domingo, 28 de abril de 2019

Los weratakas. Breve historia del sindicalismo cusqueño

Roberto Ojeda Escalante

Manifestación en Cusco en 1931, foto de Martín Chambi
Hoy en día entendemos sindicalización como la organización de los trabajadores de una respectiva actividad económica. Aunque esta palabra no fue usada siempre en un sentido tan amplio y su utilización es tardía en el proceso que relataremos, aún así la utilizo porque es la que mejor describe lo que vamos a relatar: el desarrollo de la organización moderna de los trabajadores, que fue simultánea a la presencia del capitalismo.
En el caso de la ciudad del Cusco, este proceso tiene dos particularidades interesantes. Primeramente, no tuvo el desarrollo industrial de otras urbes, por lo que sus bases sindicales no responden al “obrero” propiamente dicho. La otra particularidad es que en varios momentos, la lucha sindical en Cusco se da antes que en Lima y otras ciudades, especialmente en las organizaciones estudiantiles.
Testimonios orales mencionan la utilización del término “werataqa” desde inicios del siglo XX, aunque es registrado escrito bastante avanzada dicha centuria. Inicialmente era una palabra despectiva para los sectores populares medios, que usaban vestimenta occidental pero a diferencia de las clases acomodadas, no lavaban sus sacos frecuentemente. Werataqa hace alusión a la grasa (wira) acumulada en sus cuellos y solapas. A medida que artesanos y obreros se iban sindicalizando, el término fue direccionándose hacia ellos y en la segunda mitad del siglo se identificó con los comunistas. Con la diversificación de la vestimenta moderna, la palabra quedó como recuerdo.

La Sociedad de Artesanos

Se denominaba artesanos a todos los trabajadores que realizaban algún oficio “menor”, de los no profesionalizados que detentaban las élites, pero que tampoco eran explotados directamente por un patrón. El artesano tenía un taller en el que elaboraba algún producto a petición de sus clientes, podía tener algunos trabajadores a su cargo, que a la vez eran aprendices suyos y a la larga podían abrir su propio taller, o seguir trabajando para un patrón artesano. Este fue el sector en el que nació el sindicalismo en el país.
La Sociedad de Artesanos Republicanos fue fundada el 4 de octubre de 1870 en la casa del carpintero Francisco González, calle Hatunrumiyoc, donde actualmente es el palacio arzobispal. Sus fundadores fueron –aparte de González-  los artesanos Francisco García, Tomás Varela, Máximo Pérez, Miguel Farfán, Gabino Mercado, José González, Valentín Lezama y Marcelino Lovatón. Pero quien impulsó la fundación de esta organización fue la profesora y periodista Trinidad Enríquez Ladrón de Guevara, una mujer singular de esos años, de una acaudalada familia pero ligada a las ideas modernas en pro de los trabajadores (Gutiérrez 2005: 31).
El modelo que los inspiró fue el mutualismo surgido en Europa, los artesanos se organizaron para apoyarse mutuamente y mejorar sus condiciones. En 1878, Francisco González participó en las elecciones y llegó a ser elegido diputado, el primer diputado de origen popular que pisaba el parlamento peruano. En 1879 la Sociedad de Artesanos se enroló en el batallón Zepita (el que dirigía Cáceres) para combatir en la guerra que se había iniciado con Chile. Francisco García murió en la contienda. Los años siguientes el prestigio de la asociación fue creciendo hasta convertirla en una institución importante en el medio local.

