sabíamos que era urgente hacerlo pues teníamos una crisis climática
encima y tener distintas alternativas de vida al margen del sistema ayudaría,
pero quizá jamás imaginamos que esta alerta vendría tan pronto y de forma
mundial.
Y ahora que estamos en medio de una cuarentena (que recién
empieza) vemos que aparte de la preocupación por cuidar a los seres cercanos, nuestra
vida no ha cambiado nada. Pues seguimos todo el día en las actividades propias
de la casa, ya sea trabajar en la huerta, secar alimentos, fermentar, moler, compostar,
seleccionar semillas, seguir experimentando e investigando, etc. Y así siempre
nos falta tiempo y terminamos pasando tareas para el día siguiente, ahora se
nos acumula un poco más porque ya no tenemos visitas o voluntari@s que nos
apoyen en casa.
Además estamos más ocupados, porque queremos estar difundiendo
constantemente información de cómo
alimentarnos en este contexto.
Tampoco hemos pasado por la locura de abarrotarnos de
alimentos porque ya teníamos alimentos conservados en nuestra qolqita (algunos
incluso desde años atrás) y en la huertita, que si bien ahorita no hay muchas
verduras frescas, siempre están las silvestres que son comida. Justo el sábado
no pudimos ir al mercado de productores al que frecuentamos, luego llegó la
cuarentena y decidimos no comprar nada, estamos probando qué tanto funciona
nuestra qolqa y el consumo de alimentos de la huerta, les aseguramos que
diversidad de comidas no nos falta.
No contamos con netflix, cable, ni una buena señal de internet,
tanto así que las pocas veces que hemos intentado ver alguna de las múltiples
películas o documentales que cuelgan gratis en este contexto, siempre lo
terminamos dejando porque se va y viene con la inestable señal.
Y así nuestra vida sigue, y es que quizá vivimos en una
situación de privilegio, pero privilegios que no pasan por tener dinero, lujos
y/o comodidades, sino por tener libertad y autonomía. Qué diferente sería que
todas y todos podríamos tener espacios individuales o colectivos que nos auto abastezcan,
donde allí estén nuestras actividades, donde dediquemos el mayor tiempo de
nuestras vidas a intentar construir formas de vida alternativas que no sirvan a
un sistema injusto, sino que nos enseñen a criarnos nuevamente con la
naturaleza. Suponemos que quizá así también están nuestras hermanas y hermanos
del campo, simplemente siguen viviendo.
Lo mejor es que este sentimiento no es sólo nuestro, hemos
conversado con otras familias que están en apuestas similares y el denominador
común es el mismo. Su vida no ha cambiado, están ocupados, con provisiones
naturales, sin tener que llegar a la locura de abarrotarse de productos de
supermercados, y trabajando arduamente para contribuir en mejorar la situación
de los demás.
Creemos que el camino
hacia la autonomía y soberanía alimentaria, va por allí, claro que aún nos
falta un largo trecho, pero hechos como los que nos ha tocado vivir nos
demuestran lo importante y urgente que es empezar a vivir de forma diferente. Y
al igual que tod@s esperamos que esto pase, pero deseamos que no todo vuelva a
ser igual, sino que nuestras miradas cambien y entendamos lo importante que es
empezar a cuestionarnos el cómo estamos viviendo, qué estamos comiendo, a quién
estamos sirviendo, a qué seres estamos destruyendo con nuestro consumo, entendamos
que no todo es “progreso económico” y que los humanos no somos el centro de
mundo. Sino que existimos seres divers@s (humanos y no humanos) que nos
necesitamos y por ello contribuyamos a construir, desde abajo, espacios
autosustentables que puedan convivir con todos los seres, tal como lo hicieron
nuestros antepasados, contribuyamos a crear otro mundo posible.
Canasta Solidaria Mihuna Kachun
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