jueves, 19 de marzo de 2020

¿Cuánto ha cambiado nuestra vida con la cuarentena?


Hace un par de años decidimos dejar los trabajos formales con horarios y remuneración fija para dedicarnos de lleno a nuestro proyecto de vida, sabíamos que era urgente hacerlo pues teníamos una crisis climática encima y tener distintas alternativas de vida al margen del sistema ayudaría, pero quizá jamás imaginamos que esta alerta vendría tan pronto y de forma mundial.
Y ahora que estamos en medio de una cuarentena (que recién empieza) vemos que aparte de la preocupación por cuidar a los seres cercanos, nuestra vida no ha cambiado nada. Pues seguimos todo el día en las actividades propias de la casa, ya sea trabajar en la huerta, secar alimentos, fermentar, moler, compostar, seleccionar semillas, seguir experimentando e investigando, etc. Y así siempre nos falta tiempo y terminamos pasando tareas para el día siguiente, ahora se nos acumula un poco más porque ya no tenemos visitas o voluntari@s que nos apoyen en casa. 
Además estamos más ocupados, porque queremos estar difundiendo constantemente  información de cómo alimentarnos en este contexto.
Tampoco hemos pasado por la locura de abarrotarnos de alimentos porque ya teníamos alimentos conservados en nuestra qolqita (algunos incluso desde años atrás) y en la huertita, que si bien ahorita no hay muchas verduras frescas, siempre están las silvestres que son comida. Justo el sábado no pudimos ir al mercado de productores al que frecuentamos, luego llegó la cuarentena y decidimos no comprar nada, estamos probando qué tanto funciona nuestra qolqa y el consumo de alimentos de la huerta, les aseguramos que diversidad de comidas no nos falta.
No contamos con netflix, cable, ni una buena señal de internet, tanto así que las pocas veces que hemos intentado ver alguna de las múltiples películas o documentales que cuelgan gratis en este contexto, siempre lo terminamos dejando porque se va y viene con la inestable señal.
Y así nuestra vida sigue, y es que quizá vivimos en una situación de privilegio, pero privilegios que no pasan por tener dinero, lujos y/o comodidades, sino por tener libertad y autonomía. Qué diferente sería que todas y todos podríamos tener espacios individuales o colectivos que nos auto abastezcan, donde allí estén nuestras actividades, donde dediquemos el mayor tiempo de nuestras vidas a intentar construir formas de vida alternativas que no sirvan a un sistema injusto, sino que nos enseñen a criarnos nuevamente con la naturaleza. Suponemos que quizá así también están nuestras hermanas y hermanos del campo, simplemente siguen viviendo.
Lo mejor es que este sentimiento no es sólo nuestro, hemos conversado con otras familias que están en apuestas similares y el denominador común es el mismo. Su vida no ha cambiado, están ocupados, con provisiones naturales, sin tener que llegar a la locura de abarrotarse de productos de supermercados, y trabajando arduamente para contribuir en mejorar la situación de los demás.
Creemos que el  camino hacia la autonomía y soberanía alimentaria, va por allí, claro que aún nos falta un largo trecho, pero hechos como los que nos ha tocado vivir nos demuestran lo importante y urgente que es empezar a vivir de forma diferente. Y al igual que tod@s esperamos que esto pase, pero deseamos que no todo vuelva a ser igual, sino que nuestras miradas cambien y entendamos lo importante que es empezar a cuestionarnos el cómo estamos viviendo, qué estamos comiendo, a quién estamos sirviendo, a qué seres estamos destruyendo con nuestro consumo, entendamos que no todo es “progreso económico” y que los humanos no somos el centro de mundo. Sino que existimos seres divers@s (humanos y no humanos) que nos necesitamos y por ello contribuyamos a construir, desde abajo, espacios autosustentables que puedan convivir con todos los seres, tal como lo hicieron nuestros antepasados, contribuyamos a crear otro mundo posible.

Canasta Solidaria Mihuna Kachun

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