Las organizaciones estudiantiles

En 1899 se creó la Unión Universitaria, entidad que se proponía impulsar mejoras científicas y sociales en la universidad, siguiendo el modelo de organizaciones estudiantiles europeas. Sus fundadores fueron el joven docente Alejandro Pacheco Concha y el estudiante Ángel Vega Enríquez. En 1901 esta organización, bajo la presidencia del docente Martín F. Serrano, impulsó la organización de la Liga de Estudiantes, constituida por los colegios de la localidad y bajo una organización federativa, se instaló el 23 de junio de 1901 bajo la presidencia de Manuel Jesús Gamarra y vicepresidencia de Víctor J. Guevara (ambos profesores de colegios) (Villanueva 1992: 152-154). El primer impulso organizativo moderno se dio en al ámbito estudiantil antes que en el laboral, y se dio en Cusco varios años antes que en Lima. 
La Unión Universitaria se denominó Asociación Universitaria en 1907 y en mayo de 1909, protagonizó la primera huelga registrada en la historia del Cusco. Fue una huelga pidiendo la reforma y reorganización universitaria, que dio sus frutos un año después, el hecho impactó fuertemente en la sociedad local.
Por esos años empiezan a difundirse ideologías modernas entre las que resalta el anarquismo, el principal difusor de esta era el comerciante Ángel Arnaldo Gasco, desde su licorería ubicada donde hoy es la Casa Garcilaso, y desde el periódico anticlerical El Cuzco (1895-1909). Existían algunos simpatizantes del anarquismo como el docente Cosme Pacheco y el estudiante Miguel Ángel Urbina, que emitió el disparo de revólver que inició la huelga de 1909. El anarcosindicalismo proponía luchar contra los patrones y el gobierno para arrancarles mejoras sociales.

Nuevos sectores, nuevas organizaciones

En 1911 se fundó la Sociedad Mutua de Empleados y Comerciantes, entidad que agrupaba a trabajadores de las instituciones y a los comerciantes, y que fue impulsada por los padres franciscanos. Empleados y comerciantes venían creciendo desde inicios del siglo y se esperaba un crecimiento mayor de estos sectores con la introducción de elementos modernos como el ferrocarril y las obras de mejoramiento de la ciudad.
El 14 de marzo 1915 un grupo de profesores encabezados por Humberto Luna Pacheco, fundaron la Asociación Regional de Normalistas, “con el objeto de fortalecer la solidaridad entre los trabajadores de la enseñanza en el Sur de la República”. Entre sus fundadores, aparte de Luna, mencionamos a Concepción Rivero y Roberto F. Garmendia, de amplia actividad política posterior (Aparicio 2000). La mayoría de los fundadores eran mujeres. Es necesario anotar que el profesorado aún era una profesión no universitaria (la facultad de pedagogía aparece dos décadas después).
En las elecciones municipales de 1916, llega a ser concejal el relojero Eduardo Arenas como representante de los obreros. La lista que lo postuló era una alianza de liberales que incluyó al anarquista Ángel Gasco, y como candidatos suplentes llevó a dos artesanos y un obrero (Valcárcel 1981: 196).

Disputas por la conducción del proletariado cusqueño

Las fábricas y casas comerciales hacían crecer los sectores de trabajadores dependientes, ya fueran empleados u obreros. Las corrientes ideológicas apuntarían a tener presencia en estos sectores, el 14 de abril de 1917 se fundó la Sociedad de Obreros Católicos del Cusco (Esquivel), para encauzarlos por un camino no confrontacional.
El 14 de enero de 1918 una protesta popular invade la casa comercial de Antonio Calvo, este y sus trabajadores disparan a la turba generando algunos muertos (Calvo 2002). Calvo sería apresado y pasaría un tiempo en prisión. Al año siguiente, luego de la larga lucha que en Lima logró arrancar al gobierno la jornada de 8 horas, en Cusco se producen varias huelgas: en la fábrica Huáscar (8 de octubre), en los operarios del ferrocarril (9 de octubre) y en las casas comerciales (17 de octubre).
Del 11 al 20 de marzo de 1920, la Asociación Universitaria acoge al primer congreso de la Federación de Estudiantes del Perú, uno de sus acuerdos fue la creación de las universidades populares Gonzales Prada, para concientizar a los trabajadores. Mientras tanto, el 16 agosto de ese año, la Sociedad de Artesanos y el Círculo de Obreros Católicos participan en los agasajos al embajador de Estados Unidos, que estaba visitando el Cusco.
Esos años aparecen la Asociación de Constructores (dirigida por Juan Ramos), el Club Deportivo Obrero  (Antonio Carrasco) y el Sindicato de Choferes (Julio C. Pastor), primera en usar la palabra sindicato. También se organizaron los sastres, zapateros (José L. Castro) y panaderos (Martín Pareja). Dos corrientes se disputarán la conducción del proletariado local: El catolicismo organizó la Sociedad Fraternal de Carpinteros (Ignacio Peralta) y llegó a controlar la Sociedad de Artesanos. Los artesanos anarquistas Manuel Cuadros y Martín Pareja impulsaron una federación de los sindicatos locales que se habría afiliado a la FORP de Lima. Y también apareció el marxismo, con la Asociación de Tipógrafos (Roberto Latorre) que se declaraba “a la manera sovietista”.

