Hasta antes de esta cuarentena, por hace casi 8 años la
mayoría de los alimentos que llegaban a casa eran de pequeños agricultores que
cultivaban natural, hemos compartido diversas historias con ellas y ellos. Con
la cuarentena, ante la falta de transporte privado y por acuerdo con sus
comunidades, varios de ell@s decidieron no salir y cerrarse dentro de la
comunidad, guardar sus alimentos (pues podían secarlos o guardarlos por algún
tiempo) y así puedan seguir haciendo sus actividades cotidianas sean de la
chacra, crianza de animales, etc., y sin estar expuestos a riesgos de enfermarse.
Cuando me enteré de esta decisión en un principio me
extrañó, con los días fui entendiendo y ahora aún más, que si los sistemas de
salud colapsan en las ciudades, que se suponen están mejor implementadas, en
las zonas rurales la historia es mucho peor porque no cuentan con suficiente personal,
ni medicinas, las comunidades están bastante distanciadas y con caminos
bastante accidentados para evacuar o atender pacientes de emergencia, y varias
razones que te hacen pensar que realmente fue la mejor decisión.
Supongo que ellas y ellos, están mucho mejor que muchas
personas en la ciudad, porque comida no les falta, siguen realizando sus
actividades, así que tiempo tampoco les sobra. Es más se deben estar dando
cuenta que el azúcar, el fideo y el arroz no eran necesarios (bueno, eso es lo
que espero).
Y en casa al ver que las temporadas de cuarentena se
alargaban, y nuestras caseras y caseros no llegarían, decidimos comprar algunos
alimentos que ya nos estaban faltando, siempre intentando buscar que sean de
agricultores, ya no sabíamos si eran naturales pero al menos le comprábamos a
alguien de forma directa. De las pocas cosas que compramos, nos resultó
imposible no compararlas con el sabor y textura de los alimentos que adquiríamos
de productores naturales. Y sí, realmente lo natural no sólo era más sano por
no tener químicos sino también sabroso en su esencia (pues no requiere tanto
condimento o adicionales y se puede comer puro), y por si fuera poco no está
dañando a la tierra ni a otros seres, al contrario son alimentos que siguen
conviviendo con la naturaleza.
Supongo que por esa y otras razones, con otras compañeras nos
animamos a armar una red de productores naturales que puedan llegar a nuestras
zonas, de a pocos estamos conociendo más agricultores y pecuarios, hemos
encontrado alimentos sumamente buenos; pero básicamente son las y los
productores que cuentan con movilidad propia y medios que les faciliten obtener
los permisos correspondientes para transitar en Cusco y por supuesto cuidarse de
cualquier contagio.
Pero vuelvo nuevamente a las y los compañer@s que han decidido
no salir de sus comunidades. ¿Qué tanto realmente hemos valorado la comida que
nos estaban brindando? ¿Qué tanto hemos pagado lo justo por todo su esfuerzo
para cultivar por meses de forma natural y encima traerlos a Cusco en
condiciones muchas veces bastante incomodas e inseguras para ell@s? ¿Qué tanto
los cuidamos para que puedan seguir dándonos vida a través de sus alimentos?
Y si nos ponemos en una situación hipotética, que ell@s ante
tantos años de olvido, de menosprecio, de desvalorización a su labor,
decidieran sólo producir para su consumo y no vender ningún alimento. Y claro
que lo podrían hacer pues viven en territorios comunales que tienen su propia
jurisdicción y legalidad, nadie los podría obligar. ¿Qué pasaría con nosotros? ¿Nos abastecería la
agroindustria, muchas veces llena de agrotóxicos, y los alimentos procesados
con insumos importados y aditivos químicos?, ¿nos alimentarían de verdad?
La verdad no creo que eso pase, y espero que no. Pero lo
planteo porque realmente no estamos valorando lo que nos han dado por años y
años.
En estos momentos a esas comunidades deberían ir camiones
del gobierno con todas las medidas de seguridad para comprarles sus alimentos
al precio real y justo (no mal baratado) y distribuirlos o venderlos en las
ciudades, y así también motivarlos a que sigan trabajando para que tengamos más
comida los próximos meses. Debemos entender que la buena comida no sale de un
día para otro, son meses de cultivo y hasta 1 año, como en el caso del tarwi
para poner un ejemplo.
Por supuesto que están alternativas como los mercados
móviles o itinerantes desde algunos ámbitos del gobierno que son muy buenas,
pero no podrían llegar a tod@s y aún más cuando vari@s han decidido no salir de
sus zonas.
Y nosotros como consumidores, desde abajo, también nos toca reaprender
nuevas formas para abastecernos y no exponerl@s, que más bien los cuiden y
valoren, pues los necesitamos para seguir resistiendo y viviendo. No podemos pedir
que vengan todos los días porque se estarían exponiendo demasiado, más bien
organicémonos para juntar pedidos y que vengan una vez a la semana, o una sola
vez al mes, dependiendo de los alimentos que tengan. Aprendamos a abastecernos
como lo hubieran hechos nuestr@s antepasados, adaptemos nuestras dietas a las y
los alimentos de temporada, a lo que ell@s producen. En lugar de seguir
comprando arroz y azúcar al supermercado, que en varios casos vienen de
deforestación de la Amazonía o de monopolios que explotan a sus trabajadores,
compremos papa que ahorita es su temporada, para poner tan sólo un ejemplo.
Si empezamos a pensar así no sólo estamos ayudando a una
persona, sino que nos estamos ayudando tod@s los seres humanos y no humanos, y
estamos aprendiendo a volver a convivir con la naturaleza.
Claudia Palomino Valdivia
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