Si estos casos son producto del patriarcado entonces sólo se solucionarían derrotando al patriarcado. Esto, aunque tiene algo de verdad y da un buen argumento al activismo feminista, resulta desalentador para las víctimas. Mientras reeducamos a la sociedad para superar el patriarcado, ¿qué mensaje les dejamos a quienes padecen machismo constante y extremo? Tal vez en nuestros espacios de militancia podemos construir relaciones no patriarcales, pero aún nosotr@s enfrentaremos esas violencias fuera de estos espacios.
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En la historia han existido sistemas patriarcales que sancionaban violencia contra la mujer, ideologías machistas como las religiones monoteístas sustentan estas sanciones en la pretendida "superioridad" masculina (no se les debe pegar porque son débiles). Generalmente se ha visto violación y feminicidio como "excesos", si bien hay una relación entre machismo y esos mal llamados "excesos", no sólo son producto del patriarcado.
Casi todas las violencias humanas parten de un pretendido derecho de posesión, una demostración del poder de unos sobre otros. La frase "si no eres mía no serás de nadie" lo dice todo. El patrón se siente dueño del subalterno, el "desarrollado" de la naturaleza, el "civilizado" de los demás pueblos, y como estamos en una sociedad patriarcal, el varón se piensa dueño de la mujer. En todos los casos, cuando ese poder es cuestionado, el poderoso recurre a la violencia.
Entonces, hay un vínculo muy estrecho entre clasismo, antropocentrismo, racismo y machismo. El patriarcado es una manifestación más de un sistema sustentado en desigualdades. Lo que sucede es que el principal "campo de batalla" de este sistema es el hogar, la pareja, las relaciones de género. Es allí donde el sistema se reproduce y por eso es allí donde se muestra más cruel.
El patriarcado nos educa para que las mujeres acepten la dominación masculina, y que los varones compitan por demostrar cuan dominantes son. El capitalismo nos educa para competir entre todos y demostrar nuestro éxito en la medida que sojuzgamos a otros. Es la combinación de ambos la que lleva a las violencias mayores.
Incluso el amor es asumido como una competencia y como una demostración de poder. Los celos, la obsesión, el acoso, se normalizan sólo en una sociedad que ha normalizado la competencia, las jerarquías y la agresividad.
El ciudadano que triunfa imponiéndose a otros, el que demuestra su éxito humillando a otros, el que es alabado por tener fama y/o poder; reproducirá esos comportamientos dentro de su familia. Por otra parte, el que fracasa públicamente, el que se siente frustrado, encontrará su familia o sus relaciones de pareja como único espacio para sentirse poderoso, agrediendo a quien dice amar.
Así como el amor, el sexo también es asumido como demostración de poder. El capitalismo promociona el sexo más que otras actividades biológicas. Películas, publicidad y televisión enseñan que un varón exitoso es el que más sexo tiene, con más mujeres y justificando cualquier estrategia por lograrlo. Esto incentiva que sujetos sin éxito sentimental o social, lo compensen demostrándose a sí mismos que son exitosos sexualmente, desencadenando acoso y violación.
Podría pensarse que sólo pueden escapar de ese círculo vicioso los que nos reeducamos contra el machismo, sólo la gente consciente de lo malo del machismo y el patriarcado, y por ende la necesidad de enfrentarlos. Pero también existen varones que sin haber realizado estas reflexiones, nunca llegan a ejercer esos niveles de violencia. Claro que sus relaciones son asimétricas en la mayoría de veces, pero no llegan a ser violadores ni feminicidas.
Existe gente buena y gente mala, existe gente sana y otra no tanto, el problema es que el sistema incentiva a los malos más que a los buenos, a los insanos más que a los sanos, porque es un sistema que se nutre de las injusticias y las agresiones. Violadores y feminicidas sí son gente insana, sólo que su “enfermedad” empeora en una sociedad patriarcal, es como un virus en un ambiente con todas las condiciones para desarrollarse. Pero es un virus al fin, no una célula normal y corriente.
El patriarcado provoca que esos varones insanos lleguen a cometer horrendos crímenes. En varones más sanos no llegará a provocar crímenes pero sí maltratos y desigualdades, incluso los que se indignan ante los crímenes machistas, suelen tener actitudes machistas más sutiles y menos violentas, pero machistas al fin.
El patriarcado se desarrolló en las sociedades llamadas civilizadas, al mismo tiempo que se desarrollaba la dominación de clases y el control de la naturaleza. Son patas de un mismo cuerpo, por eso la policía, el poder judicial, el Estado en general, no actúan o actúan levemente contra violadores y feminicidas. El Estado no puede cuestionar la dominación ni las violencias, porque el Estado es producto de la violencia, no puede denunciar el patriarcado porque es producto del patriarcado. Por eso esa frase tan potente a la que me refiero al inicio de este texto, a los oídos del Estado a lo mucho suena a poesía.
No son pues hijos del patriarcado solamente, sino de una civilización enferma. Una civilización en la que hay más crímenes contra mujeres que contra varones, como hay más crímenes contra indígenas que contra blancos, o más crímenes contra pobres que contra ricos. Una civilización que manda a los varones más jóvenes y fuertes a matarse mutuamente en la guerra, que persigue o desprecia a las mentes más lúcidas y creativas, que segrega y oprime a las mujeres.
El marxismo cometió el error de priorizar la lucha de clases y tomar los demás aspectos como temas secundarios, hoy podemos cometer el mismo error enfocándonos sólo en la lucha de género. Si la dominación es integral, la resistencia también debe serlo. Lo que sí hay que hacer es priorizar el tema de género porque, repito, es en las relaciones de pareja donde se reproduce el sistema y puede ser el primer lugar donde podamos construir una sociedad libre.
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