Los ecos de Gonzales Prada

La prédica gonzalespradista de Luis Velasco Aragón, Encino del Val (Erasmo Delgado) y León Caropa (Leonidas Caparó) difundió el anarcosindicalismo y fortaleció el indigenismo urbano. En 1922 se organizó la Federación Indígena y Obrera del Perú (FIORP) en Lima, desde la que los anarcosindicalistas se sumaron a la lucha indígena que desde 1918 venía realizando rebeliones en  las provincias surandinas, pero su existencia fue breve y cayó ante la represión gubernamental.
El 1 de mayo de 1922 se desarrolló un homenaje a los trabajadores en el local de la Sociedad de Artesanos, los jóvenes activistas buscaron vincularse a esta, en la que empezó a funcionar la Universidad Popular (UPGP) el 10 de mayo de 1924. La entidad fue impulsada mayormente por gonzalespradistas como Luis Villa, Rafael Tupayachi, Velasco Aragón y Roberto Latorre, este edita la revista Kosko que se convierte en vocero de la UPGP. Pero la iglesia presiona a los artesanos, logrando que les nieguen el local el mismo mes. Finalmente el gobierno llegó a clausurar la universidad popular en el mes de agosto.
La represión gubernamental ataca a los sindicatos, pero continúan apareciendo nuevos, en 1925 se formó la Sociedad Obrera de Socorros Mutuos Huáscar y el Sindicato Textil La Estrella (sus propios nombres indican la tendencia mutualista del primero y la combativa del segundo), en 1926 el gremio de chocolateros y la Asociación de Comerciantes Minoristas (Lynch 1978). Desde la revista Kosko, Latorre empieza a difundir el marxismo, que proponía la organización de los trabajadores en un partido obrero.
El campo aún libraba varias batallas, como la huelga de 1927 en Lauramarca. Los trabajadores de esa hacienda se negaron a trabajar para su patrona hasta por lo menos 1932, cuando la represión militar acabó con esta rebeldía.

La Federación Obrera Departamental del Cusco

En febrero de 1927 un grupo de universitarios organiza la “célula apra”, sumándose al llamado de Haya de la Torre para constituir un frente popular y difundir el socialismo. Impulsan la organización obrera,  participan en la huelga universitaria de mayo y organizan una manifestación contra la ejecución de los anarquistas Sacco y Vanzetti en Estados Unidos. Luego rompieron con el Apra y se terminan afiliando a la Internacional Comunista, en mayo de 1929 (Lynch 1978).
El 20 de marzo de 1930 se funda la Federación Obrera Departamental de Cusco, creada por César Adolfo Calderón Romero, Simón Herrera Farfán, Agustín Rivero, Rosa Augusta Rivero y José Calvo Bohórquez (Avendaño 1995). Una combinación de intelectuales y obreros que incluía ideas anarquistas y comunistas. La FODC se afilia a la CGTP de Lima e impulsa la organización del sindicato de artes gráficas y decorativas de Cusco (Manuel Isidoro Leiva Aragón), los comités sindicales en las fábricas textiles de Urcos, Lucre y Maranganí.
La rebelión militar de Arequipa del 22 de agosto, inspiró una protesta popular en Cusco que doblegó a la represión e instaló una Asamblea Popular el 25 de agosto, la misma que puso la municipalidad al mando de un comité cívico que incluía a Angel Gasco, Agustín Rivero, Rafael Tupayachi, Mariano Fuentes Lira (editor de El Constructor, órgano de la FODC), entre otros. Con la caída del gobierno de Leguía, el comité cedió sus funciones al nuevo gobierno. Fue la última acción conjunta de todas las corrientes críticas, en adelante el Apra y el Partido Comunista se disputarían la dirección del movimiento popular.
En mayo de 1931 se desarrolla una huelga de todos los sindicatos textiles de Cusco, en respaldo, la FODC organiza un paro general el 20 de mayo, que culminó con un mitin que aglutinó a 3000 trabajadores. Por esta protesta fueron encarcelados los dirigentes de la FODC: Luis Villa, Agustín Rivero, Roberto Latorre y Carlos Lira.

La SOU y la FTC. El sindicalismo acosado y dividido

Ante el viraje comunista de la FODC, se apartaron del movimiento algunos dirigentes como Antonio Carrasco, pero la mayoría se mantuvo y varios terminaron afiliados al Partido Comunista. En 1930, nuevas protestas indígenas se dieron en Pucyura (Anta), Canas, Paucartambo y Lauramarca. Roberto Latorre organizó un congreso indígena clandestino en 1932, pero no llegó a realizarse por el ataque de la policía. Nuevas represiones encarcelaron a Latorre, Rosa Rivero, Rafael Tupayachi y otros dirigentes en 1932.
Por su parte, los apristas organizaron la Asociación de Artesanos de La Convención (1930) y apoyaron protestas indígenas, por lo que sus dirigentes fueron apresados. En 1940 el Apra fundó las Sociedades Obreras Unidas (sucesora de la FODC). En 1942 esta terminó controlada por el PC, que la denominó Federación de Trabajadores del Cusco (FTC) la misma que en 1943 homenajeó al embajador de Estados Unidos. Es paradójico que una organización que se reclamaba comunista homenajear al representante del mayor capitalismo. Por su parte y al ser desplazados, los apristas organizaron “sindicatos libres” bajo ideales católicos y nacionalistas. Pero si bien las dirigencias se habían partidarizado, las bases sindicales eran heterogéneas.
La Asociación Universitaria se denominó Asociación Sindical Universitaria y el 18 de julio de 1947, se convirtió en Federación Universitaria del Cusco (FUC), participando del cogobierno universitario (tercio estudiantil). Luego del golpe de Odría, en 1949 una junta reorganizadora suprimió la federación en la San Antonio. La dictadura persiguió y apresó a dirigentes de la FTC, como Simón Herrera. Este promovía la organización de sindicatos obreros y campesinos, aunque discrepaba con la dirigencia del PC tuvo que aceptar los acuerdos de la organización (FTC) controlada por dicho partido, en la prisión del Frontón (Lima) fue asesinado en 1953.

El sindicalismo partidarizado

Con el retorno a la democracia (1956), los dirigentes perseguidos pudieron retomar sus actividades, reconstituyendo la FTC y la FUC. En 1957 el Apra creó la Unión Sindical de Campesinos y Obreros (USCO). El año siguiente, en abril de 1958, la FTC organizó un paro general en el que la represión mató a un niño de 12 años. Las masas se desbordaron y tomaron prisionero al General Daniel Vargas Dávila, llevándolo al Sindicato de Choferes. El líder de la FTC era Emiliano Huamantica, quien negoció la huida del general.
El manejo político de Huamantica fortaleció a la FTC, desapareciendo la central aprista. Huamantica fue candidato a parlamentario en 1962 pero las elecciones fueron anuladas por un golpe de estado. El dirigente murió en un accidente en 1964 y se convirtió en el principal héroe de la FTC, olvidando a otros mártires como Herrera.
Mientras tanto, se desarrollaba también un fuerte sindicalismo campesino, en 1958 se organizó la Federación Provincial de Campesinos de La Convención, que bajo el grito “tierra o muerte” se lanzó a ocupar haciendas en 1961 y terminó forzando a que el gobierno militar decretara la reforma agraria en dicha provincia, aun cuando el principal dirigente del movimiento, el troskista Hugo Blanco, ya estaba preso. Este movimiento se había propuesto la transformación de la sociedad en un sentido diferente al de los partidos, y lo había logrado.
El torskismo era una corriente marxista crítica al comunismo autoritario de la Unión Soviética, influyó en la organización de la Federación Departamental de Campesinos del Cusco, pero años después, esta organización fue copada por los partidos comunistas (divididos del PC) y se abandonó la experiencia triunfante de La Convención. El abogado troskista Vladimiro Valer acompañó los reclamos campesinos, que venían desarrollando tomas de tierras en varios lugares, hasta que llega la Reforma Agraria de 1969.

El Cusco “rojo”

El gobierno progresista del General Velasco (1968) implementó un aparato estatal para controlar los sindicatos, desde el Sistema de Movilización Social (SINAMOS), creando la Fartac que rivalizó con la FDCC en el ámbito campesino. Varios gremios rechazaron ese control, dirigidos por algunos partidos. La propia FDCC estuvo orientada por el PUM, se organizó el sindicato de maestros (SUTE) bajo control de Patria Roja, el mismo partido llegó a la dirección de la FUC.
En agosto de 1971, con un fuerte movimiento estudiantil, la FUC tomó el control de la Universidad e instaló el primer gobierno tripartito (docentes, empleados y estudiantes) del país. La protesta culminó tras el incendio de Sinamos en 1973, que fue pretexto para la detención de los dirigentes universitarios y sindicales. Dos años después un nuevo golpe militar inició un viraje derechista y un periodo de mayor represión. En esos agitados años, el movimiento campesino desmanteló algunas cooperativas impuestas por el gobierno, y las convirtió en nuevas comunidades. El camino de La Convención parecía estar retornando.
El férreo control partidario de los sindicatos, tuvo también cuestionamientos de las bases contra la corrupción y abusos de sus dirigencias, las que quedan registradas en boletines alternativos como la revista Llaqta (1972-78) y el semanario La Voz del Pueblo (1974-79). Pero la dictadura obligaba a la unidad y así, se constituyó el Frente de Defensa de los Intereses del Cusco (1978), que incluía sindicatos, colegios profesionales, personalidades (el alcalde y el obispo). En ese marco, la FTC se reorganizó como Federación Departamental de Trabajadores del Cusco (FDTC). Estas participaron en las huelgas de fines de esa década, que obligaron a los militares a convocar a elecciones.

El sindicalismo en declive

La guerra interna iniciada por el grupo maoísta (una variante del marxismo) Sendero Luminoso en Ayacucho (1980), se empezó a sentir en Cusco en 1982, aunque el grupo subversivo nunca penetró con fuerza en esta región. Esa década, el FUDIC lideró grandes protestas y respaldó al alcalde izquierdista Daniel Estrada. Pero la guerra, el autoritarismo de los partidos y la corrupción de estos, debilitaron las organizaciones sindicales. Cuando Fujimori dio el golpe de 1992, no hubo resistencia fuerte ante la represión a los sindicatos, que habían perdido la solidez del pasado.
Las transformaciones económicas producidas por las migraciones y el neoliberalismo, generaron un gran sector de trabajadores precarios. Los sectores organizados se redujeron y eso debilitó más los sindicatos. La caída del régimen fujimorista (2000) fue impulsada por organizaciones juveniles y culturales más que por sindicatos y partidos.
En el nuevo siglo resurgió la FUC, pero sólo recobró fuerza cuando la dirigencia fue arrebatada al partido Patria Roja (2003). Se organizó la Asamblea Popular, similar al antiguo FUDIC, pero se extinguió rápidamente. La FDTC, Fartac, FDCC, Sute, subsisten entre escándalos por corrupciones o desacato a sus bases; mientras surgían Frentes de Defensa en varios distritos y provincias, que lideraban las protestas populares sin una dirección política definida. Las ideologías quedan como un recuerdo que sin embargo pesa mucho, impidiendo la reorganización de los trabajadores acorde a las realidades contemporáneas.


Referencias bibliográficas

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